Hijos de la ira

Hijos de la ira

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Francia votó, Macron ganó, Europa respiró y, en España, el socialismo siguió en ebullición. Más que nunca. Lejos de calmar las procelosas aguas o anticipar un resultado claro de las primarias del próximo 21, la guerra de los avales no ha hecho más que recrudecer la fratricida guerra interna que libra un partido al borde del abismo.

El rencor ha sustituido a los afectos, los eslóganes a las ideas y los dirigentes se cruzan insultos, no ya en privado, sino en público. Escuchen lo que se dice en los mítines y lo que se escribe en las cuentas de Twitter y llegarán a la conclusión de que, si Dámaso Alonso hubiera conocido el PSOE del siglo XXI, no le hubiera hecho falta recurrir a la España de la postguerra para escribir Hijos de la ira.

Y ello pese a que, en la mitad del siglo pasado, el socialismo ya había vivido un proceso de autodestrucción semejante al de hoy con la dimisión de Largo Caballero como presidente del partido en 1935, y una posterior escisión que recorrió la historia de la organización durante décadas. Aquello dejó un poso de rencor y división que no desaparecería hasta la refundación de los años setenta. Nadie espera nada distinto a aquello a partir del 21 porque nadie es capaz de frenar la escalada de tensión en una campaña de polarización interna como no se recuerda. Ni siquiera las reiteradas llamadas de SOS de Patxi López para no debilitar más las siglas, para unir en lugar de dividir y para huir del insulto han surtido efecto.

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¿Está condenado el PSOE a repetir su historia? El resultado de las primarias no parece que vaya a poner fin a la batalla fratricida que los ejércitos de Susana Díaz y Pedro Sánchez libran desde hace meses, mejor años. Porque el enfrentamiento no empezó con los prolegómenos del 1 de octubre, ni con la dimisión del último secretario general de los socialistas, sino en el mismo instante en que la presidenta de Andalucía decidió que su sitio estaba en la calle Ferraz de Madrid, y no en el Palacio de San Telmo en Sevilla.

Sea cual sea el resultado, la suma de avales de cada candidato ha puesto de manifiesto que la pretendida unidad no será posible tras el 21 de mayo y que el PSOE ha decidido, como "prietistas" y "largocablleristas" en el XX, transitar por la senda de la autodestrucción y asegurarse una gris existencia en el horizonte inmediato.

De momento, la pírrica victoria en firmas de la candidata favorita de los "aparatos" territoriales -apenas 6.000 de diferencia- ha llevado al ejército "susanil" a dar instrucciones a sus "embajadores" para redoblar la presión sobre la militancia, además de entrar en el cuerpo a cuerpo, como se ha visto en las intervenciones del fin de semana. Quienes hicieron de la recogida de avales la gran gesta de la campaña sostienen ahora que no forzaron del todo la máquina, y que aún tienen margen de crecimiento mientras que Sánchez ha llegado a su máximo y ya no tiene dónde crecer. Claro que lo mismo dijeron de sus primeros actos de campaña: que el souflé bajaría y que el ex secretario general iría perdiendo fuelle. Nada de eso ha ocurrido, de momento.

Díaz redobla la presión sobre la militancia tras la batalla de los avales

Lejos de ir a menos, el ex secretario general del PSOE no sólo mantiene vivo su relato sino que en su equipo están convencidos de que, tras los avales, habrá un efecto multiplicador en algunos territorios, especialmente en Andalucía, que le dará la victoria y un traspaso del potencial votante de López hacia Sánchez, después de que el ex lehendakari rechazara la oferta del ex secretario general para una candidatura de unidad.

Quienes han vivido incrustados en la fontanería de Ferraz desde años creen, sin embargo, que el resultado de los avales será prácticamente idéntico al del porcentaje de voto que resulte el día que se abran las urnas; que Díaz crecerá en Cataluña, que López tendrá más votos que avales y que la campaña por parte de quienes apoyan a la "reina del sur" se centrará a partir de ahora más en el boca a boca que en los grandes actos para explicar militante a militante lo que está en juego, que es la supervivencia del PSOE. Hay quien lo explicita de forma gráfica: "Entramos en zafarrancho de combate".

La gestora se reúne hoy con las tres candidaturas para acordar las reglas del único debate

Entre acción y acción de guerra, los candidatos tendrán que hacer un alto para medirse en el único debate que celebrarán en toda la campaña. Hoy mismo se reúnen los equipos para acordar las condiciones. Será en Ferraz, no lo presidirá esta vez, como en 2014, la presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid -por motivos obvios- y se baraja el próximo día 15, que es el lunes previo a la votación, como día más probable.

Los tres contendientes dedicarán parte de esta semana a preparar la "gran cita", pese a que hay quien piensa que, salvo para dar titulares y crear opinión, el debate no moverá nada, como no movió el de 2014.