Guía para entender la investigación sobre la trama rusa y Donald Trump
Todas las claves, explicadas paso por paso.
Antes de nada, ¿cuándo empezó esta investigación sobre Trump y Rusia? 🇷🇺
Hace dos años o un millón de noticias, más o menos. La investigación original del FBI sobre la trama rusa de Trump se puso en marcha en verano de 2016, antes de la campaña presidencial en Estados Unidos, aunque la gente todavía no estaba muy al tanto. En contraste con lo extremadamente pública que fue la investigación que realizó el FBI del uso que hizo Hillary Clinton de un servidor privado de correos electrónicos, la agencia siguió el protocolo y en ningún momento reconoció públicamente que la campaña presidencial de Donald Trump estaba bajo investigación por sus vínculos con un gobierno extranjero hostil.
La poca cobertura que hubo entonces de dicha investigación minimizó su importancia. No mucho antes de la jornada electoral, The New York Timespublicó en un artículo que los investigadores no habían "encontrado ningún vínculo concluyente ni directo entre el señor Trump y el gobierno ruso".
No fue sino hasta mucho después de la toma de posesión de Trump cuando el entonces director del FBI, James Comey, confirmó de forma pública que la agencia estaba investigando ciertas conexiones entre algunos socios de Trump y el gobierno ruso.El Timesadmitió más adelante que el reportaje que habían publicado antes de las elecciones "daba un aire de finalización a una investigación que no había hecho más que empezar" y que echaba tierra sobre el dato fundamental de la investigación sobre la campaña de Trump y su relación con Rusia.
¿Cuándo y por qué se involucró Robert Mueller? 🚨
En mayo de 2017, Trump despidió a Comey y admitió un día después que había tenido el tema de Rusia en mente cuando tomó la decisión. Rod Rosenstein, fiscal general adjunto, supervisaba la investigación por entonces, ya que el propio fiscal general, Jeff Sessions, había renunciado a formar parte de cualquier investigación concerniente a la campaña de Trump. La renuncia de Jeff Sessions se produjo en medio de fuertes presiones por haber ocultado que se reunió con el embajador ruso durante dicha campaña.
Con la agencia aún agitada por el despido de Comey, Rod Rosenstein nombró fiscal especial a Robert Swan Mueller III (apodadoBobby Tres Palitos) el 17 de mayo de 2017. Ese mismo día, Mueller hizo el único comunicado público que ha emitido desde que asumió el cargo: "Acepto esta responsabilidad y haré mi trabajo tan bien como pueda".
Rosenstein declaró en ese momento que su decisión se basó en las circunstancias únicas de la situación: "El interés general me obliga a poner esta investigación bajo la autoridad de una persona que ejerza con cierta independencia de la cadena de mando normal".
Pero, ¿Rosenstein no tuvo nada que ver con el despido de Comey?
Pues sí. Rosenstein, a petición de Trump, escribió un memorando en el que abogaba por el despido de Comey. Irónicamente, pese a que Trump había insistido durante mucho tiempo en que Comey fue demasiado blando con Hillary Clinton, el memorando de Rosenstein argumentaba que la investigación realizada durante la campaña presidencial de 2016 sobre el servidor de correos Clinton fue desleal y violó el protocolo del Departamento de Justicia. Probablemente no importaba demasiado, ya que Trump había asegurado que iba a despedir a Comey dijera lo que dijese Rosenstein en su memorando. Sin embargo, esa fue la historia que la Casa Blanca intentó vender: que Trump despidió a Comey por ser desleal hacia Clinton. Rosenstein, según ciertas informaciones, mostró su disconformidad por ser utilizado por la Casa Blanca como la cabeza visible que instigó el despido de Comey.
¿De qué se tiene que ocupar Robert Mueller?
Según el memorando de Rosenstein, el cometido de Robert Mueller es investigar "cualquier vínculo o coordinación entre el gobierno ruso y personas asociadas a la campaña del presidente Donald Trump", así como ocuparse de "cualquier asunto que surja o pueda surgir directamente durante la investigación".
¿Y qué es un fiscal especial?
En muchos aspectos es como un fiscal corriente, pero tiene más independencia de la cadena de mando normal. Las leyes federales establecen que se puede nombrar un fiscal especial si existe conflicto de intereses o si hay "circunstancias extraordinarias".
Un fiscal especial no es lo mismo que un fiscal independiente, que es lo que hubo en la investigación contra el expresidente Bill Clinton. El estatuto que regulaba el nombramiento de fiscales independientes expiró en 1999, y un fiscal especial no es tan independiente como un fiscal independiente. Mueller, como fiscal especial, responde ante Rosenstein. Sin embargo, las leyes no permiten despedir a Mueller de su cargo de fiscal especial sin un buen motivo.
Pero, ¿no aseguró la Casa Blanca que Trump podía despedir a Robert Mueller?
Lo hizo. Es un asunto legal algo opaco. Un escenario más plausible sería que Trump ordenara a Rosenstein que despidiera a Mueller, algo que Rosenstein, casi con toda certeza, rechazaría hacer. Establecería un panorama similar a la Masacre del sábado por la noche del expresidente Richard Nixon, por el que el presidente tendría que ir abriéndose paso por la cadena de mando ―mediante despidos o dimisiones― hasta encontrar a una persona dispuesta a ejecutar su orden.
Algunos republicanos han adelantado que no apoyarían a Trump si despidiera a Mueller. El senador Chuck Grassley, del estado de Iowa, declaró que ese despido sería un "suicidio". No obstante, destacados partidarios de Trump han participado en una interminable campaña contra la investigación de Mueller que ha logrado convencer a muchos votantes de Trump de que el presidente está siendo perseguido injustamente por el "estado profundo". Esto podría darle a Trump cierto colchón político para despedir a Mueller.
¿Quién es Robert Mueller?
Para empezar, es republicano. Y, hasta que empezó como fiscal especial, tenía grandes admiradores a ambos lados del panorama político estadounidense.
Mueller se graduó en Princeton y fue un oficial de la marina muy condecorado que sirvió en Vietnam. Pasó la mayor parte de su carrera profesional en el Departamento de Justicia. El expresidente Ronald Reagan recurrió a él para que ejerciera como fiscal de Massachusetts y posteriormente pasó a dirigir la División Penal del Departamento de Justicia, un puesto clave en el que supervisaba a cientos de fiscales y los principales procesos judiciales. Tras la victoria de Bill Clinton, Mueller hizo lo que muchos fiscales hacen cuando su partido no está en el gobierno: se fue al sector privado.
Parece lo típico
Lo es. Pero Mueller no estuvo mucho tiempo en el sector privado. No tardó en ponerse en contacto con Eric Holder, el entonces dirigente de la fiscalía del distrito de Columbia, un organismo único que procesa los delitos federales y locales de la capital del país. Washington sufría por entonces una tasa de homicidios tremendamente elevada y Mueller quería hacerse cargo de los casos de asesinato. Se convirtió en "el novato más viejo e improbable de la historia del departamento de homicidios" y posteriormente asumió el cargo de la sección.
Mueller fue nombrado después fiscal del Distrito Norte de California, donde trabajó hasta que su partido recuperó el gobierno y George W. Bush le pidió que tomara el cargo de fiscal general adjunto, el número 2 de todo el Departamento de Justicia del país. Posteriormente, Bush lo nombró director del FBI y asumió el cargo una semana antes del 11-S, un atentado que provocó la transformación del FBI en una agencia antiterrorista.
Mueller se había ganado el respeto unánime del Senado de tal forma que, en 2011, tras una década al frente del FBI, fue renovado por dos años más. En 2013 dejó de ser director del FBI tras el periodo más largo al mando de la agencia desde John Edgar Hoover, que la dirigió durante 48 años.
Se debió forrar en el sector privado, ¿no? 💰💰💰
Sí. Mueller dejó atrás su sueldo en la compañía WilmerHale al ser nombrado fiscal especial y también logró convencer a algunos de sus colegas para que dejaran sus lucrativos empleos y se unieran a su equipo.
Vale, ¿y qué pasa con Rosenstein? A Trump y a los presentadores de Fox News no les cae demasiado bien. ¿Es demócrata?
No.
¿Seguro?
Sí. Lleva toda la vida siendo republicano. Incluso escribió una carta al periódico de su universidad para quejarse por la "vergonzosa" actitud del periódico hacia los partidarios de Ronald Reagan y para instarle a "reconocer y respetar la atracción que genera Reagan en el estadounidense medio". A comienzos de su carrera, Rosenstein trabajó con el republicano Ken Starr, el fiscal independiente que investigó a Bill Clinton.
Pero Trump dijo que Rosenstein es de Baltimore y que no hay muchos republicanos en Baltimore
Rosenstein no es de Baltimore. Lleva años viviendo en el barrio residencial de Bethesda (Maryland). Trabajó en una oficina de Baltimore cuando era fiscal del distrito de Maryland, un puesto que le fue asignado por George W. Bush (quien más tarde propuso a Rosenstein como juez en el tribunal federal de apelaciones).
¿Es necesaria otra prueba de que Rosenstein es republicano? Puede valer el hecho de que el propio Trump lo colocó segundo al mando en el Departamento de Justicia.
Entonces, ¿por qué están los partidarios de Trump arremetiendo contra un republicano como Rosenstein?
Por decirlo de forma simple: para proteger a Trump. Rosenstein está supervisando la investigación de Mueller, a la que Trump se ha referido como una "caza de brujas". De modo que, con la excusa de la supervisión del Congreso, Rosenstein se ha convertido en diana. A diferencia de Trump, Rosenstein respeta la separación de poderes entre la Casa Blanca y el Departamento de Justicia.
¿Qué es eso de destituir a Rosenstein? ¿Se puede acaso destituir al fiscal general adjunto?
Algunos representantes republicanos han hablado sobre la desobediencia a la autoridad por parte de Rosenstein y llevan meses aireando la idea de destituirlo. Algunos de los mayores apoyos de Trump en el Capitolio llegaron a preparar los artículos para su destitución a finales de julio. La destitución, que la constitución estadounidense vincula con la traición, el soborno y otros delitos graves y faltas, es evidentemente un proceso muy infrecuente, y aún más si no se trata de presidentes. La última vez que fue destituido por la Cámara de Representantes un miembro del poder ejecutivo que no fuera el presidente sucedió en 1876. Mencionar la posibilidad de destituir al número 2 del Departamento de Justicia por un conflicto documental es bastante extraordinario. El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, no cedió a las presiones de estos republicanos.
Vale, Mueller y Rosenstein son republicanos. ¿Por qué el equipo de Mueller está repleto de demócratas?
Es cierto que hay varios demócratas en el equipo de Mueller. The Washington Postdescubrió que 13 de los 17 miembros de su equipo se habían registrado en el pasado como demócratas. Nueve habían hecho donaciones al partido y seis de ellos, a Hillary Clinton.
Sin embargo, es importante comprender esta estadística en su contexto. A los fiscales federales se les permite participar en determinadas actividades políticas cuando no están de servicio, y se supone que luego aparcan para más tarde la política a la puerta del despacho. Mueller, en teoría, tampoco tuvo en cuenta la afiliación política a la hora de realizar las contrataciones. Sin embargo, el hecho de que la investigación corra a cargo de un republicano y esté siendo supervisada por otro republicano (nombrado por el propio Trump) le resta algo de credibilidad al asunto.
¿Cuánto dinero cuesta la investigación de Mueller?
Aproximadamente 7,7 millones de dólares (unos 6,6 millones de euros) a fecha del 31 de marzo. Es más o menos lo que gasta el gobierno federal por minuto. El presupuesto del Departamento de Justicia para 2018 es de 28.100 millones de dólares (unos 24.000 millones de euros).
¿Qué ha conseguido Mueller con ese presupuesto?
Ha realizado una buena serie de acusaciones y ha logrado unas cuantas admisiones de culpabilidad. El equipo de Mueller ha participado en la acusación de 32 personas y tres empresas rusas. Ha garantizado la acusación de cuatro miembros de la campaña de Trump: Paul Manafort, Richard Gates, George Papadopoulos y Michael Flynn. Todos ellos, salvo Paul Manafort han declarado su culpabilidad. El primero de los dos juicios a los que está citado Paul Manafort se celebró a finales de julio.
La mayoría de los acusados en la investigación de Mueller (26 de ellos rusos) probablemente no se presentarán a declarar en los tribunales estadounidenses a corto plazo. Sin embargo, gracias a dos de las acusaciones se logró una descripción de los importantes esfuerzos orquestados desde Rusia para intervenir en las elecciones de 2016.
Una de las acusaciones giraba en torno a las cuentas rusas de Facebook y Twitter, ¿verdad? 💻
Verdad. En febrero, un gran jurado federal procesó a 13 rusos acusados de formar parte de una conspiración para influir en las elecciones de 2016 mediante el uso de las redes sociales. Este gran jurado concluyó que existía una causa razonable para pensar que los rusos se hicieron pasar por estadounidenses, pagaron para colocar anuncios políticos y organizaron mítines políticos para impulsar la candidatura de Trump y desacreditar la de Hillary Clinton.
Es un caso ciertamente fascinante. La acusación alega que los rusos orquestaron una operación multimillonaria con el fin de provocar una "guerra de información contra los Estados Unidos de América". Fingían ser estadounidenses y organizaban grupos y páginas web sobre problemas políticos y sociales divisorios con nombres como "Secured Borders" (Fronteras protegidas), "Blacktivist" (Activista negro), "United Muslims of America" (Musulmanes Unidos de América), "Army of Jesus" (Ejército de Jesús), "South United" (Sur Unido) y "Heart of Texas" (Corazón de Texas). Captaron a cientos de miles de seguidores. Los especialistas que llevaban estas páginas tenían instrucciones de criticar a Hillary Clinton a la mínima oportunidad que tuvieran. Una página manejada por uno de los rusos acusados, llamada "Woke Blacks" (Negros concienciados) instaba a sus seguidores a no votar a "Killary" (un juego de palabras entre Kill, 'matar', y Hillary): "No podemos conformarnos con el menor de dos demonios". En esa misma publicación también se decía que lo mejor que podían hacer los negros era no votar.
Los rusos, al parecer, también pagaron a estadounidenses reales para que participaran en manifestaciones contra Hillary Clinton, entre ellos una estadounidense que cobró por disfrazarse de ella con uniforme de presidiaria durante una manifestación en West Palm Beach (Florida). También colaboraron con "individuos involuntarios asociados con la campaña de Trump" que no eran conscientes de que su verdadera nacionalidad era rusa.
¿Qué efecto surtió realmente la injerencia rusa en las redes sociales durante las elecciones de 2016?
Es complicado de calcular. Lo cierto es que la propaganda rusa alcanzó a un montón de estadounidenses. Por ejemplo, un anuncio en Facebook titulado "Florida Goes Trump" (Florida está con Trump) para organizar una manifestación alcanzó a 59.000 usuarios, 8300 de los cuales clicaron, según la acusación. Una cuenta rusa que se hacía pasar por el Partido Republicano de Tennessee tenía más de 100.000 seguidores. Los rusos compartían muchas publicaciones del medio de extrema derecha Breitbart. Pero aparte de lo que diga la acusación, se sabe que la actividad rusa en Facebook e Instagramalcanzó a 146 millones de personas como mínimo.
¿Y qué pasa del hackeo del Comité Nacional Demócrata y de la campaña de Clinton?
En julio, un gran jurado federal imputó a 12 agentes rusos de inteligencia militar por hackear la campaña de Clinton y el Comité Nacional Demócrata (DNC, por sus siglas en inglés) durante las elecciones de 2016. La denuncia acusaba a dos unidades del Departamento de Inteligencia de la Federación Rusa de llevar a cabo "ciberoperaciones a gran escala para interferir en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016".
Hace tiempo el Gobierno de Estados Unidos llegó a la conclusión de que Rusia estaba detrás de los hackeos. Pero la acusación, que se vino abajo días antes de la reunión del 16 de julio entre Donald Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin, en Helsinki, ofreció la perspectiva más detallada de la campaña rusa hasta la fecha, y específicamente alegó que dos ciberpersonas ―DCLeaks y Guccifer 2.0 ― estaban siendo operadas directamente por los rusos.
Curiosamente, la acusación también dice que el mismo día que Trump llamó a Rusia para "encontrar" los 30.000 correos electrónicos de Clinton (el 27 de julio de 2016) los rusos trabajaron "horas extra" para intentar hackear cuentas de correo electrónico albergadas por un tercer proveedor que se usaba en la oficina personal de Clinton.
¿Y cómo el hackeo de los rusos afectó a las elecciones?
De nuevo, es difícil cuantificarlo. Se sabe que el hackeo de mails tuvo un efecto tremendo en la cobertura de noticias de la campaña electoral. La presidenta del DNC, Debbie Wasserman Schultz, dimitió días después de que los correos hackeados mostraran que los trabajadores del DNC se burlaban de la campaña por las primarias del senador Bernie Sanders. El hackeo de la cuenta de Gmail del director de campaña de Clinton, John Podesta, ofreció carnaza a los periodistas, con revelaciones sobre los discursos de Clinton en Wall Street; debates sobre el catolicismo y las preguntas que supuestamente iba a hacer la CNN a Clinton enviadas por Donna Brazile. Por lo tanto, el hackeo dio lugar a una cobertura informativa que, definitivamente, tuvo un considerable efecto en las noticias sobre las elecciones, aunque es complicado precisar exactamente hasta qué punto influyó en los votantes.
Rosenstein señala que la acusación no incluía "ninguna alegación de que la conspiración alterara el recuento de votos o cambiara el resultado electoral". Eso es cierto, pero en realidad no significa demasiado, ya que sería raro e irresponsable por parte de los federales especular sobre el efecto de la injerencia rusa en la mente de los votantes.
Pero, ¿qué papel juega Paul Manafort en la investigación Trump-Rusia?
Manafort es el exdirector de campaña de Trump y tiene una larga trayectoria en la política republicana. Se entregó a los federales a finales de octubre 2017 después de que un gran jurado lo acusara de múltiples cargos relacionados con su trabajo para el Gobierno ucraniano. La fianza de Manafort se revocó en junio después de que fuera acusado de obstrucción a la justicia y manipulación de pruebas.
Los cargos contra Manafort no están directamente relacionados con su trabajo para la campaña de Trump, pero sí se vieron como una forma de que Mueller obtuviera información valiosa de Manafort. Él mantuvo estrechos vínculos con los rusos y estuvo presente en la famosa reunión en la Torre Trump en la que Donald Trump Jr. y Jared Kushner charlaron con una fiscal asociada al Kremlin de la que esperaban obtener trapos sucios de Hillary Clinton. Aparentemente, no les ofreció nada.
El caso contra Manafort es realmente complejo. Pero tiene mucho que ver con su trabajo en la sombra para un partido político pro-Putin en Ucrania, y también tiene mucho que ver con evasión de impuestos.
Había otro tipo acusado junto con Paul Manafort, ¿no?
Sí: Rick Gates. Él era representante de Manafort, y también trabajó en la campaña de Trump y en su investidura. Lleva cooperando con el equipo de Mueller desde febrero después de llegar a un acuerdo negociado en el que se declaró culpable de un cargo fiscal y de mentir a los investigadores de Mueller y al FBI.
¿Y qué hay de Michael Flynn?
Flynn, ex asesor de Seguridad Nacional de Trump, trabaja con el equipo de Mueller desde diciembre de 2017. Se declaró culpable de mentir al FBI sobre sus conversaciones con el embajador ruso durante la transición presidencial. Lo cual no es asunto menor: un agente veterano de la Administración Trump admite que mintió a investigadores federales sobre sus conversaciones con el embajador ruso Sergey Kislyak.
¿No intentó Trump que James Comey dejara el caso de Flynn?
Sí, de acuerdo con la versión de Comey. El ex director del FBI testificó el año pasado que, después de que se pidiera a Flynn que dimitiera por engañar al vicepresidente Mike Pence sobre sus conversaciones con el embajador ruso, Trump dijo a Comey en privado que esperaba poder "ver que todo se despejaba" y se pasaba el asunto, y además describió a Flynn como un "buen tipo".
¿Y qué tiene que ver Michael Cohen en todo esto? 💰
Tiene que ver. El equipo de Mueller no está investigando a Cohen directamente, pero la oficina del fiscal de Estados Unidos para el Distrito Sur de Nueva York supuestamente inició su investigación en parte por una referencia del despacho de Mueller. La revelación de Cohen de una grabación secreta de 2016 que muestra a Trump y a Cohen hablando de un pago a una chica Playboy que dijo que había tenido una aventura con Trump da a entender que podría estar intentando cerrar un trato. Pero como el equipo de Mueller no supervisa la investigación de Cohen, puede que las cosas se compliquen un poco.
¿Ha ido alguien ya a la cárcel? 🔒
Solo una persona: Alex van der Zwaan. Antes era un abogado con residencia en Londres que trabajaba con Gates, Manafort y Konstantin Kilimnik, otro asociado de Manafort que fue imputado en junio cuando él y Manafort fueron acusados de manipulación de testigos y obstrucción a la justicia. Van der Zwaan pasó una breve temporada en una prisión federal y fue deportado a los Países Bajos.
Vale, volviendo al asunto Trump-Clinton-Rusia. ¿Qué pasa con George Papadopoulos? ☕
George Papadopoulos fue en realidad la primera persona arrestada en la investigación Mueller. Eso ocurrió el 27 de julio de 2017. Pero el equipo de Mueller mantuvo silencio durante tres meses hasta que abrió el caso contra Papadopoulos el mismo día que Manafort fue arrestado. Papadopoulos ha cooperado con ellos desde entonces.
El equipo Trump dice que Papadopoulos simplemente era un "voluntario" en la campaña, o incluso un "chico de los cafés". No obstante, durante la campaña, Trump describió al antiguo asesor de política de campaña como un "tío excelente". También hay una foto en la que se ve a Papadopoulos en una reunión con Trump y Sessions en marzo de 2016. Papadopoulos asegura que él mencionó durante esa reunión que tenía las conexiones suficientes para organizar un encuentro entre Trump y Putin. Sessions afirma que él les quitó la idea de que los oficiales de campaña de Trump se reunieran con los rusos, aunque otros han negado la versión de Sessions.
Probablemente Papadopoulos tenga respuestas a muchas de las preguntas clave sobre la relación de la campaña de Trump con Rusia. Fue su reunión en mayo de 2016 con un diplomático australiano en un bar de Londres lo que desencadenó la investigación de Rusia. Él contó al diplomático que se había reunido con un profesor con vínculos con los rusos que dijo que el Kremlin tenía "basura" sobre Clinton. Eso fue meses antes de que salieran a la luz los materiales hackeados.
Papadopoulos admitió que mintió al FBI en cuanto al asunto de la "basura" de los rusos contra Clinton. Dice que eso fue antes de unirse a la campaña, pero en realidad fue un mes después de entrar al equipo de Trump.
¿Así que Trump sabía todo esto? ¿Y qué hay de la acusación de que Trump obstruyó la justicia?
Lo que sabía exactamente Trump sobre los esfuerzos de Rusia por influir en las elecciones de 2016 sigue siendo una pregunta abierta. Trump, por supuesto, insiste en que no hubo "colusión", mientras que niega o quita importancia al consenso universal de la comunidad de inteligencia de que Rusia estuvo detrás de la injerencia en 2016.
Pero se sabe desde hace meses que el equipo de Mueller ha estado más centrado en la cuestión de la obstrucción. El caso de obstrucción contra Trump se centraría en su supuesto intento de intervenir en el caso de Flynn, en su decisión de echar a Comey y en sus intentos para que Sessions diera marcha atrás en su acusación. El equipo de Mueller incluso expuso a los abogados de Trump algunas de las preguntas que querían plantear.
Sabemos que Mueller quiere hablar con Trump, y Trump ha dicho que acepta la entrevista. Pero su equipo legal está menos emocionado con la idea.
Cada vez parece más improbable que se produzca esa entrevista. El abogado de Trump Rudy Giuliani dijo hace poco que el equipo legal no estaba dispuesto a dejar que Trump respondiera a las preguntas sobre obstrucción a la justicia. Creen que Trump, amparado por el Segundo Artículo de la Constitución, tiene poder para nombrar y despedir a miembros de su Administración, así que no debería ser cuestionado por sus decisiones de contrataciones y despidos.
¿CÓMO VA A ACABAR TODO ESTO?
Probablemente, no con una imputación del presidente, aunque el equipo de Mueller crea que Trump cometió un delito. La opinión del Departamento de la Justicia es desde hace tiempo que un presidente no puede ser imputado mientras está en el cargo. Entre los círculos legales hay desacuerdo, pero Mueller es de seguir la norma a pies juntillas, y es poco probable que siente un precedente, aunque piense que Trump ha quebrantado la ley. Además, los abogados del presidente afirman que los investigadores de Mueller le dijeron directamente que no imputarán al presidente.
Vale, entonces ¿qué va a hacer el equipo de Mueller?
Podrían redactar un informe sobre la conducta del presidente y enviarlo al Congreso para que sea usado potencialmente en un proceso de impeachment (o juicio político para destituirlo). O podrían citar a Trump como co-conspirador no imputado en documentos judiciales. La opción de enviar un informe al Congreso parece más viable. Se desconoce qué forma tomaría dicho informe.
¿Pero destituirá el Congreso a Trump?
No si se mantiene bajo control republicano, eso seguro. No hay muchos congresistas republicanos que digan que destituirían a Trump si él mismo se indultara. También los demócratas han sido bastante cautos al hablar de un impeachment a Trump. Al final, la composición del Congreso después de las elecciones de mitad de mandato y el momento en que salga el informe de Mueller —si es que llega a emitir uno— será bastante crucial para determinar el final de toda esta historia.
Así que la opinión pública importa, ¿no? Estos ataques republicanos a Mueller y Rosenstein y al FBI empiezan a tener mucho más sentido.
Exactamente. Giuliani de algún modo desveló el juego durante una aparición en la CNN a finales de mayo, explicando que, aunque él y los simpatizantes de Trump habían atacado al abogado especial y la investigación de Rusia, el objetivo de convencer a los estadounidenses de "cuestionar la legitimidad" de la investigación era parte de una estrategia de relaciones públicas para proteger al presidente.
"Esto es por la opinión pública, porque al final la decisión aquí es destituir o no destituir. Los congresistas, demócratas o republicanos, van a ser informados por sus electores. Por tanto, nuestro jurado es —y debería ser— el pueblo americano", sentenció Giuliani.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco y Marina Velasco Serrano.