Hartazgo, falta de soluciones y los emigrantes invisibles
La provincia de los emigrantes solo es superada en número por Madrid y Barcelona, y aun así, durante 2019 se nos ha tapado la boca.
El hartazgo por los políticos es algo global. La ridiculización de los sistemas políticos, partidos, y representantes políticos traspasa fronteras, y el primer partido más votado en la mayor parte de países del primer mundo es el partido abstencionista.
La abstención significa, en cierta manera, un lavado de manos y de conciencia respecto a las malas decisiones que uno u otro partido puedan llevar a cabo, y esto se extiende a la decisión por votar por partidos no representativos y que nunca llegarán a tener representación… también supone abstenerse de las decisiones que regirán un país.
Los únicos que sacan la cara últimamente por sus partidos son sin duda los votantes de los partidos mas extremos en la ultraderecha.
En España, los votantes del partido de Ortega Smith (el de las habilidades para matar a enemigos de Daesh, de cartón eso sí) son capaces sacar pecho y denostar al resto de partidos. Si sus socios del PP son la “derechita cobarde” nos podemos imaginar cómo van enriqueciendo su insulto según va moviéndose hacia la izquierda.
La mayoría de votantes ejercen su voto con pinza en la nariz por una u otra razón, y no son muchos los que votan convencidos de las bondades e idoneidad de su partido político, y muchos menos aún los que están convencidos tras hacer el esfuerzo de leer su programa electoral. Se vota a ciegas.
El sistema tiene sus críticas, pero no tiene alternativas. La sociedad civil tiene pocos ejemplos donde funcione su intento de cambiar las cosas con esfuerzo ciudadano, y la crítica por la crítica nos basta como gladiadores de Twitter o Facebook sentaditos en el sofá de nuestra casa.
En el extranjero los ciudadanos muestran un desdén incluso incrementado, basado en una mezcla de falta de conocimiento sobre nuestras instituciones, una sensación de temporalidad y falta de necesidad de arraigo, así como una falta de información de que es lo que pueden hacer por sus compatriotas que emana desde los consulados y el Gobierno en Madrid.
Muchos esfuerzos se hacen por grupos de voluntarios por poner cara a la emigración y poder representarla. La herramienta está de la mano de todos los ciudadanos en el mundo a través de la formación de los Consejos de Residentes Españoles en el Exterior (CRE).
El Gobierno actual tiene en la mano o bien darnos la importancia que se merece una institución como el Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior o bien, dada la falta de interés, que se planteen qué hacer con nuestra existencia.
Esta es la única plataforma que se da por parte de España a su tercera provincia en número de habitantes. La provincia de los emigrantes solo es superada en número por Madrid y Barcelona, y aun así, durante 2019 se nos ha tapado la boca no dándonos la oportunidad de reunirnos en pleno. Nuestro pleno anual se retrasó y retrasó, y en febrero de 2020 no sabemos cuando tendremos el pleno de 2019.
Su ninguneo se ve muy bien ejemplarizado con el cierre del Consulado General de Génova, que no se justifica ni por motivos económicos (solo dos funcionarios los llevan) ni por motivos estratégicos, ya que Italia siendo uno de nuestros grandes socios en la Unión Europea, y debería tener la representación diplomática acorde a nuestra historia y lazos en común.
Este cierre no ha sido informado como debería a la comunidad española, pero es aún más grave la falta de comunicación a su Consejo de Residentes, siendo regulados por Real Decreto 1960.2009 y por la ley 40/2006, de 14 de diciembre, del Estatuto de la Ciudadanía Española en el Exterior.
La ley nos dice que somos los órganos de participación institucional de los ciudadanos españoles en el exterior, siendo órgano de carácter consultivo y asesor adscrito al Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y a las Oficinas Consulares, y somos cauces de participación institucional de los españoles residentes en el extranjero.
Somos cauce, pero eso sí, un cauce muy seco.
Cuando desde un lado se nos impone, menoscaba, no se nos promociona, evitan mantenernos informados, visitan nuestros países sin notificarnos y nos impiden reunirnos anualmente, nos hace gracia eso de “órganos de carácter consultivo y asesor”.
Imagínense que el Gobierno central hiciera oídos sordos a la ciudad de Valencia, o Sevilla, o Bilbao, o que desde el Gobierno cancelaran las comunicaciones y reuniones de las diputaciones o ciudades con el Gobierno.
Imagínense que, a estas ciudades se les dijera que pueden votar de aquella manera, rogando, y que muchos votos no se contabilizaran.
Sigan imaginando y no llegarán al nivel de cansancio, hartazgo y sensación de tiempo perdido que se tienen en muchos CRE del mundo.
Se acaban de anunciar cambios en la cúpula de la Secretaría de Estado de Migraciones, y Hana Jalloul será quien tenga en sus manos el área del que dependemos más de 2 millones y medio de españoles.
Me alegra profundamente que este nombramiento se vea complementado con una nueva directora general de Migraciones del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Irune Aguirrezabal Quijera, que sucederá al anterior director general que nos mandaba emails solo para abroncarnos, pero no para disculparse por la falta de reuniones e información.
Hana Jalloul es profesora de la Universidad Carlos III y doctora en Derecho Internacional Público, y leo que es experta en terrorismo internacional.
Irune Aguirrezabal Quijera tiene un amplio conocimiento en gestión de migraciones, empoderamiento político de las mujeres, prevención del terrorismo, justicia penal internacional, cooperación al desarrollo.
Ambas tienen un currículo que quita el hipo, pero por lo que nos toca a los emigrantes, vemos que el peso de esta Secretaría de Estado de Migraciones tiene todo su énfasis en la inmigración, y poco vemos en su experiencia de labores relacionadas con la diáspora española. No tengo duda de que su nombramiento va a mejorar lo que teníamos, pero un guiño hacia los emigrantes hubiera sido apreciado.
Ya que los políticos que dan la cara no nos representan, esperaríamos que los técnicos que dirigen áreas de importancia fueran lo mejor que tenemos para esta función… Agustín Torres Herrero, que cesó como secretario general de Inmigración y Emigración, se ha trasladado al Ministerio de Política Territorial y Función Pública, donde será el titular de la Dirección General de la Administración general del Estado.
Yo espero algún día que me inviten a dejar mi trabajo en contabilidad y finanzas y me ofrezcan trabajo dirigiendo festivales de música, u oiga, de médico de familia también me lo pasaría bien… sobre todo en Reino Unido, donde solo te recetan paracetamol.