Guía rápida para que Albert Rivera se inicie en el feminismo
Me río yo de la multiplicación de los panes y los peces o de las aguas del Mar Rojo que se abrieron para dejar paso a los israelitas hacia la Tierra Prometida. Este 8 de marzo nos ha dejado milagros que jamás imaginamos que nuestros ojos contemplarían. Como que el presidente del Gobierno, alias "igualar salarios entre hombres y mujeres no es dar pasos en la buena dirección" se plante un lacito morado en la solapa al día siguiente de la huelga, asegurando que "seguirá trabajando por la igualdad real entre hombres y mujeres". El mismo presidente que lidera el partido que menos medidas incluye en su programa político para lograr la igualdad y que tiene paralizado desde hace meses el presupuesto acordado para poder activar el Pacto de Estado contra la Violencia de Género.
Algo ha sucedido para que aquellos que antes nos consideraban unas locas, minoría o radicales ahora quieran hacerse una foto a nuestro lado. El presidente de Ciudadanos, otro de los partidos políticos que junto al PP tampoco secundaba la huelga, se ha levantado de buena mañana declarando que estará encantado... ¡¡de liderarnos!! Claro, habrá pensado: "todas esas mujeres irracionales que no saben lo que hacen, necesitan de un hombre blanco, europeo y heterosexual para encauzarlas". Quizás vio las fotos de las cientos de miles de mujeres que llenábamos las calles y creyó que aquello era una estampida de animales salvajes y él, el domador de las fieras. Albert Rivera, que hace literalmente tres días aseguraba que no era machista ni feminista, y desconocía que el feminismo busca la igualdad, ahora quiere situarse a la cabeza. Y deja claro que no tiene ninguna intención de escucharnos (ha bloqueado en su cuenta de Twitter a la Comisión del 8M organizadora de la huelga) ni colocarse al lado como aliado, sino estar por encima. Otra prueba más de que no tiene ni idea.
Después del #8M hay algo ha quedado patente: si no eres feminista estás fuera. Fuera del mundo actual. Fuera de la sociedad. Fuera de lo deseable. Fuera de las personas con las que te quieres relacionar. No nos extraña que se hayan dado volantazos y derrapes de última hora para cambiar de dirección. En el fondo nos alegramos, cuantas más personas seamos apoyando la igualdad mucho mejor. Si tú también eres un Albert Rivera que se ha acercado a última hora a esto del feminismo por el qué dirán: bienvenido/a. En el movimiento feminista acogemos con los brazos abiertos a todas las personas que se quieran sumar. Y para demostrar que el deseo es sincero, aquí van unos cuantos apuntes básicos para que no resbaléis en los debates públicos ni hagáis el ridículo cuando se hable de feminismo.
El feminismo NO es una etiqueta negativa. SÍ es ideología y también es política. Nuestra profesión nos etiqueta. Nuestros gustos culturales nos etiquetan. Nuestra forma de comportarnos nos etiqueta. Si no nos molesta que nos clasifiquen como panaderos, rockeras u optimistas ¿por qué nos avergüenza que nos consideren a favor de la igualdad? El feminismo es una ideología porque recoge un pensamiento y unas creencias sobre una situación real del mundo: la desigualdad de género.Y es política, porque da forma a los asuntos que tienen que ver con la polis (la comunidad) proponiendo formas activas de organizar y de estar, en igualdad, dentro de esa comunidad.
El feminismo está directamente relacionado con el conocimiento. La única forma de poder ser feminista es deconstruyendo todas las creencias y gestos que no percibimos como machistas porque hemos nacido en una cultura que los normaliza. Cuanto más conocimiento tengamos, más capaces seremos de detectarlos. Ser conscientes es el paso previo e imprescindible para poder cambiarlos. Para eso es vital leer a las autoras que se han dedicado a desgranarlos a través de sus libros: Kate Millet, Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, Judith Butler, Silvia Federici, Celia Amorós, Angela Davis, Ana de Miguel, Nuria Varela, Chimamanda Ngozi Adichie... Y seguir a las que lo hacen cada día de manera muy activa en medios y redes.
No existen tantos feminismos como personas. El feminismo no es una interpretación ni tampoco un adorno customizable para el pelo. No hay nuevos feminismos ni tampoco viejos, el objetivo es siempre el mismo: lograr la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres. Las estrategias y medidas que se toman para lograr esa igualdad van cambiando con los tiempos y las necesidades, pero la definición no cambia.
El feminismo no es una lucha de mujeres contra hombres, sino de todas las personas contra una cultura machista que nos perjudica como sociedad. No es cierto que las mujeres odiemos a los hombres. La forma desigual de relacionarnos sólo podemos cambiarla de la mano. Nuestras reivindicaciones pueden tener tonos y formas diferentes, pero no hay que olvidar que el objetivo es siempre la igualdad.
Albert, esperamos que estas notas te ayuden en tu camino hacia la igualdad. No necesitamos líderes, el feminismo es precisamente un movimiento que defiende la horizontalidad, donde no haya personas que tengan más poder ni decidan sobre otras. Pero sí te queremos de aliado, a nuestro lado. Desbloquea a las compañeras de la Comisión del 8M y si puedes, pásale también estas notas a Dolors Montserrat, Ministra de Igualdad, que a juzgar por sus últimas declaraciones en las que reniega del término "feminista" las necesitará.