Fogones de estupidez
La moción de censura de Vox no es ninguna tontería. El discurso de Abascal sigue fielmente la estrategia de Trump.
Sobre sabios y estúpidos se ha escrito mucho. Quizás es uno de los grandes temas transversales que han circulado por la historia. Confucio dejó para la posteridad una de las sentencias más citadas de todos los tiempos: “Cuando el sabio señala la Luna, el necio mira el dedo”. Hoy en España, mucha gente está embobada mirando el dedo, porque muchos dirigentes políticos se han empeñado en que así sea; en sabotear la realidad engrandeciendo la anécdota. Una ola de estupidez recorre el país, con la inestimable ayuda de unas redes sociales llenas de ‘vagos y maleantes’. Los fogones del odio hierven cacerolas de tonterías tóxicas. Mientras los científicos dudan ante lo desconocido, como tiene que ser, y van de prueba y error hacia el conocimiento, abigarradas tropas de estúpidos en la clásica formación ‘tortuga’ de las legiones romanas, avanzan como una maquinaria de destrucción, protegidos por arriba y por sus flancos con poderosos escudos y guiados solamente por los gritos y órdenes de sus jefes. Han aparcado, en la batalla, la ‘funesta manía de pensar’.
La división política del país, traída por los radicalismos de una derecha que se fue descentrando y por la izquierda extremista encarnada por Podemos, ha propiciado la aparición ‘estelar’ de la ultraderecha. Vox ha sido el equivalente al famoso “éramos pocos y parió la abuela”. Una abuela por la que no han pasado, ciertamente, los años. Está tal cual estaba en 1931 y en 1936 y en la Plaza de Oriente en 1975...
Desde que el coronavirus se hizo presente, la derecha, echada al monte ya desde antes, no paró de utilizarlo en el mercadillo nacional. El PP ‘renovado’ (qué pena que en ordenador no tenga emoticonos) de Pablo Casado empleó el mismo procedimiento que el PP de Aznar cuando rompió con la tradición de Manuel Fraga de considerar la lucha contra ETA ajena a los intereses partidistas y cuestión de Estado. José Luis Corcuera, entonces ministro del Interior, nos ha contado aquella conversación con el nuevo líder popular.
Desde que la pandemia se hizo presente en España, Casado ha mantenido ciegamente la estrategia de la confrontación, defendiendo con frecuencia una cosa y poco después su contraria… sin asumir en ningún caso ninguna responsabilidad ni sobre el ‘digo’ ni sobre el ‘Diego’. Ni cuando retiró el apoyo al decreto de alarma y al confinamiento y al ‘mando único’, ni cuando la incompetencia cuando no el relajo en algunas comunidades autónomas (la catalana y la madrileña en lugar de deshonor, a mucha deshonra) y sobre todo la falsa creencia de que en la ‘nueva normalidad’ no había peligro, que tampoco el virus era para tanto, rompieron la tendencia, se multiplicaron los brotes, y ello tuvo una gravísima consecuencia: la drástica, brutal, caída de un turismo que difícilmente se recuperará este año.
Las decisiones de Reino Unido y Francia y en menor medida y parcialmente de Alemania, de desaconsejar los viajes a España, aparte de contenido epidemiológico tienen también un motivo político-económico: Londres y París quieren que sus ciudadanos viajen por sus países y muevan su economía interior.
Ante esta situación, la reacción de la derecha ha sido otra vez de libro gordo de Petete: crear un ‘escándalo’ artificial más, tinta de calamar gigante en su huida, sobre los comités de expertos. Está todo publicado, con todas las explicaciones y las diferentes fases según la evolución de la covid. Lo importante ha pasado a segundo plano. Ajenos al ridículo y a la vergüenza ajena, y al enorme coste que ha tenido jugar con la salud y las cosas del comer, unos días de vacaciones de Fernando Simón surfeando en Portugal se convirtieron en el no va más; ‘dimisión de Simón’, pedían en las telarañas sociales, que me traían ecos de aquellos malvados de ‘Tarancón al paredón’. Una ironía del coordinador de Emergencias, sobre la prohibición de los gobiernos británico y belga de que su turismo viniera a España, dio lugar a otra reacción desmedida. Hasta ahora el propio sector, y la derecha, callan sobre ‘la causa de la causa del mal causado’.
Da igual que la idea de lo que se ha venido en llamar ‘plan Marshall’ para la reconstrucción europea haya sido una iniciativa en la que España tuvo un papel de cabecera desde su principio; un proyecto que fue sumando apoyos poco a poco, y que para concretarse ha necesitado de cientos de horas de trabajo y debates de los líderes y de sus equipos. El ‘posado final’, con Sánchez sin papeles en la mesa, se ha convertido para la ‘derechita valiente’ en el resumen. ¿Los 147.000 millones de euros? “Podían haber sido 200.000 si se hubiera pedido más”, me decía convencido un señor que tenía por verdad revelada nada más ni nada menos que a la TV de los obispos, a la Cope, a Intereconomía y a esa galaxia digital ‘abertzale’ de la reacción española. “Total. Un pedigüeño. De pena. Lo pidió cuando tenía el agua al cuello…”. Lo mismo que Aznar dijo de Felipe González cuando los fondos de cohesión…
Gran ‘indignación’ y aspavientos ha causado también el aplauso al presidente Sánchez de sus ministros y colaboradores al haber regresado de Bruselas con 147.000 millones cuando en muchos momentos parecía que no habría ni mucho ni poco. Ahí está la secuencia en la hemeroteca, a golpe de un clic en San Google Bendito. ¿Pero no hay en YouTube vídeos de los diputados del PP aplaudiendo a Aznar y a Rajoy en momentos tan singulares como cuando se aprobaron los recortes o cuando perdió la moción de censura por su pasotismo? Otra vez, pues, la aplicación imprudente de la ‘ley del fonil’ (embudo): lo ancho para mí, lo estrecho para los demás.
La moción de censura de Vox no es ninguna tontería. El discurso de Abascal sigue fielmente la estrategia de Trump. Es un manual de instrucciones para socavar la democracia liberal, que en este país ya tiene a otras termitas en plena labor de carcomer vigas maestras del sistema.
Como estaba previsto, Podemos puede garantizar un tiempo la estabilidad del Gobierno, pero no es un socio confiable ni leal. Su modelo político está en las antípodas bolivarianas del modelo de la Unión de las democracias europeas, que también se ven acosadas desde su extremo Este y desde dentro por unos zombis con ánimo de venganza y resurrección.
Se sigue mirando al dedo que señala la Luna o el precipicio. Desde la parte antisistema de la izquierda y el nacionalismo, y también de la ultraderecha cuando se entere de lo suyo, con el impostado asombro de los excéntricos habituales, algunos se asombran de que los servicios secretos de defensa del Estado y la Constitución vigilen a quienes tienen por objetivo su destrucción, que no ocultan. Miren las ‘redes’ y hagan un rastreo por los vídeos. Promover métodos de resistencia y ataque a la Guardia Civil, enseñar el uso de material para la violencia callejera, defender la ‘okupación’ de propiedades particulares, seguir adelante con la rebelión en Cataluña… Si al CNI y a los jueces especializados no les preocuparan estas actividades ‘a futuro’, sería para que nos preocupáramos los demás.
Durante los años de plomo de ETA, unos héroes anónimos del espionaje, de la Policía y la Guardia Civil, se infiltraron en el entorno etarra, y hasta en los núcleos de dirección de la banda terrorista y de sus grupos y partidos de apoyo. Alemania, en la actualidad, está en situación de prevención y vigilancia frente a organizaciones neonazis que han logrado infiltrarse en el ejército. El Gobierno federal ha desmantelado, incluso, una unidad de élite de las Fuerzas Armadas. ¿Alguien en su sano juicio cree que el espionaje alemán se puede desentender de este proceso…?
Tras el 23-F, y sobre todo tras la constatación en octubre de 1982 y finalmente en 1985, cuando el intento de atentado golpista con militares dirigiendo la acción contra el rey y el Gobierno en A Coruña demostró que el golpismo no había muerto… el CNI mejoró sus recursos y sus estrategias de desactivación temprana. Una pregunta incómoda: ¿por qué desde el primer momento Pablo Iglesias (bis) quiso estar en la comisión de control del CNI? Y otra: ¿Por qué Sánchez está tan interesado en darle protagonismo a un Ciudadanos que quiere seguir virando al centro?
Olvidémonos ya de mirar al dedo; exploremos hacia donde nos señalan los ‘sabios’ y las evidencias. Pongamos sobre la mesa la experiencia que tenemos en estas lides.