Este hospital se propuso devolver a los familiares los objetos personales de los fallecidos por Covid-19
“Queremos honrar estas muertes. Fue un momento decisivo de la historia de nuestra civilización”.
Este blog forma parte de la serie Resistir. Crecer. Evolucionar, un proyecto global del HuffPost en el que distintas personas narran cómo les cambió la vida hace dos años la pandemia de coronavirus.
“‘Estamos aquí y vamos a hacer todo lo posible para ayudar’. Eso es lo que les decíamos a todos para ayudarles a encontrar algo de sentido a su dolor y darles un lugar donde colocar todo su sufrimiento”, explica Gabriella Di Girolamo, directora del personal sanitario del hospital de Plasencia, en el norte de Italia. Durante la primera ola de la pandemia, cuando cientos de personas ingresaban cada día en el hospital, este centro sanitario encabezó un proyecto único para recoger y clasificar los objetos personales de los fallecidos con la esperanza de devolvérselos algún día a sus familiares.
La pandemia golpeó con fuerza a este hospital desde febrero hasta junio de 2020, a tal punto que el personal tuvo que reorganizar por completo el funcionamiento del centro. “Durante la primera ola, llegaban más de 120 personas al día con la Covid-19”, recuerda Di Girolamo. “En 20 días ya teníamos las 750 camas ocupadas”. Debido a la falta de espacio y al miedo al contagio, los pacientes ingresaban solos, sin acompañantes. “Tuvimos que reorganizarlo todo para encontrar huecos donde colocarlos, y lo mismo con sus objetos personales”, señala Di Girolamo.
Al principio, el hospital abrió un espacio donde los familiares podían llevar pijamas, ropa interior limpia y otros artículos de primera necesidad para sus familiares enfermos. El personal iba recogiendo todas las pertenencias de los pacientes: relojes, joyas, móviles, montañas de ropa, decenas y decenas de anillos de matrimonio y fotos con notas que decían “hasta pronto”.
Lo llevaban todo a una sala que llamaron “sala de objetos personales”.
“Al principio solo necesitábamos unas cuantas bolsas para guardar los objetos, pero a los pocos días teníamos casi 500 contenedores, además de otras muchas bolsas pequeñas con objetos de valor”, comenta Di Girolamo. “Compramos cajas fuertes para proteger los colgantes, carteras, pendientes y relojes de los pacientes. Luego lo guardamos todo en los contenedores bajo la vigilancia del servicio de protección civil”.
Cuando las restricciones por coronavirus se suavizaron por primera vez en Italia en mayo de 2020, los sanitarios empezaron a devolver los objetos a las familias, y fue entonces cuando hicieron un trágico descubrimiento.
“En muchos casos, no quedaba nadie para recoger los objetos porque habían muerto familias enteras por el virus”, recuerda Di Girolamo.
Este proceso de devolución objetos sigue en marcha.
“Sentía con todo mi ser el sufrimiento de la gente en el momento de la separación”, asegura Di Girolamo. “Recuerdo una llamada telefónica de una hija que preguntaba por unos objetos de su madre: ropa, accesorios y joyas. En un descuido por mi parte, le pregunté: ‘¿Tu madre se llevó todas esas cosas al hospital?’ Y ella me contestó: ‘Cuando se la llevaron no tuvo tiempo de quitárselas’. Me sentí estúpida e insensible. Me di cuenta demasiado tarde de que era una persona mayor que probablemente se cuidaba mucho y le gustaba llevar el collar de perlas y el reloj incluso en casa. Otra hija me dijo: ‘Si me pudieras devolver aunque fuera el camisón de mi madre o su neceser de cosméticos, al menos podría olerla’. En ese momento me di cuenta de que, a pesar de lo difícil que era devolver todos los objetos desde el punto de vista práctico y emocional, teníamos que seguir adelante con este proyecto. Se lo debíamos a la gente”.
Otro episodio que conmovió especialmente a Di Girolamo fue el de un chico adoptado que vino a recuperar los objetos personales de su familia adoptiva, todos ellos fallecidos por coronavirus.
“No sabíamos nada de los orígenes del chico, pero era fácil deducir que no era la primera separación difícil en su vida”, comenta Di Girolamo. “La vida le ha vuelto a enfrentar a otro abandono. Le quitaron a su familia, le dieron una nueva y después esa familia también le fue arrebatada”, reflexiona.
“A Giovanni, de Pasqualina” y “A Pasqualina, de Giovanni” rezan los grabados de dos alianzas que se han convertido en una especie de símbolo de esta operación de devolución de objetos de valor sentimental. “No sabemos si murieron durante la pandemia o si ya habían fallecido y estas alianzas pertenecían a uno de sus hijos, a un nieto o a un familiar”, dice Di Girolamo. “Seguimos buscando a un familiar al que se le pueda devolver este legado de amor”.
También han contribuido a este grupo de trabajo Anna Nassani, de la morgue del hospital, Paola Cella, del departamento de servicios médicos, y Mirella Gubbelini, del departamento de atención continuada.
“La gran mayoría de los objetos ya se han devuelto, aunque somos conscientes de que algunos se perdieron en la confusión de los primeros momentos de la pandemia, o cuando teníamos que trasladar a tantos pacientes a otras salas u hospitales”, comenta Di Girolamo.
“Queremos honrar estas muertes. Fue un momento decisivo de la historia de nuestra civilización”, añade. “Cuando pienso en todos estos momentos, me imagino dos manos que se separan la una de la otra: la de un padre, un hijo o un familiar al que tienen que llevar al hospital en ambulancia, y la de la persona que se queda en casa con esa sensación de separación repentina. Nos pareció justo hacer todos los esfuerzos posibles para encontrar a los familiares, aunque el proceso fuera largo y nos trajera muchos recuerdos dolorosos a todos. Pero era lo correcto”.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Italia y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.