Hasta que el requerimiento les separe
Relato de cómo y cuándo ERC dejará caer al candidato Puigdemont.
Ya hay convocatoria formal para la investidura en Cataluña: 30 de enero. Así que el Gobierno tiene el acto formal que necesitaba para recurrir ante el Constitucional la suspensión del pleno. Aun así hay dudas de que alguien que tiene acreditada legalmente su condición de diputado no pueda ser propuesto candidato a la Presidencia de la Generalitat. De hecho, el Consejo de Estado ya ha manifestado que no hay fundamentos jurídicos para impedirlo de forma preventiva. Pese a ello, el Gobierno no está dispuesto a correr riesgos y sí a hacer una lectura cuando menos alambicada del Derecho con tal de evitar que Puigdemont pueda aparecer en el Palau el próximo día 30 a las tres de la tarde.
El recurso anunciado por La Moncloa permitiría además a ERC dejar caer a Puigdemont y pasar a un plan B que impulsara cuanto antes la formación de un Ejecutivo independentista que gobernará desde el diálogo, recuperará la normalidad institucional y levantará cuanto antes la aplicación del 155.
El caso es que la más que segura admisión a trámite del recurso por parte del Constitucional supondrá la automática suspensión del pleno, y sería en ese momento cuando ERC dejase caer al candidato Puigdemont. Todo está medido y previsto. Tanto es así que los republicanos dan por hecho que Roger Torrent acatará la instrucción del Alto Tribunal y que en el mismo instante en que reciba el requerimiento constatará la imposibilidad de investir a Puigdemont. Se abriría entonces una nueva ronda de consultas con los grupos parlamentarios para que propusieran un nuevo candidato a la Generalitat.
La guerra no será ya entonces entre ERC y Pugidemont, sino entre éste y su propia candidatura para elegir sustituto, si bien se da por hecho de que finalmente se impondrá la opción de Elsa Artadi, la que fuera jefa de campaña de JxCat. El recurso anunciado por el Gobierno y la consecuente suspensión del pleno por parte el TC permitiría que los republicanos cumplieran con el compromiso de llegar hasta el límite de la ley en su apoyo a Puigdemont, pero a la vez lograría el demarque que buscaban de la estrategia personalista del ex molt honorable.
No son los únicos. De hecho cada vez son mas los diputados de JxCat que buscan una solución sin Puidemont en la escena catalana. Prueba de ellos es que en el mundo independentista corre como la pólvora la carta que ex consejero de Interior Joaquim Forn ha remitido desde prisión a Puigdemont para explicarle los motivos de su renuncia al acta de diputado, al tiempo que le pide que se eche a un lado y facilite una salida de consenso para la formación del Govern. Lo mismo ha hecho el dirigente de la ANC, Jordi Sánchez, y número dos de la candidatura de Puigdemont desde Soto del Real.
Todos saben que el efecto Puigdemont desde Bruselas se diluirá una vez que el Parlament invista a otro president y el independentismo recupere la Generalitat. La estrategia de los republicanos pasa además porque ningún miembro del Ejecutivo tenga causas pendientes con la Justicia para facilitar así la de defensa de los imputados por el procés. Oriol Junqueras no formaría tampoco parte del nuevo gabinete, según aseguran fuentes del independentismo.
Quienes han pasado por la prisión incondicional o siguen en Estremera confían en que sus defensas logren demostrar que la imputación por delito de rebelión, sedición y malversación son insostenibles jurídicamente y puedan asumir así la responsabilidad penal que se derive tan sólo del delito de desobediencia, que no lleva aparejadas pena de prisión, y sí de inhabilitación para cargo público.
En la formación de Junqueras, a diferencia de Puigdemont, sí reconocen haber cometido errores políticos, haber forzado la máquina del procés con la aprobación de la ley de transitoriedad -que no la del referéndum- y estar dispuestos a afrontar una nueva etapa que pasa por ensanchar, desde la legalidad, la base social del independentismo para forzar, con una mayoría superior a la actual, una negociación con el Gobierno de España. O eso dicen.
El contador, en todo caso, se ha vuelto a poner a cero, al menos para ERC.