España y Portugal empatan en un amistoso con muchas pruebas pero sin goles
El partido, jugado en Lisboa, servía de preparación para los dos próximos encuentros de la Liga de las Naciones.
España exhibió identidad en un brillante primer acto en Lisboa, con una selección renovada que arrinconó a Portugal y a la que solo la faltó el gol, antes de mantenerse en pie ante el sufrimiento del segundo acto cuando fue salvada por la madera en dos ocasiones y perdonada por Joao Félix en la última acción de un amistoso sin tantos pero vibrante.
Luis Enrique respira tranquilo con el presente de la selección. En Lisboa, ante un rival de la entidad del último campeón de Europa, España demostró que tiene un estilo por encima de los nombres. Con varios registros pero un factor común, la personalidad con el balón, la búsqueda de espacios generando superioridad y la finalización de jugada como premisa de vestuario. Las rotaciones masivas no cambiaron la identidad.
A España sólo le faltó el gol al descanso para poner el broche a su superioridad en el derbi ibérico. Anuló a Portugal y exhibió virtudes de un grupo de jugadores que se juntaban por primera vez pero parecía que llevaban años jugando juntos. El guiño esperado al peor momento de Kepa se inició con tranquilidad y encontró la ayuda de los palos cuando fue exigido. Sus compañeros presionaron arriba, impidieron jugar al rival y le metieron una velocidad endiablada a la posesión.
Juntó Luis Enrique la calidad de Dani Ceballos y Sergio Canales en el centro del campo, la aparición entre líneas de Dani Olmo, el hambre de gol de Rodrigo y un punta de referencia como Gerard Moreno. Pusieron a prueba a Rui Patricio desde el inicio y el portero mantuvo a su selección en el partido.
Ocho llegadas, cuatro disparos a puerta. España fue un rodillo al que le faltó acierto final. Rodrigo desde la frontal en dos ocasiones, Olmo cruzado, Gerard Moreno al lateral de la red un balón muerto. Siete de once futbolistas del equipo titular juegan lejos de su país. Un ejemplo del momento de crisis que vive el fútbol español y del enriquecimiento del grupo con la experiencia internacional.
Solamente desperezó Portugal en los minutos finales del primer acto. Cristiano como un león enjaulado, con hambre de balón, ganando con un salto portentoso un balón aéreo para que Moutinho perdonase la única acción de gol. Fue el aviso, eso sí, de lo que ocurriría en el segundo acto. Los lusos se armaron en el centro del campo para frenar la fluidez de fútbol española.
Provocó más imprecisión y tampoco ayudó el cambio de perfil de los medios. De Ceballos y Canales a Mikel Merino y el debutante Campaña. España se atascó de golpe. La velocidad en los últimos metros de Portugal iniciaba una fase de sufrimiento para los de Luis Enrique y la madera les salvó. Repelió un zurdazo a la cruceta de Cristiano Ronaldo, que asistió en la segunda, a la llegada libre de marca de Renato, que chutó al travesaño. Los dos balones botaron sobre la línea. La suerte caía del lado español.
La renovación de la selección española quedó reflejada en la capitanía. Con los cambios, Rodri pasó a portar el brazalete con apenas trece internacionalidades. Costó dar un paso adelante, apenas con el descaro de Olmo que no se cansó de intentarlo hasta que llegó un notable debut de Adama Traoré. Un futbolista diferente en el ecosistema español. Potencia pura, velocidad, desborde. Generó peligro cada vez que tocó el balón. Asistió para que Olmo fallase la más clara y acarició el gol con un disparo cruzado.
Pero el duelo debió caer de lado portugués si Joao Félix hubiese estado preciso en la última jugada. Vio como el balón se metía por debajo de sus piernas cuando, a centímetros de la línea de gol, apareció por sorpresa en el segundo palo tras un córner con testarazo de Semedo. Sigue sin perder Luis Enrique desde su regreso, orgulloso de la identidad con rotaciones masivas.