Las fotos "antes/después" de transformaciones físicas son más problemáticas de lo que crees
Solo porque alguien salga serio en el “antes” y sonriendo en el “después” no significa que ya esté mentalmente sano.
Las fotos del antes y el después de una transformación física están por todas partes por un motivo: son lo que los expertos en marketing denominan un detonante social, un tipo de contenido que provoca una determinada reacción en las personas que lo ven. Algo que estas fotos pretenden dejar muy claro es que el “después” muestra un cuerpo mucho más deseable que el “antes”.
Piensa en las fotos de transformaciones físicas basadas en la pérdida de peso, por ejemplo. Si a un grupo de personas les muestras una foto de una persona en bañador, provocará reacciones distintas. Algunas personas considerarán atractiva a esa persona, mientras que otras se pueden centrar en algo completamente distinto, como la ropa o el paisaje.
Sin embargo, si esa misma foto se presenta junto a otra foto de la misma persona con un bañador similar, pero con un cuerpo con más o menos kilos, las reacciones se vuelven más uniformes y giran en torno a la diferencia de tamaño. Esa comparación es el detonante social.
Mientras que estas fotos de antes y después funcionan como publicidad para ciertos negocios, a menudo resultan tóxicas para el resto de la gente. Cualquier pareja de fotos que muestre una transformación física de una persona está enviando un mensaje muy peligroso: ciertos cuerpos (o rostros, o tipo de pelo, o forma de los labios) son mejores que otros.
Estos son los motivos de la toxicidad de estas fotos:
“Aunque en muchas ocasiones tengan la mejor de las intenciones, como servir de inspiración para las personas que buscan cambios similares, estas transformaciones físicas pueden hacerle daño a cualquiera, sobre todo a las personas que tienen problemas de imagen corporal y trastornos alimentarios”, expone Chelsea Kronengold, directora asistente de comunicaciones de la National Eating Disorders Association.
Muchas personas, al ver estas fotos, se ubican a sí mismas en la casilla del “antes”. Como el objetivo de la comparación de la foto es dejar claro que el “después” es mejor, acaban creyendo que tienen la necesidad de “arreglar” su cuerpo. Con el tiempo, el daño puede ser muy serio.
“La insatisfacción corporal y el ideal de la delgadez son factores de riesgo de toda clase de trastornos alimentarios”, explica Kronengold. “Las personas con una imagen corporal negativa son más propensas a desarrollar trastornos alimentarios, así como depresión, aislamiento, baja autoestima y obsesión con el peso”.
Refuerzan los estigmas corporales y la gordofobia
Puedes encontrar fotos y vídeos de antes y después en cualquier rincón de cualquier red social, pero giran casi siempre alrededor de la pérdida de peso. A menudo, la sección de comentarios de esas fotos está llena de mensajes como “Eres una gran inspiración” o “Qué buen aspecto tienes”. La otra cara de la moneda es más problemática: de esos comentarios se deduce que esa persona no tenía buen aspecto antes y que tener un cuerpo delgado siempre es mejor.
“Esos mensajes sutiles contribuyen a la gordofobia y perpetúan la malsana forma de pensar de que estar más delgado te otorga una ’superioridad moral” sostiene Kronengold.
El estigma por el peso (discriminación basada en el peso de una persona) está muy extendido en la sociedad y sus efectos son realmente nocivos. En una revisión de 2018 de la revista especializada Journal of Advanced Nursing se descubrió que sufrir estigma por el peso aumenta el riesgo de sufrir diabetes, trastornos alimentarios, depresión, ansiedad e insatisfacción corporal. También se asoció a un aumento de estrés crónico, inflamación crónica y descenso de la autoestima.
El estigma por el peso nace de la creencia de que estar delgado es mejor que estar gordo porque estar gordo no es sano, pero la realidad es diferente. Una revisión de 2016 publicada en JAMA descubrió que las personas con sobrepeso según el índice de masa corporal (IMC) viven más (hay que tener en cuenta que el IMC es un indicador obsoleto que no distingue entre músculo y grasa y, por lo tanto, también cataloga como personas con sobrepeso a numerosos deportistas por el propio peso de su masa muscular). Del mismo modo, otro estudio de 2016 publicado en la International Journal of Obesity descubrió que el 50% de las personas con obesidad están metabólicamente sanas, mientras que el 30% de las personas con un peso “normal” no estaban sanas.
La relación entre peso y salud es increíblemente complicada, pero sí está claro que no se puede determinar la salud de una persona solo por el aspecto en una foto.
Kronengold aclara que también las transformaciones físicas sobre ganancia de peso o de músculo refuerzan el estigma del peso. Para las personas con ciertos trastornos alimentarios, ver fotos sobre el antes de una persona muy delgada y el después con la misma persona un poco menos delgada (pero todavía delgada) también es un detonante social.
“Muchas de estas fotos envían el mensaje de que las personas con historial de anorexia o con bajo IMC son las únicas que sufren trastornos alimentarios”, señala Kronengold. “Esto refuerza el estereotipo de que los trastornos alimentarios tienen un determinado aspecto y puede afectar a las personas con otros trastornos o con cuerpos menos delgados”.
Otro gran problema de los antes y después es que solo muestran dos puntos de un largo proceso dinámico inacabado. Los cuerpos están en continuo cambio y las personas que publican sus transformaciones físicas no se mantienen siempre en ese estado, por lo que el “después” no es un resultado definitivo.
“Las personas que publican fotos de su antes y después a menudo quedan encasillados por su transformación visual pese a que su cuerpo inevitablemente cambiará con el tiempo”, advierte Ashley Seruya, psicóloga y escritora.
Y sí, es inevitable que los cuerpos cambien, ya que la mayoría de las personas que adelgazan vuelven a engordar por el efecto rebote pocos años después. Un estudio de 2020 publicado en The BMJ descubrió que aunque las dietas sirven para adelgazar, si no son sostenibles y realistas acaban fracasando por el efecto rebote al abandonarlas.
Otro estudio de 2020 concluyó que las dietas (radicales) hacen más mal que bien, ya que perder peso durante mucho tiempo y de forma muy rápida provoca secuelas en la salud mental.
Solo porque alguien salga serio en el “antes” y sonriendo en el “después” no significa que ya esté mentalmente sano. De hecho, tanto Seruya como Kronengold señalan que es peligroso pensar que por “tener mejor aspecto” tu vida vaya a cambiar a mejor.
“Creo que casi siempre va a ser peligroso asociar nuestra autoestima con algo tan incontrolable e impredecible como el cuerpo humano”, sostiene Seruya. Normalmente, el aspecto físico de una persona rara vez va a ser un indicador de su bienestar.
“En vez de elogiar las transformaciones físicas, deberíamos celebrar los éxitos relativos a nuestra salud mental y los éxitos que no tengan nada que ver con el aspecto o el peso”, concluye Kronengold.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.