Guía rápida para entender las elecciones de diciembre en Reino Unido
Johnson parte como favorito en unos comicios que son casi un segundo refrendo sobre el Brexit , un intento de desbloquear de una vez el divorcio de la UE
No quedaba otra. Reino Unido ha optado por adelantar sus elecciones y convocarlas el próximo 12 de diciembre, casi tres años antes de lo esperado. Más que unos comicios, estamos ante un segundo referéndum de facto sobre el Brexit, tras el de 2016, que aún no ha cuajado en el divorcio de Europa por el que apostaron los ciudadanos. El objetivo principal de esta convocatoria, por encima de cualquier otro, es desbloquear de una vez esa separación.
El actual primer ministro, el conservador y ultrapartidario del adiós a Bruselas Boris Johnson, parte como favorito en todas las encuestas, pero la incógnita es si será capaz de lograr una mayoría absoluta que le dé estabilidad en el Parlamento, ese que ahora califica de “incansablemente obstruccionista”. No se lo parecía tanto cuando eran él y sus tories más extremistas los que le ponían la zancadilla a su predecesora, Theresa May.
Estas son las claves para entender una convocatoria insólita en la historia por el bloqueo institucional en el que se encuentra el país, y también atípica: no había una campaña electoral en el crudo invierno desde 1923.
Por qué se convocan ahora
Las elecciones eran la única salida honrosa que le quedaba a los políticos británicos. El pasado verano, la premier May dimitió después de ver tumbado en tres ocasiones en la Cámara de los Lores el acuerdo que había firmado con la UE para la salida de Reino Unido. No sólo se le pusieron en contra la oposición y sus entonces socios de Gobierno, sino hasta buena parte de su partido, el Conservador.
Se abrió un proceso de relevo en la formación y en el 10 de Downing Street, en el que arrasó el actual mandatario, Johnson. Pese a ello, heredó una debilidad en la Cámara que le ha impedido aprobar leyes y que no le ha permitido convocar elecciones anticipadas hasta el cuarto intento, y sólo cuando los laboristas han accedido a ello. Ha querido suspender los Comunes, paralizar su actividad, para poder seguir con sus planes. La justicia se lo ha reprochado.
Estaba dispuesto a aplicar un Brexit duro, a las bravas, pero in extremis, el pasado 17 de octubre, acabó rehaciendo el texto acordado por May y cerrando un nuevo pacto con la UE. Pero tenía que ser ratificado por los diputados de casa y Johnson se topó con un puñado imposible de noes: los de los unionistas y los escoceses, por ejemplo. Forzado por el Parlamento, sin querer, a través de un documento que se negó a firmar siquiera, el primer ministro acabó pidiendo una prórroga para ratificar el divorcio. Ahora él o quien salga de las urnas tiene hasta el 31 de enero de 2020 como plazo.
Hubo semanas de intenso y enfebrecido debate parlamentario, con todas las fuerzas pidiendo un adelanto electoral salvo los laboristas, que antes de eso querían tener la separación de los Veintisiete cerrada. Su líder, Jeremy Corbyn, accedió al fin, el 29 de octubre pasado, ir a las urnas. Una convocatoria que puede que no resuelva nada, pero que era insoslayable.
El favorito
Johnson, el conservador, es a quien todas las encuestas señalan como el vencedor de los comicios. Le dan aproximadamente un 40% de los votos, frente al 24% de los laboristas. También gana claramente en cuanto a apoyos populares: gusta al 39% de sus convecinos, cuando Corbyn no pasa del 16% de simpatías. Si de uno gusta que sea echado para adelante, simpático y hasta se le disculpa que se pase se vueltas, del otro disgusta que sea ambiguo, cambiante.
El diario The Telegraph -de tendencia tory y del que Johnson fue hasta corresponsal- publicó hace semanas que si el primer ministro no cumplía con su promesa, repetida hasta el cansancio, de irse de la UE el 31 de octubre, los electores se lo iban a hacer pagar con un castigo. Está por ver si esto sucede. Por ahora los sondeos no lo detectan.
Tampoco se ha visto en la campaña por dónde tirará el premier para lograr más escaños, si se hará más radical para robarle votos al Partido del Brexit de Nigel Farage, o si se templará y se moderará un poco, en busca del centro.
El bipartismo que ha caracterizado a la Cámara desde 1922 es cosa del pasado. Hay otras fuerzas en los Comunes y se hace más complicado lograr la mayoría absoluta. Con ella, Johnson hasta se puede permitir el lujo de irse por las malas de Europa (aunque por ahora se compromete a ratificar el último documento cerrado con Bruselas). Sin ella, seguirá condenado. Será prácticamente imposible llegar a acuerdo alguno sobre el Brexit.
Hay alianzas casi descartadas, como las del probritánico Partido Democrático Unionista de Irlanda del Norte (DUP) (la pelea aduanera con Irlanda es la clave para esta formación, que ha sido bastón del Gobierno) o el Partido Nacional Escocés (SNP) (partidarios de quedarse en la UE). Hay mucha atención puesta en lo que hagan los liberaldemócratas, al alza hasta el punto de poder ser llave de gobernabilidad.
Los problemas
Como explica la BBC, en estas terceras elecciones en cuatro años las preocupaciones de los ciudadanos han virado, como el sentido de su voto. Pese al tirón popular de Johnson, los resultados son poco claros, en un país en el que el 49% de los electores ha cambiado de partido favorito entre las elecciones de 2010, 2015 y 2017. Cambian los elegidos y los problemas.
Si en 2015 los votantes hablaban, por este orden, de su preocupación por la salud, la inmigración, la economía, la delincuencia y la Unión Europea, en 2019 el giro ha sido brutal: la UE y el Brexit están arriba del todo, seguidos (a 35 puntos de distancia) de la salud, la delincuencia, la economía y la inmigración.
Las encuestas demuestran el “cansancio” de unos ciudadanos que llevan tres años esperando un adiós de Europa que no llega, con una clase política aún dividida entre los que se quieren quedar en el club comunitario, los que se quieren ir aunque sea sin acuerdo y los que pelean por un acuerdo como mal menor.
Es importante, por tanto, estar pendientes de la abstención. En 2017, la participación fue alta, del 68,7%. La movilización juvenil fue menor (59%) y la de los jubilados, superior (77%). Hay 46 millones de electores llamados a participar.
Cómo están ahora las cosas
La Cámara de los Comunes se compone de 650 escaños. La mayoría absoluta está, pues, en 326. Actualmente, los conservadores tienen 318 diputados y los laboristas, 262; el SNP ha sido la llave estos años, con 35.
Reino Unido tiene dos Cámaras: la de los Comunes es la baja y la de los Lores, la alta. Los miembros de esta última, sin embargo, no son elegidos en los comicios, sino nombrados por la reina, Isabel II, a petición del jefe de Gobierno.