Un estudio detalla cómo el zinc reduce los síntomas y la duración del resfriado común y la gripe
El zinc es un mineral esencial para la regeneración de los tejidos celulares.
Una nueva investigación internacional con más de 5.400 participantes ha demostrado que el zinc puede prevenir los síntomas y acortar la duración de las infecciones virales agudas tanto del resfriado común como de la gripe y similares.
El estudio, publicado en la revista médica BMJ Open, incluye 28 ensayos controlados aleatorios (ECA), con 5.446 participantes adultos de todos los grupos de edad. Sin embargo, ninguno de sujetos presentaba coronavirus, ya que los resultados de esos ensayos estaban suspendidos en ese momento.
Así, el equipo internacional de investigadores de la Western Sydney University, la University of Sydney, la Southern Cross University (las tres en Australia), la McMaster University (Canadá) y la National University of Natural Medicine (EEUU) descubrió que, cuando se utilizaba el zinc para la prevención, había un 28% menos de riesgo de contraer los síntomas propios del resfriado común y un 68% menos de riesgo de contraer una enfermedad similar a la gripe.
Sin embargo, los efectos protectores del zinc fueron insignificantes (un 4% menos) cuando los participantes se infectaron a propósito con el rinovirus humano. El rinovirus es una de las causas más comunes de las infecciones del tracto respiratorio superior. Otros virus respiratorios comunes son el coronavirus, el adenovirus, el virus de la parainfluenza y el virus de la gripe.
Así funciona el zinc
Concretamente, cuando se utilizó para el tratamiento, se comprobó que el zinc acortaba la duración de los síntomas en unos dos días y reducía la gravedad sintomática del tercer día, en torno al pico de la enfermedad, pero la reducción de la gravedad general de los síntomas fue insignificante. Iba mucho más allá de un mero suplemento para los pacientes con baja cantidad de este elemento.
Aunque hubo un mayor riesgo de acontecimientos adversos no graves que pueden limitar la tolerabilidad para algunos (como náuseas o irritación bucal y nasal), el riesgo de acontecimientos adversos graves (como la deficiencia de cobre del zinc oral y la pérdida de olfato de los aerosoles y geles nasales de zinc) fue bajo.
La doctora en medicina integrativa y autora principal de la revisión, la profesora asociada Jennifer Hunter, del Instituto de Investigación Sanitaria NICM de la Universidad de Western Sydney (Australia), ha dicho que los resultados se basan en revisiones sistemáticas anteriores y añaden nuevas e importantes pruebas sobre el papel del zinc como algo más que un suplemento dietético para las poblaciones con deficiencias de este elemento.
“Dos cosas que la gente quiere saber cuando tiene un resfriado es cuánto va a durar y cuánto va a enfermar. Descubrimos que el zinc probablemente reduce la duración de la enfermedad y hubo bastantes señales que nos indicaron que el zinc tiene el potencial de reducir la gravedad, en particular en ese momento álgido de la enfermedad entre los días 2 y 4. Esto proporciona a los médicos y a los pacientes una alternativa viable al uso inadecuado de antibióticos, que sigue siendo un problema importante en todo el mundo”, concluye Hunter.
“Se suele pensar que el papel del zinc en la prevención y el tratamiento de las infecciones se limita a las personas con deficiencias de zinc; nuestros resultados ponen en tela de juicio esta idea”, afirma la profesora Hunter.
“Los dos grandes ensayos de China descubrieron que una dosis muy baja de zinc en spray nasal reducía el riesgo de enfermedad clínica. Los dos ensayos más pequeños realizados en Estados Unidos, que evaluaron los efectos preventivos del zinc oral, excluyeron a las personas con deficiencia de zinc. Todos los demás ensayos que evaluaron el zinc para el tratamiento del resfriado común se realizaron en poblaciones en las que la carencia de zinc es muy poco probable”, explica la autora de esta investigación.
Sin embargo, Hunter afirma que no todos los resultados de la revisión favorecieron al zinc. “Nuestra revisión sistemática fue la primera en incluir estudios en los que los participantes fueron infectados a propósito con rinovirus humano, una causa común de infecciones del tracto respiratorio superior. En estos estudios no se observó un efecto protector significativo del uso de pastillas de zinc, ni antes ni después de la inoculación”, afirma.
Con todo, aclara que “estos ensayos sobre rinovirus humano eran muy pequeños, lo que hace que los resultados no sean fiables”. Sin embargo, sigue planteando la duda de si los insignificantes efectos antivirales que se observaron del zinc en el laboratorio también se aplican en el mundo real, al menos contra los rinovirus.
Los retos de su aplicación farmacológica
Asimismo, los investigadores también destacaron en sus conclusiones los retos que plantea la variabilidad de las fórmulas y las dosis de zinc, así como sus mecanismos de acción. “Los médicos y los consumidores deben ser conscientes de que sigue existiendo una gran incertidumbre en cuanto a la eficacia clínica de las distintas fórmulas, dosis y vías de administración del zinc”, afirma la profesora.
“Por el momento, no hay suficientes investigaciones para decir si un spray nasal de zinc, frente a un gel nasal, frente a una pastilla, frente al zinc oral es mejor o peor que los demás. La mayoría de los ensayos utilizaron formulaciones de gluconato de zinc o acetato de zinc, pero eso no significa que otros compuestos de zinc sean menos eficaces”, recuerda Hunter.
A pesar de estas incertidumbres, la experta asegura que los productos de zinc “están ampliamente disponibles, son asequibles y, en general, son seguros, incluido el uso a corto plazo de pastillas y cápsulas de zinc en dosis altas que se utilizó en muchos de los ensayos”, remata la investigadora.