Europa tiene, por ahora, un problema mayor que la variante ómicron
Antes del hallazgo de la nueva variante de covid, en Europa ya había una "transmisión desbocada" y "preocupante" aún no resuelta.
El mundo ha reaccionado con pánico a la nueva variante del coronavirus hallada en Sudáfrica y bautizada como ómicron por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los expertos no ocultan su inquietud por la treintena de mutaciones que muestra, que podrían hacerla más contagiosa que variantes anteriores del SARS-CoV-2. Pero ante todo recalcan: “Aún no hay datos fehacientes”. Habrá que esperar “dos o tres semanas” para tenerlos, apunta David Bernardo, miembro de la Sociedad Española de Inmunología (SEI) e investigador del CSIC.
Este martes, las autoridades de Países Bajos comunicaron que ómicron ya estaba presente en sus fronteras desde hace al menos 12 días, antes incluso de que se detectara en Sudáfrica. Aunque la variante ya está presente en todos los continentes del mundo, los vetos se dirigen hacia el sur de África, donde fue inicialmente hallada.
Europa está entre los bloques más estrictos en este sentido. Desde el pasado viernes, la Unión Europea (UE) decidió suspender los vuelos con siete países del cono sur africano, anticipándose a conocer las verdaderas implicaciones de la nueva variante. La OMS ha sido crítica con esta postura, que precisamente penaliza a Sudáfrica, el país que “hizo bien las cosas” en cuanto a detección y alerta.
“Europa primero tendría que frenar lo que ya existe aquí”
A los epidemiólogos les sorprende, además, que el foco se dirija de esta manera hacia ómicron como si la gravedad de la situación epidemiológica que vive el continente europeo tuviera que ver, a día de hoy, con la nueva variante. “Europa primero tendría que frenar lo que ya existe aquí”, sostiene Quique Bassat, epidemiólogo del Instituto de Salud Global de Barcelona. “Europa tiene un problema mucho más grave en la actualidad, y hay que tomar medidas para contener la transmisión desbocada que tiene desde hace cuatro o cinco semanas”, afirma.
Al margen de ómicron, hace unos días la OMS ya alertó de que, según sus cálculos, iban a producirse 700.000 muertes en Europa antes de primavera si no se aplicaban medidas adicionales.
Casos de covid por millón confirmados en las dos últimas semanas en el mundo. El color azul es más oscuro cuanto mayor sea la tasa en el país:
Desde hace más de un mes, el epicentro de la pandemia está instalado en el viejo continente, que bate récords de contagios en una ola que se está cebando especialmente con los países del Este, con tasas muy deficientes de vacunación. “La situación en Europa del Este es superpreocupante”, asegura Bassat.
Pero no es sólo el Este. “No podemos sentirnos satisfechos con 50.000 casos y más de cien muertos todos los días en Gran Bretaña desde hace dos meses, ni con todos los países europeos al alza y una docena de ellos en su pico de transmisión”, señala el epidemiólogo. A día de hoy, eso es “mucho más importante que lo que está ocurriendo en África”, opina Bassat.
El caso británico es paradigmático porque, después de cuatro meses sin una sola restricción frente al covid, ha tenido que aparecer la variante ómicron para que el país reaccione, primero cerrando sus puertas a viajeros sudafricanos, y luego recuperando la mascarilla obligatoria en el interior de comercios y transporte público, una medida que decayó en julio, y que el Gobierno se negó a retomar aun teniendo, antes de la llegada de ómicron, incidencias cercanas a mil casos por 100.000 habitantes en 14 días.
Alemania es otro de los países más afectados. Su ministro de Sanidad en funciones, Jens Spahn, aseguró el viernes pasado que la situación que viven con su cuarta ola es “más grave que nunca”, mientras “se hace demasiado poco y con frecuencia demasiado tarde”, lamentó. Alemania ya ha tenido que realizar el primer traslado a gran escala de pacientes intensivos dentro del país.
La rápida reacción de los países ricos ante ómicron sorprende aún más cuando los expertos llevaban tiempo alertando de que tarde o temprano iba a surgir alguna variante preocupante precisamente porque la acumulación de vacunas por parte del mundo pudiente estaba convirtiendo al cono sur en reservorio del virus.
“Estamos creando reservorios en los que el virus circula libremente”
David Bernardo reconoce que, a día de hoy, no le preocupa ómicron en concreto. “Los datos piloto sugieren que esta variante no es más grave que las demás aunque sí potencialmente más contagiosa”, explica. “Lo que me preocupa es que es cuestión de tiempo que surja una variante que se escape a la memoria inmune [conferida por las vacunas o las infecciones previas]”, añade. “Los datos preliminares parecen indicar que esto no ocurre con la variante ómicron. Pero como sigamos así, surgirá una nueva cepa, no ya una variante, frente a la que estemos desprotegidos”, advierte.
Aunque algunos medios hablan ya de cepa para referirse a ómicron, el inmunólogo señala que no es correcto. “Cepa es cuando ya hay alteraciones fenotípicas o funcionales con respecto al virus ‘original’”, aclara.
A la espera de tener datos concluyentes sobre la nueva variante, Bernardo pide no caer en el alarmismo de cara a lo que pueda ocurrir en el norte global, pero sí actuar para evitar que el virus siga evolucionando en el sur, desprotegido. “Estamos creando reservorios en los que el virus circula libremente, y este mutará y generará nuevas variantes”, alerta. En el continente africano, sólo el 6,6% de la población está completamente vacunada.
“A los inmunólogos nos preocupa la desconexión que están teniendo los países ricos con el tercer mundo”, reconoce Bernardo. “Pero si además de egoístas fuéramos inteligentes, Europa debería ser la primera interesada en vacunar a África. Para protegernos a nosotros, deberíamos proteger al continente vecino”, recalca. Bernardo ve un “despropósito” en el hecho de que el primer mundo esté vacunando ya con terceras dosis a población general mientras en África tres de cada cuatro sanitarios están aún sin inmunizar, según denunció esta semana la OMS.
La vacunación, un “paracaídas”... que va por barrios
Con o sin ómicron, Quique Bassat también pide a Europa “establecer un control más cohesionado” dentro de sus fronteras, y no ya tanto con restricciones hacia terceros países. “No nos podemos permitir que haya países en Europa con sólo un tercio de la población vacunada, sobre todo porque Europa sí se puede permitir la compra y la utilización de estas vacunas”, señala el epidemiólogo.
Reconoce Bassat que España cuenta, de momento, con “el paracaídas” que le confieren sus altas tasas de vacunación, pero considera que el país tampoco debería quedarse “sentado mirando cómo suben los números”. Con más de 200 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días y las fiestas navideñas a la vuelta de la esquina, las autoridades españolas empiezan a dar los primeros signos de alerta.
Este martes, el Ministerio de Sanidad emitió la recomendación de limitar el número de participantes en eventos navideños y animó a “continuar aumentando los porcentajes de cobertura vacunal y la administración de dosis de refuerzo en poblaciones diana”.
Aunque no comparta la necesidad de inmunizar con terceras dosis a la población general —más allá de a personas inmunocomprometidas—, David Bernardo sí cree que las altas tasas de vacunación en España “detendrán” la nueva variante. En países vacunados, “seguramente se frenará muchísimo su velocidad de expansión”, sostiene el inmunólogo. Con todo, Bernardo insiste en que “hay que esperar a ver los resultados” de los análisis de ómicron.
“Las vacunas no son perfectas, hay un 5% que no estará protegido por ellas, pero a priori no parece que esta variante cause una enfermedad más grave”, señala David Bernardo. El investigador del CSIC pide “no caer en falsos alarmismos”. “Como con todas las nuevas variantes, hay que estar un poco a la expectativa. Por mucho que algunas personas hablen ya del apocalipsis, hay que esperar”, dice.