Gestionar la volatilidad
El nuevo paradigma en el que nos encontramos ha acelerado los cambios y obliga a los gobiernos a tomar, de forma rápida, decisiones de gran impacto.
Vivimos en una época de enorme incertidumbre en la que todo lo que ayer era válido hoy es objeto de duda, cuestionado, discutido o motivo de polémica. Sin duda, la aceleración constante provocada por nuestro modo de vida, de la que deriva una falta de reflexión sobre la mayoría de los asuntos que afectan de forma trascendente a nuestras vidas, y el egoísmo inherente a nuestro modelo consumista, están en la raíz de este problema que, además, se ha acrecentado con motivo de la globalización, la revolución tecnológica y la actual pandemia.
En los últimos meses, el incremento de los costes energéticos, de las materias primas y del transporte, la escasez de algunos componentes para el sector industrial, como los microchip y los semiconductores, están alimentando nuestra sensación de incertidumbre.
Dar las respuestas adecuadas a estos retos desde el Gobierno es muy complicado y más si esto se produce dentro de la Unión Europea, que suma, a los ya dilatados plazos de respuesta de la administración de los Estados miembros, la complicada gobernanza europea, que hace que la necesaria velocidad de respuesta para hacer frente a estos retos sea más parecida al movimiento de un elefante que a la necesaria agilidad de un guepardo. A esto hay que añadir la complejidad para la conformación de mayorías en muchos de los países de la Unión.
Algunos pronosticaban y otros deseaban que este Gobierno, el primero de coalición desde la Segunda República, durara poco. La derecha política ha intentado, de forma implacable, aprovechando la coyuntura de la actual pandemia, desgastar al actual Gobierno, aunque con ello provocaran una situación aún más complicada para nuestro país. La derecha ha demostrado, una vez más, que le importan más sus intereses que los de la mayoría de españoles.
Por todo esto, tiene mucho mérito lo que este Gobierno está consiguiendo. Está apunto de aprobar sus segundos presupuestos con una amplia mayoría, ha conseguido aprobar todos los reales decretos leyes, que no son pocos, que se han presentado durante la pandemia, con medidas que buscaban contener la pandemia, sostener al tejido empresarial, proteger a los trabajadores y facilitar la vida a las familias. Ha impulsado y aprobado leyes tan importantes como la de la muerte digna y la de cambio climático; ha incrementado el salario minino, ha dotado de estabilidad a las pensiones y está cerca de aprobar una nueva ley laboral que proteja a los trabajadores y se adapte a los retos del nuevo modelo económico.
El nuevo paradigma en el que nos encontramos ha acelerado los cambios y obliga a los gobiernos a tomar, de forma rápida, decisiones de gran impacto. Esta pandemia ha puesto a prueba la capacidad del Ejecutivo en este sentido, y son muchas las leyes y reglamentos aprobados por el Gobierno para dar respuesta a las situaciones de emergencia. La política necesitaba velocidad, ritmo, y las lógicas y los procedimientos establecidos remaban contra corriente. Ahora, por la necesidad impuesta por la pandemia, se ha agilizado el proceso de toma de decisiones. En ello, no debemos retroceder a la época precovid. Debemos adaptar la agilidad en la toma de decisiones, respetando escrupulosamente el principio de legalidad a la necesidad que nos marcan las circunstancias y el entorno en el que nos desenvolvemos.
Hasta ahora, y desde que la pandemia llegó a nuestras vidas, este Gobierno ha conseguido sostener el empleo, a los autónomos, a las pymes y al resto de empresas, con medidas de mucho calado como los exitosos ERTES, como demuestra las cifras de ocupación histórica, con una bajada de paro en noviembre que ha conseguido alcanzar su nivel más bajo desde noviembre de 2008. Ahora, con los 140.000 millones de euros que el Presidente del Gobierno consiguió de Europa -con una gestión brillante- tenemos que conseguir impulsar España hacia el futuro con un cambio de modelo económico que dé certidumbre a nuestros jóvenes sobre su futuro, consiguiendo que puedan vivir mejor que sus padres.
Si algo se está demostrando en esta etapa es la gran capacidad de nuestro Presidente, Pedro Sánchez, para gestionar situaciones complejas, algo que seguramente se explique muy bien analizando una trayectoria vital llena de retos, como su labor como miembro del gabinete del Alto Representante de Naciones Unidas en Bosnia Herzegovina, y posteriormente con las complejas situaciones que ha tenido que gestionar dentro de la vida interna del PSOE, que pocas veces es fácil, hasta su llegada a la Presidencia del Gobierno.