¿Fueron los piratas como los de 'Piratas del Caribe'? Siete verdades, siete mentiras y una incógnita que deja la saga
Hablamos con cuatro expertos en historia de la piratería para analizar las películas de Jack Sparrow, encarnado por Johnny Depp.
La mayoría de los conocimientos que tiene la gente sobre los piratas provienen de la saga cinematográfica de Piratas del Caribe, cuya quinta entrega, La venganza de Salazar, ha llegado a los cines esta semana.
Pero, ¿son esas películas una buena base para conocer lo que fue la piratería caribeña entre los siglos XVII y XVIII? ¿O están más llenas de fantasía que de realidad? En El HuffPost hablamos con cinco expertos en el tema para descubrir si las aventuras del capitán Jack Sparrow muestran algo de verdad histórica.
Una de las múltiples supersticiones del señor Gibbs como miembro de la Marina Real Británica es que llevar mujeres a bordo es "de mal fario, aunque sea en miniatura", en referencia a la pequeña Elizabeth Swann, de ocho años. Ocurre nada más empezar la primera película, La maldición de la Perla Negra y, una hora después, ya convertido en pirata, lo repite, esta vez en referencia a la pirata mulata Ana María.
¿Era cierta esta superstición de marineros? Bastante.
"En el espacio muy confinado de un buque de entonces hubiera sido todo un problema llevar mujeres a bordo. Que eso se explicara por superstición de los marineros era unir la necesidad a la virtud", dice Agustín Ramón Rodríguez González, doctor en Historia y académico de la Real Academia de la Historia.
Desde la Cátedra de Historia y Patrimonio Naval apuntan que las potencias europeas mandaron a muchas mujeres a las Indias en barcos y que "normalmente, los piratas abusaban de ellas y luego las mataban". También comenta que entre los marineros solía decirse "mujer a bordo, borrasca segura", en referencia "a los problemas que se generaban por su presencia, ya que se suponía que desataban la discordia entre los hombres, que se peleaban por ellas y las maltrataban".
Ricardo Martínez-Cabañas Español, jefe del departamento de Cultura Naval del Instituto de Historia y Cultura Naval de España,señala que el sentimiento que provocaba la presencia femenina ha cambiado a lo largo del tiempo. "Plinio el Viejo [siglo I d.C.] pensaba que podía apaciguarse una tempestad si una mujer se desnudaba en la proa", explica. Pero admite que las mujeres no eran bienvenidas a bordo pues se creía que eran portadoras de mala suerte, especialmente si eran prostitutas y llevaban la cabeza destapada. "Y antes de embarcar, se consideraba mala suerte ver a una mujer coja o vestida de blanco", revela.
"El Código de los hermanos Morgan y Bartholomew" es uno de los pilares sobre los que se construye Piratas del Caribe. Tiene un papel destacado en cada una de las entregas y todos los personajes parecen conocerlo, desde la noble Elizabeth (Keira Knightley) hasta el pirata más insignificante. Los expertos concuerdan en que existían algunas normas entre los piratas, pero que la existencia de un único código escrito es un mito.
"La atribución del código a Morgan es completamente ficticia, y lo mismo ocurre con Roberts. Ese código no existió. Es posible que existieran algunas costumbres y prácticas consuetudinarias, pero es difícil precisar si fueron respetadas", opina Magdalena de Pazzis, catedrática de Historia Moderna en la Universidad Complutense.
"Indudablemente los tuvieron, como por ejemplo la Chasse partie o Charter party, que establecía como debía repartirse el botín. Pero eso se hacía también en las Marinas regulares: un quinto para el rey y una parte para cada marinera según su grado y especialidad", explica el académico Rodríguez.
Martínez-Cabañas cree que "no había un código único, sino que cada capitán poseía su propias reglas, vistas como una serie de normas de buena conducta para facilitar la convivencia en el barco". Los famosos piratas Bartholomew Roberts y Henry Morgan son señalados como autores del código universal mítico porque fueron los primeros en redactar uno para sus navíos.
"Según las épocas (y el mar) la piratería se castigaba con la horca, considerada muerte infamante, dolorosa y lenta, o siendo condenado a remar en galeras", explica Rodríguez, doctor en Historia. Martínez-Cabañas, del Instituto de Cultura Naval, añade que los cadáveres se exhibían a la entrada de los puertos a modo de aviso, como se muestra en la primera película de la saga.
"La gente normal era condenada al ahorcamiento, un castigo indigno y despreciable. Pero a los nobles que navegaban con patente de corso para una nación se les cortaba la cabeza", apuntan desde la Cátedra Naval. Es el método que emplea el malvado Lord Cutler (Tom Hollander) de la Compañía de las Indias para deshacerse de los piratas en la saga y el que intentan utilizar contra Jack Sparrow (Johnny Depp) al final de la primera cinta.
Cuando el recién nombrado comodoro Norrington (Jack Davenport) se encuentra por primera vez con Jack Sparrow le tiende una trampa: extiende la mano como para estrechársela pero, al asir la del suspicaz pirata, tira de su manga hacia arriba y revela una 'p' marcada en su antebrazo.
Los expertos señalan que no les consta que existiera la costumbre de marcar a los piratas. "Me extrañaría. Al pirata que capturaban, lo ejecutaban o lo lanzaban al mar", apostilla De Pazzis.
"No conozco ningún documento sobre el tema. Lo cual no quiere decir que no exista pero me parece rarísimo. Los anglosajones solían marcar a los esclavos, a personas a las que se mantenía con vida y no se quería dejar escapar. Nada de todo eso se aplica a los piratas", observan desde la Cátedra Naval.
En Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra, los personajes recurren frecuentemente al "parlamento" para tratar de dialogar con el capitán pirata cuando su tripulación ha vencido. Se supone que es parte del Código Pirata y, aunque el villano Barbossa (Geoffrey Rush) señala que no está obligado a respetarlo, lo cierto es que lo hace. ¿Podían en la vida real las víctimas de los piratas negociar su rendición?
La catedrática de Historia Moderna es muy clara al respecto: "¡Que tontería! No parlamentaban con los vencidos, los encarcelaban si eran personas importantes, como garantía para recibir un rico botín; a los que no eran importantes los mataban o los lanzaban por la borda; eran menos bocas que alimentar y eliminaban un peligro potencial a bordo".
Port Royal, lugar de residencia de los protagonistas durante su juventud, fue una ciudad real pero, ¿existió la Isla de Tortuga que muestran las películas, un "vergel suave y persistente" para los piratas?
"La isla en sí naturalmente que existió; ahí sigue, cerca de Jamaica. Pero dudo que fuera como la de la saga. Es muy pequeña y te podía servir para limpiar los barcos y poco más", apuntan desde la Cátedra Naval. De Pazzis asegura que era "el asilo pirático más famoso del Caribe".
"Hubo varios asentamientos en esa isla de piratas y bucaneros, repetidos porque se atacó la isla para 'limpiarla' varias veces. Pero me temo que las casas serían más cabañas, bastante más modestas e improvisadas de lo que aparece en las películas", comenta Rodríguez.
Actualmente, la isla de Tortuga pertenece a Venezuela y ya no acoge las orgías de los piratas, que sí fueron ciertas, según Martínez-Cabañas: "Estas juergas eufóricas duraban horas e incluso días, aumentando sus niveles de sonoridad y los muebles rotos. El consumo excesivo de alcohol, unido a gente armada proclive a la violencia, hacía que muchas veces acabaran con varios muertos".
Es el brebaje favorito de los piratas y la pesadilla de Elizabeth, harta de lo tontos que se ponen cuando lo consumen. Y lo cierto es que a los piratas, según los expertos, les encantaba.
De Pazzis señala que "el ron tenía una ventaja sobre el agua: no se corrompía a bordo y enajenaba (alegraba) antes de los combates". Esa es la razón principal por la que lo bebían, tanto en tierra como en la mar, unido al hecho de que se producía en el Caribe.
Los mandos se comprometían a proporcionar a sus hombres una cantidad diaria, celosamente guardada y distribuida. "De este modo la sed era saciada, la moral permanecía alta y la lealtad a su capitán se reforzaba", apunta Martínez-Cabañas. "Normalmente se le añadía ron al agua para desinfectarla y hacerla saber mejor", revela, añadiendo que bebían también vino, cerveza y aguardientes caseros.
Sin embargo, el académico opina lo contrario que sus colegas: "En esa época el ron era caro, así que imagino que bebían alcohol más barato, ginebra o aguardientes. Pero claro, el ron es lo típico del Caribe, de ahí la leyenda".
¿Gritaban los piratas "¡al abordaje!" antes de subir a un navío para tomarlo? "En absoluto. Para empezar, sólo los corsarios —marinos mercantes con autorización de algún reino para piratear en su nombre contra naciones enemigas— podían aspirar a atacar barcos tan grandes como los que muestra la saga, y aún así solían atacar más puertos que barcos. Los piratas por cuenta ajena navegaban en barcos mucho más pequeños porque los grandes costaban mucho. Y atacaban también barcos pequeños, normalmente mercantes, no barcos de guerra ni otros navíos piratas", contestan desde la Cátedra Naval.
"Los piratas eran bandidos del mar y no solían atacar buques bien defendidos", concuerda Rodríguez. "Lo suyo eran barcos que pudieran presentar poca resistencia. Los abordajes eran muy peligrosos, pues al saltar de un buque al otro era frecuente caer al mar o ser aplastado por sus cascos. Normalmente bastaban unos cuantos disparos para que el buque se rindiera", asegura.
De Pazzis apunta además que "en el abordaje, la artillería era fundamental. El estruendo de los cañones, el ruido de los destrozos y los gritos de los heridos no permitirían oír nada. El grito colectivo de los que estaban dispuestos a saltar al otro barco me parece improbable".
El tesoro de Isla de Muerta en la primera película está formado por piezas de oro malditas ocultas en un lugar al que nadie puede llegar "excepto aquellos que ya saben dónde está". Pero los piratas no solían ocultar sus botines ni prescindir de ellos y ahorrarlos siquiera. Los dilapidaban a todo trapo.
"Los piratas solían gastar lo que robaban en cuanto llegaban a tierra. En cuanto tenían a mano dinero, solían liquidárselo en unos días. Esconderlo sólo se hacía en casos excepcionales", asegura Martínez-Cabañas, del Instituto de Cultura Naval. "El único pirata del que se sabe que enterró su tesoro es William Kidd, quien al parecer escondió una parte de lo que había acumulado en algún punto de Long Island antes de dirigirse a Nueva York; pero nunca se ha encontrado nada", explica.
La tripulación amotinada de la Perla Negra abandona en un islote desierto a Jack Sparrow, su capitán, cuando le sonsacan la localización de la Isla de Muerta, dejándolo atrás con sólo una pistola y pólvora suficiente para un tiro. La idea es que pueda suicidarse si la sed y el calor pueden con él, pero el protagonista lo guarda para cuando pueda dispararlo contra su primer oficial para vengarse por su traición. A lo largo de la película vuelven a dejarle allí, esta vez con Elizabeth, y en el cuarto título es Sparrow el que deja varada a su amada pero traicionera Angélica (Penélope Cruz). ¿Se hacía así?
"En caso de motín era muy normal, incluso entre los no piratas, abandonar a alguien en una isla o costa desierta como castigo. No se le mataba, pero era una forma de condenarlo a muerte. El detalle de la pistola es anecdótico y se ha hecho en otras ocasiones y lugares", explica Rodríguez, doctor en Historia.
Según Martínez-Cabañas, constituía uno de los castigos más famosos, junto con pasar por la quilla: "Consistía en abandonar a alguien en una isla desierta y apartada de las rutas de navegación. Se le dejaba un poco de agua, un arma de fuego, unas pocas balas y un poco de pólvora. El abandonado generalmente moría de hambre o de herida de bala o ahogado al subir la marea, si se encontraba en un pequeño islote".
Sin embargo De Pazzis, catedrática de Historia Moderna, no está de acuerdo. "Es una leyenda de la literatura. Lo habitual era que muriera el capitán o el cabecilla de la revuelta para evitar que la situación que había dado pie al motín rebrotara".
En la Cátedra Naval coinciden con ella y añaden: "Si había especial inquina contra el capitán a veces se le torturaba o se le tiraba por la borda". Pero admiten que en navíos mercantes, cuando la tripulación se ponía muy rebelde, a veces abandonaban a algunos miembros en alguna isla como castigo.
El antagonista de la segunda cinta, El cofre del hombre muerto, y su navío son figuras legendarias, según De Pazzis, que nos remite a sus artículos en la Wikipedia. ¿Por qué entonces están incluidos como verdaderos? ¡Porque son precisamente eso para los marineros en la saga! Antes de que apareciera como enemigo, Davy Jones y su cofre se mencionan como fuente de leyendas y supersticiones de marineros, que es lo que fueron en realidad.
Martínez-Cabañas explica que Davy Jones es un legendario pirata de historias marineras, conocido por la leyenda de su cofre, que se encuentra en el fondo del mar junto a los marineros perdidos. "Ser enviado al cofre de Davy Jones' era un eufemismo para la muerte en el mar. Es un nombre que representa al demonio del océano". El historiador añade que sus orígenes son poco claros.
¿Existió alguna vez algo parecido al monstruo de Davy Jones en las películas? "No. Es una reminiscencia de leyendas medievales, que sostenían la existencia de monstruos marinos en el Atlántico, antes del descubrimiento de América y de las navegaciones portuguesas al Maluco. Esos hechos fueron acabando progresivamente a medida que avanzaba la Ciencia", señala De Pazzis.
En sus primeras apariciones en la mitología escandinava, el kraken tenía aspecto de cangrejo o ballena pero ya en el siglo XVIII había adoptado la pinta de un pulpo gigante. Probablemente el mito descienda de avistamientos de calamares gigantes, que pueden llegar a medir hasta 15 metros. En noruego, kraken deriva de krake, una palabra que designa a un animal enfermo o retorcido.
La catedrática De Pazzis arroja un poco de luz sobre Barbanegra, una figura histórica y el villano de En mareas misteriosas, encarnado por Ian McShane y padre del personaje de Penélope Cruz.
"Barbanegra era el apodo de Edward Teach, un marino inglés que se quedó en paro después de la Guerra de Sucesión española y se trasladó a América del Norte. Allí empezó su carrera pirática, de sólo dos años de duración (1716-1718), pero famosa por su crueldad. Las circunstancias de su muerte por decapitación y su apariencia impresionante y teatral han contribuido a generar una serie de leyendas alrededor de su figura que desvirtúan la realidad del personaje", observa.
"Es posible que los tullidos, cojos, mancos y tuertos buscaran mejorar su invalidez, pero no eran hombres deseados en las tripulaciones por sus limitaciones en las faenas marineras y en los ataques a otros barcos", aclara De Pazzis.
¿Por qué entonces se asocian tan estrechamente con los piratas? Según Martínez-Cabañas, la culpa es de La isla del tesoro, concretamente del personaje de Long John Silver. "El loro en el hombro es uno de los mitos y la pata de palo otro. Pero se debe a un malentendido: Silver usa una muleta porque le amputaron una pierna a la altura de la rodilla, pero no se dice en ningún momento que llevara pata de palo. Eso llegó con el tiempo y las numerosas representaciones de Hollywood", explica.
Rodríguez explica que era fácil perder un ojo de un astillazo producido al impactar una bala de cañón en un barco de madera o también por oftalmías derivadas de infecciones o enfermedades tropicales. "Algunos piratas usarían parches para tapar el hueco dejado por un ojo perdido. Eran más baratos que los de cristal, mucho más cómodos y evitaban que la suciedad entrara en la cavidad. Pero la mayoría de los piratas no solían ser tuertos, todo lo contrario", asegura Martínez-Cabañas. Las amputaciones también eran muy habituales porque la medicina de la época no sabía tratar heridas que se infectaran pero, en la práctica, se colocaba una prótesis improvisada con cualquier cosa que hubiera por el barco.
A De Pazzis no le consta que existiera ningún señor de los piratas ni ningún concilio entre ellos. "En algunos casos dos o más capitanes podían planear una acción conjunta, más o menos ocasional", propone.
Sin embargo, uno de los señores piratas de las películas está basado vagamente en una auténtica comandante pirata china: Ching Shih. "Una de las fuentes históricas de su leyenda es un empleado de la Compañía de las Indias Orientales de nombre Richard Glasspoole, que fue su prisionero durante cuatro meses en 1809. En su relato, afirmó que Shih estaba al mando de unos 80,000 piratas, divididos en diferentes estructuras y zonas y distribuidos en unos 1.000 barcos y 800 barcazas. El famoso Barbanegra estaba a cargo de cuatro naves y 300 hombres, según la comparación establecida por Dian H. Murray en su libro Pirates of the South China Coast", explica Martínez-Cabañas.
más bie