Hallazgos literarios o escritores en español con gran proyección para ponerse al día este verano
Antes de que termine el curso 2018-2019 queremos rescatar los nombres de algunos escritores en español que merecen tener más lectores porque su último libro les da una gran proyección. Son las apuestas de WMagazín para ponernos al día. Es la propuesta a los españoles para que les den una oportunidad estas vacaciones y la propuesta a los latinoamericanos para que vivan un agosto de nuevos amigos. Una manera de ampliar el territorio literario.
WMagazín propone los nombres de los escritores y reproduce pasajes de lo que de ellos han dicho otros medios de comunicación:
David Pérez Vega en la Revista Eñe: “Pelea de gallos es un debut narrativo impresionante; un texto maduro y contundente. En este libro, de un nivel medio muy alto, hay al menos cinco o seis cuentos que se merecerían estar en cualquier antología sobre el nuevo cuento en español. Un libro sobre la violencia (sobre todo la ejercida contra las mujeres en América Latina) que debería llegar a muchos lectores. Mi enhorabuena a su autora, María Fernanda Ampuero. Presiento que Pelea de gallos va a ser (merecidamente) un libro de largo recorrido”.
Pelea de gallos. María Fernanda Ampuero, Guayaquil, Ecuador, 1976 (Páginas de Espuma).
Juan Marqués, en Esfera de Papel de El Mundo: “La novela es el resultado de desarrollar o desplegar el árbol genealógico que se reproduce en las últimas páginas. Pero hay que insistir en lo fundamental: la delicadeza y la precisión del estilo, una delicadeza que, misteriosamente, acoge y asimila la rudeza del espacio y de la época, con algo inaugural, un impulso adánico, y una precisión que va desde la anatomía de los barcos a la orografía de las minas, sin retroceder ante el retrato de la violencia, los vaivenes de las psicologías o la grandeza del paisaje, tanto el de la inmensidad de los espacios vírgenes de Norteamérica como la eternidad del mar, tan desesperante o peligrosa para los que viajaban. Técnica y talento aliados a un orden narrativo impecable y a un auxilio externo impagable en forma de archivo, beneficiándose de la buena memoria que tienen los papeles de antaño”.
La memoria de los vivos. Phil Camino, Madrid, España 1972 (Galaxia Gutenberg)
Javier Rodríguez Marcos, en El País, escribió: “Liberada de la pretensión de totalidad, la novela posmoderna produce de cuando en cuando destellos que, paradójicamente, alcanzan a iluminar un universo entero cuando apenas querían iluminar una esquina. La esquina desde la que se escribe. La semana pasada se publicó uno de esos libros que, sin buscar otra cosa que contar una vida, enseñan todas las cartas sin incurrir en la autoindulgencia, el gran vicio de la escritura autobiográfica. Se titula Cambiar de idea y lo firma Aixa de la Cruz, una autora a la que le gustan, dice, “los libros que se escriben para retractarse”. También dice que es absurdo intentar ser cadáver y forense a la vez. Pero se equivoca. La mejor demostración son las 130 demoledoras páginas que ha escrito para, siguiendo el modelo de las confesiones de criminales que la Iglesia británica publicaba en el siglo XVIII con afán disuasorio, narrar sus “30 años de delitos menores” con la intención de demostrar que casi todo lo que le da vergüenza tiene que ver con un “defecto”: la misoginia”.
Cambiar de idea. Aixa de la Cruz, Bilbao, España, 1988 (Caballo de Troya).
Winston Manrique en WMagazín: “Del Risco creó un mosaico de la historia política y cultural reciente del continente americano y de una comunidad latina en Nueva York a través del drama de un carpintero cubano en Estados Unidos que un día se atrinchera armado para impedir que lo embarguen. Mientras llega la policía la historia se entrecruza con las voces del carpintero y tres amigos: un crítico de arte, un buscavidas y una psicóloga argentina. Voces en el exilio. Países solo en e corazón de cada uno.
Desde la primera línea el lector asiste a un torrente de palabras de un lenguaje rico y con desparpajo y buen ritmo esparcido de humor. Enrique del Risco aborda temas como el derrumbe de las ilusiones, las dificultades de conocer la verdad o de preferir la vida de espaldas a ella, las máscaras que potencia Internet y la crisis de la paternidad”.
Turcos en la niebla. Enrique del Risco, La Habana , Cuba, 1967 (Alianza)
Alberto Olmos en El Confidencial: “Vivir abajo’ son 664 páginas que se leen como 664 trampillas por las que uno se cayera al vacío, tobogán abajo de una sintaxis vertiginosa y una trama horrible y unos personajes cuyas vidas se cruzan en la línea del horizonte de una Latinoamérica desangrada. Un poco así es la prosa de Faverón. La novela es un gran flashback y un gigantesco y laberíntico guirigay de voces y de historias, con fronteras y cárceles y asesinos y torturas y sótanos y una suerte de facilidad y fluidez de relato mezclada con una estructura donde se encaja toda la artillería del narrar: estilo directo e indirecto, narratarios cambiantes, sueños, enumeraciones perecianas, descripciones rousellianas, terror a lo Stephen King, visiones y relatos futuros, guiños en los nombres de los personajes, falsas identidades, relato dentro del relato y todo lo que quieran; y, también, mucho Bolaño”.
Viviar abajo. Gustavo Faverón Patriau, Lima, Perú, 1966 (Candaya)
J. Ernesto Ayala-Dip en Babelia de El País: “Suele ser habitual que, en un libro de cuentos, la pieza que le da título suele señalar su tono e incluso su atmósfera temática. Si mucho no me equivoco, me parece que en ‘Bernhard se muere’, de la escritora mexicana Alejandra Gómez Macchia, eso esta vez no ocurre. Tal cuento es un explícito homenaje al escritor austriaco y a su traductor al castellano Miguel Sáenz. Bernhard se muere, además de ese imaginativo homenaje, es un aviso para navegantes: hay cartas que recibimos que nunca debemos de dejar de contestar. El primer texto de este libro es una hoja de agradecimientos, entre ellos el de haber entrado en el mundo narrativo e insobornablemente ético del autor de Trastorno. El resto de cuentos nos ofrece una idea muy precisa de la narrativa de Gómez Macchia. Su concepto de la escritura ficcional y del uso del humor exacto para radiografiar una mentalidad, la de las mujeres en ciertos trances límite que ponen a prueba su incomodidad en el sistema social en el que les ha tocado desenvolverse”.
Bernhard se muere. Alejandra Gómez Macchia, Puebla, México, 1982 (Pre-Textos)
Marta Marne en El Periódico: “Como si de un espectador ajeno a su vida se tratase, el protagonista de ‘De otro lugar’ relata casi sin querer la transición española con un trasfondo humorístico que no arranca la carcajada pero sí la sonrisa. (…) Con ‘De otro lugar’, el escritor alicantino afincado en Vigo Óscar Montoya se distancia de los cánones del género policíaco a través de un antihéroe sin pasión ninguna por su trabajo, que se verá involucrado en una trama de corrupción policial a la que no le quedará otra que plantarle cara. El estilo de Montoya es fresco y ligero, aunque no faltan los fragmentos en los que trata de dar mayor profundidad a sus personajes mediante reflexiones tan profundas como la búsqueda de la identidad personal y el sentido de la vida. El autor consigue establecer un equilibrio entre el pesimismo creciente de su protagonista y el optimismo que transmite su prosa, consiguiendo de este modo una obra de lectura ágil, con compromiso político y social pero con una estética muy alejada de la oscuridad que suele envolver a este género. Quizá lo más sombrío de la novela es la enorme similitud que deja ver en algunos momentos entre aquella España de la transición y la actual”.
De otro lugar. Óscar Montoya, Alicante, España (AdNovelas).
Jordi Corominas en El Confidencial: “La obra es todo un puñetazo en la boca a múltiples caras sociales y literarias a partir de un relato sin retórica con cuatro discapacitadas como protagonistas. Con ella Morales se erige como la narradora más sólida de la generación nacida a mediados de los años ochenta del siglo pasado con una propuesta que, a lo largo de su trayectoria, no ha dejado de crecer entre una apuesta por la diferencia desde temáticas poco abordadas, un estilo siempre más depurado y el riesgo de asumir la literatura desde el campo de batalla. En este sentido ‘Lectura fácil’ transita territorios incómodos y, por mucho que suene tópico, es imposible que deje a nadie indiferente”.
Lectura fácil. Cristina Morales, Granada, España, 1985 (Anagrama).
Iker Olivares en El Gatopardo: “También es la novela iniciática que es narrada con inocencia magistral, que recuerda esas lecturas a lo Twain, Verne o Dickens. “Considero que crecer es un acto violento y que, además, somos una generación puente entre dos épocas: aquella de carne y hueso (la de los ochenta en México) donde el juego, la amistad, las aventuras y hasta las venganzas eran analógicas, táctiles, presenciales; versus la época actual donde esos mismos temas ahora son digitales, a distancia, baladís; por ello quería reflejar a través de estos tres personajes de mi novela ese cambio que nos ha tocado vivir”, dice la autora.
Y es que Murillo tiene la virtud de relacionar hechos y tiempos distintos, con una voz que seduce, pues posee la sensibilidad de lograr escribir como hablan los niños y después que esos mismos, ahora ‘grandes’, cuestionen si ‘la adultez es una prueba para ver si somos capaces de cumplir los pactos que hicimos cuando éramos niños’, dice”.
El niño que fuimos. Alma Delia Murillo, Ciudad de México, 1979 (Alfaguara).
Melba Escobar, en El Tiempo: “La perra es una novela breve, efectiva, precisa, que nos permite un viaje al fondo del Pacífico sin tener que levantarnos del sofá, mientras nos adentra en una relación que en un momento parece la promesa de redención para una mujer derrotada, pero que al final nos sacude con un último golpe de realidad, tan honesto como doloroso”.
La perra. Pilar Quintana, Cali, Colombia, 1972 (Literatura Random House).
Puedes leer el artículo completo de El Tiempo en este enlace.
En The New York Times.es: “Es la especificidad de detalles vívidos como estos lo que me provocó un estremecimiento mientras leía La fruta del borrachero, una novela hermosamente escrita por Ingrid Rojas Contreras, quien relata la niñez que vivió durante la época de la Colombia de Escobar. Aunque esta ópera prima está inspirada en la experiencia personal de la autora (como se explica en el epílogo), no tienes que haber nacido en Bogotá para sumergirte en la prosa sencilla pero memorable de Rojas y en su interesante trama.
La fruta del borrachero. Ingrig Rojas Contreras, Bogotá, Colombia, 1985 (Impedimenta).
Juan Marqués en Esfera de Papel, de El Mundo: “El alma de Rialto, 11, como la de todo lo que en verdad importa, es la alegría, volcada en este caso en un humor en el que hay, sin embargo, dos niveles: uno evidente, anecdótico, jovial, y otro más secreto, interno. El humor del nivel superficial es el que tal vez convierta el libro en un éxito, pero es el otro, el subrepticio, el que lo mantiene encendido. Ese segundo humor se levanta con comentarios de pasada, pequeñas referencias, como cuando se habla de “el cajón de las cosas que ruedan”. Y es exacto: este libro tiene también un cajón por donde permanentemente rueda una bonita canica, alegrándolo. Y Rialto, 11 es, al fin, un modo de reabrir su librería y mantenerla viva para siempre: un sueño cumplido”.
Rialto 11. Belén Rubiano, Sevilla, España, 1970 (Libros del Asteroide).
Ascensión Rivas, en El Cultural, escribió: “Daniel Saldaña París (Ciudad de México, 1984) es el autor de esta intrigante y recomendable novela que cuenta entre sus alicientes con un sabio manejo del suspense y del ritmo, lo que hace que el lector salga de cada capítulo con el deseo de abordar el siguiente para profundizar en el desarrollo de la trama. Y así hasta el final, donde incluso aparecen novedades que sorprenden y transforman la historia, dando sentido a ciertos pasajes cuyo significado parecía difuminarse en la niebla del recuerdo”.
El nervio principal. Daniel Saldaña, Ciudad de México, 1984 (Sexto Piso).
Elvira Lozano, de librería La pantera Rossa publicado en Los Libreros Recomiendan: ” Tierra de mujeres no es sólo un canto a la tierra, un homenaje a las mujeres, una revisión de la memoria familiar, una llamada a la acción, a modificar cómo desde las ciudades miramos el mundo rural, una invitación a deconstruirnos también ahí, a reconocer que existe un feminismo urbano que no se puede trasvasar sin más a otros contextos. No sólo es un libro atravesado por la poesía, que en María es insoslayable. No sólo es tempero para acoger semillas de tiempos nuevos”.
Tierra de mujeres. María Sánchez, Córdoba, España, 1989 (Seix Barral).
Manuel Rivas, en El País Semanal, de El País: “Un libro maravilloso e hipnótico como una nueva especie de lepidóptero. Es un libro inquieto. Como sentir en las manos, al hojearlo, el poema de Basho que cita Mario Satz: “De todas las hojas caídas, solo una intenta volver a su lugar: la mariposa”. Este libro, sí, es una naturaleza que se agita, se revuelve, también contra el horror de la historia. Puedes ver, imaginar, el campo del horror de Terezin, donde los nazis internaron a miles de niños judíos de Praga. Un grupo infantil, al cuidado de Friedl Dicker-Brandeis, una joven artista y maestra asesinada en Auschwitz, dibuja y pinta mariposas sin parar. Ella les ha dicho que tal vez así consigan traspasar los muros. Y algo de razón tenía. Aquellas mariposas sobrevivieron ocultas, como almas de quienes las pintaron, y volverían a la luz, como testimonio, en los juicios de Núremberg”.
El alfabeto alado. Mario Sats, Buenos Aires, 1944 (Acantilado).
Winston Manrique en WMagazín: “Aunque La azotea no es autobiográfica sí tiene resonancias de las sensaciones vividas por su autora que se debatía entre una joven introvertida y poco dada a socializar y el mundo adulto con sus máscaras y hostilidades que la esperaban. Es así como el lector entra en aquella habitación de la novela y queda atrapado junto a Clara, la narradora, a la vez que quiere saber más de un destino sobre el que se precipita. Así es la paisana de autores como Felisberto Hernández, Juan Carlos Onetti y Mario Levrero con quienes siente alguna afinidad:
“Narrar con imágenes, que es la razón por la que mucha gente me dice que ‘es como mirar una película’, la atención al detalle y la rarificación de la atmósfera. Yo creo que esas cosas son bastante uruguayas, aunque obviamente no exclusivas de nuestra tradición”.
La azotea. Fernanda Trías, Montevideo, Uruguay, 1976 (Tránsito).
Si te gusta WMagazín puedes suscribirte gratis a nuestra Newsletter en este enlace y enviársela a otro amigo lector.
Te invitamos a ser mecenas literario de WMagazín, es muy fácil, las indicaciones las puedes ver eneste enlace.
Gracias por leernos y ayudarnos a difundir la revista que incluye entrevistas y reseñas con los escritores nuevos o hallazgos literarios que vale la pena leer como puedes ver en este enlace.