HRW critica el "cinismo" de los poderosos al pactar con sátrapas y olvidar los derechos humanos
El informe anual de la organización denuncia que el auge de los gobiernos autoritarios amenaza las libertades básicas, de Rusia a China, de Afganistán a Irán.
El poder incontrolado de gobiernos autoritarios como los de Rusia y China, la represión en Afganistán e Irán, y las atrocidades en Etiopía se cuentan entre las múltiples amenazas a los derechos humanos en el mundo, según alerta el informe anual de Human Rights Watch (HRW) publicado hoy.
La organización internacional, dedicada a investigar y exponer abusos de poder y violaciones de derechos, detalla en un documento de más de 700 páginas sus conclusiones sobre la situación en más de cien países y territorios durante 2022.
El estudio, presentado en Londres, refleja la brutalidad de los grandes conflictos que han cobrado protagonismo en los últimos meses, al tiempo que urge a poner el foco a las injusticias perpetradas en marcos con menos cobertura mediática, como los regímenes opresivos en Sudán y Birmania, así como a repensar las consecuencias de la crisis climática desde la lente de los derechos humanos.
Doble rasero
Tirana Hassan, directora ejecutiva interina de HRW, destacó a EFE que su informe refleja el “cinismo” de numerosos países en la arena internacional y su doble rasero en cuanto a la defensa de los derechos humanos.
Estados Unidos negocia con Arabia Saudí a pesar de que su presidente, Joe Biden, llamó a boicotear a Riad por sus abusos cuando era candidato; Pakistán respalda investigaciones sobre ataques a musulmanes en Cachemira pero da la espalda a posibles crímenes contra los uigures en China, y numerosos países estrechan lazos con India pese a que su gobierno “imita” la represión de Pekín, alega el informe de HRW.
“Entre las personas que realmente han sentido ese doble rasero son los refugiados afganos y sirios”, destaca Hassan. Muchos de ellos están obligados a quedarse “sentados en casa, sin derecho a trabajar, sin saber si su visado va a ser revocado o se puede terminar y tendrán que regresar a un lugar en el que ya no se sienten seguros”, agregó. “Es un duro contraste respecto a lo que ha ocurrido en relación a la respuesta de Europa hacia los refugiados ucranianos”, sostuvo la responsable de la organización humanitaria.
Matanzas en Ucrania
A poco menos de un año de que comenzara la invasión rusa de Ucrania, el informe de HRW hace hincapié en la masacre en Bucha, el bombardeo sobre un teatro repleto de refugiados en Mariúpol y otros “ataques deliberados” contra civiles perpetrados por las fuerzas del presidente ruso, Vladímir Putin.
Al denunciar esas atrocidades, HRW sostiene que la actual situación parte de la “manga ancha” que la comunidad internacional ha dado a Putin durante la última década.
La organización sostiene que deberían haberse tomado medidas en 2014, al inicio del conflicto en el este de Ucrania, y en 2015, con la intervención rusa en Siria, así como en numerosas ocasiones en las que el Kremlin violó los derechos humanos en su propio país.
“La invasión de Putin no es algo que haya surgido de la nada. La guerra en Ucrania empezó hace ocho años. Nosotros hemos documentado exactamente el mismo tipo de abusos que se han visto en Ucrania cometidos por fuerzas rusas en la guerra de Siria”, argumentó Hassan.
Represión en Irán
La “brutal represión” de las autoridades iraníes contra las manifestaciones que se multiplicaron tras la muerte de la joven Mahsa Amini, que falleció en septiembre tras ser detenida por la policía de la moral, queda asimismo reflejada en el informe de Human Rights Watch.
“Las iraníes han iniciado un movimiento de protestas con el que han captado la atención del mundo”, destacó en la presentación del informe en Londres Tara Sepehri, investigadora de HRW para Irán.
“Algunos quizás se han sorprendido por la escala y la duración de las protestas tras un único incidente, una muerte brutal. Pero para los manifestantes que tomaron las calles a pesar de los enormes riesgos que corrían, la muerte injusta de Mahsa no fue un evento aislado”, agregó.
Su muerte fue “el último ejemplo de la violencia sistemática de la policía iraní contra la mujeres”, recalcó Sepehri.