La guerra de Ucrania también se libra en la ONU
El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, busca un papel digno, mientras cada país defiende su "relato" de la guerra.
La guerra de Ucrania también se está librando en los pasillos de las Naciones Unidas, donde arrecia la pugna entre Rusia, sostenida discretamente por China, y los países de Norteamérica y Europa, principalmente, que tratan cada uno por su lado de sacar adelante una resolución donde prime su “relato” de la guerra.
En estos momentos Rusia tiene pendiente una “resolución de carácter humanitario” que quiere presentar ante el Consejo de Seguridad, mientras que los países llamados “occidentales”, hasta los rusos usan esta denominación, promueven otra, pero en su caso en la Asamblea General, donde las resoluciones no tienen carácter vinculante pero tampoco pueden ser vetadas por ningún país.
Para que no pareciese que está sola, Rusia ha tratado de encontrar acompañantes para su “resolución humanitaria”, pero sus adversarios no se han quedado de brazos cruzados: “Colegas de otras delegaciones nos hablan de presión política sin precedente y de chantaje para no copatrocinarlo”, dijo ayer en el Consejo el representante ruso, Vasili Nebenzia.
No citó a países concretos, pero evidentemente hablaba de los actualmente miembros del Consejo y que están en una zona gris, sin adoptar la agresiva postura de los “occidentales”, es decir, países como Brasil, Kenia, Gabón, Ghana o los Emiratos Árabes, que aunque condenaron en su mayoría la invasión de Ucrania se han limitado después a pedir que todo se resuelva mediante negociación y diplomacia, sin emitir críticas a Moscú.
Los países europeos del Consejo, Reino Unido, Francia, Noruega, Irlanda y Albania, han demostrado desde que comenzó la crisis una unidad sin fisuras coincidente con Estados Unidos, y en algunos casos han sumado a México, que ha presentado la próxima resolución ante la Asamblea conjuntamente con Francia.
Y mientras tanto, Rusia ha promovido hoy mismo en el Consejo otro debate sobre lo que su embajador llamó “nuevas pruebas” encontradas por los soldados rusos sobre laboratorios de armas biológicas encontradas en Ucrania, un tema que ya motivó otra sesión del mismo organismo hace solo una semana.
No se trata solo de una cuestión de procedimientos: en el fondo está en discusión cuál es el relato, porque ayer, en el Consejo de Seguridad, las acusaciones de “mentira”, “desinformación” y “cinismo” volaban de un lado a otro.
Mariupol como símbolo
La ciudad de Mariupol, urbe de lengua rusa en el oeste de Ucrania, se ha convertido en esta guerra en el objeto de todas las controversias: de entrada, es un ejemplo casi diario de ataques contra instalaciones civiles, la Maternidad, el Teatro y la Mezquita de Solimán el Magnífico, unos ataques que han recibido una salva de condenas en todo el mundo.
Pues bien, para el embajador de Rusia en la ONU, Mariupol es un símbolo de la desinformación, “el objeto de todas las mentiras”, pues según él su país no ha atacado ninguno de esos tres blancos: en la Maternidad, sostuvo, explotó una bomba que los ucranianos habían escondido dentro, y aseguró que el imán de la mezquita también desmintió el ataque.
Con respecto al teatro, Nebenzia volvió a uno de los argumentos más repetidos por Rusia: el ultraderechista Batallón de Azov se había atrincherado dentro, con civiles, y “preparaba un acto sangriento dentro del teatro” para poder culpar de él a los rusos.
La ONU se ha convertido en una caja de resonancia donde Rusia y Estados Unidos repiten un diálogo de sordos, con un Consejo de Seguridad paralizado por la herramienta del veto y un Secretario General que trata como puede de encontrar un papel digno en la situación más grave de su mandato.