Filoetarras rompepatrias
VOX dictamina y el PP ejecuta: tanto monta, monta tanto.
Caminaba y escuchaba a Metallica mientras decidía, de entre una amalgama de temas de actualidad destacados, a cuál de ellos dedicaría estas líneas. Sonaba Nothing else matters y me crucé con alguien que me dijo “no os dejéis amedrentar”, y efectivamente, que no nos amedrenten importa.
Con hartazgo, vivimos la actualidad política en un tiempo en el que debiera despertar el máximo interés, porque nadie podrá negar que especialmente ahora, las decisiones políticas afectan directamente a su calidad de vida y a la de sus personas cercanas. Lo vimos claro hace unas semanas en la sesión de control al Gobierno, cuando la vicepresidenta Calviño respondió al portavoz de la ultraderecha: “¿No conoce a nadie que perciba el Salario Mínimo Interprofesional? ¿A ningún joven que ha conseguido un contrato indefinido gracias a la reforma laboral? ¿A nadie que se beneficie de las becas, de la inversión en Educación, de la Sanidad Pública, del transporte público gratuito, de las ayudas a los autónomos, de los ERTE, de las ayudas a las empresas, de los avales del ICO, del Ingreso Mínimo Vital, de las ayudas a las familias que tienen niños pobres? ¿Cómo puede ser, que no conozca a ningún español real?”. Efectivamente, ahora nada más importa.
Amedrentar implica ejercer presión a través del miedo, intimidación o desconfianza, buscando que quien recibe dicha presión actúe de acuerdo con las exigencias de quien amedrenta, y exactamente así se podría definir la aportación de la derecha a la política española, en tiempos en los que la sociedad necesita política de altura. Con ello, lo que importa se difumina detrás de una sensación de descontrol, que relega a un segundo plano el razonamiento en favor de la manipulación. El método: despertar filoetarras o rompepatrias a la voz de alerta de la demoscopia.
Nada más para una oposición que no responde a las condiciones mínimas que se espera de la labor responsable, madura y de respeto a su país, que le encomendaron las urnas. Ni respeto al pueblo ni al sistema democrático por parte de un partido que dejó hace tiempo de ser un partido de Estado para convertirse en un partido antisistema. Porque, ¿qué es si no un partido que huye de los pactos, que boicotea a su país en el seno de la construcción del proyecto europeo, que distorsiona la realidad para agitar la polarización social, que se rebela abiertamente ante el cumplimiento de las leyes, o que utiliza el poder judicial a modo de chantaje para reivindicar la ocurrencia del momento?
El eslogan lo lanzó un diputado de VOX esta semana: “con el gobierno; distancia infinita, confrontación total y diálogo 0”. VOX dictamina y el PP ejecuta: tanto monta, monta tanto.
Amedrentan con filoetarras y rompepatrias mientras se reafirman en su insumisión al sistema y al interés general. Y me reitero, porque no debemos dejar de recordar quién ha dado la talla política cuando los españoles y españolas más estamos necesitando dirigentes que se ocupen de las necesidades reales. Nada de aquello que enumeraba la vicepresidenta Calviño importa para el principal partido de la oposición, nada de aquello ha contado con su apoyo, su oposición es la de oponerse a todo lo que nos haga progresar, atemorizando con dos fantasmas: el del terrorismo que vencimos como sociedad hace más de una década, y cito palabras de José María Aznar, “siempre es mejor tomar posesión de un escaño que de una pistola”; y el de la unidad territorial de España que si ha estado en peligro real alguna vez fue por la inacción del gobierno de Mariano Rajoy, que llevó a las mayores cuotas de independentismo en Cataluña y la declaración unilateral de independencia.
El último episodio de la defensa que hacen de su país los buenos españoles mantiene secuestrado al Poder Judicial, y esta vez la excusa se resume en la paradoja que supone que el Gobierno esté trabajando para mejorar y actualizar nuestro marco normativo, obsoleto en algunos casos, armonizándolo con los parámetros europeos: nada que ya no supiéramos y que afecta a varios preceptos.
Constitucionalistas en rebelión con el cumplimiento de la Constitución a las órdenes de no sé qué poderes fácticos… Juzguen ustedes.