España dejará de contar todos los casos de covid
Sanidad y las comunidades acuerdan transicionar hacia una red de vigilancia centinela, similar a la de la gripe.
El Ministerio de Sanidad y las comunidades han aprobado este jueves poner en marcha una nueva estrategia de control de la covid-19 por la que se guiará la siguiente fase de la pandemia, y que irá precedida por una “fase de transición”.
A la espera aún de despejar la incógnita de cuándo y dónde se podrá quitar la mascarilla en interiores, lo que sí han acordado todas las partes en las “Jornadas del Sistema Nacional de Salud sobre Vigilancia en Salud Pública” convocadas en Zaragoza ha sido transicionar hacia una nueva red de vigilancia de la covid.
Sobre esta nueva estrategia se desconocen todavía fechas, pero sí se sabe que estará centrada en los más vulnerables y su entorno y en los casos graves: esto es, se acabó el conteo diario de contagios, la realización de pruebas de diagnóstico de infección activa con carácter general, los rastreos o el aislamiento de los leves y asintomáticos.
El objetivo del Gobierno es implementar “antes de fin del primer trimestre de 2023” la vigilancia centinela de las infecciones respiratorias agudas leves
(IRAs) en atención primaria y graves (IRAG) en atención hospitalaria, en todo el
territorio nacional.
Como explicamos en El HuffPost, la red de médicos centinela funciona desde hace décadas en muchas comunidades, y en muchos países, para vigilar procesos como la gripe, el asma o la varicela, normalmente desde atención primaria. En Castilla y León, por ejemplo, estos médicos ‘vigilan’ a aproximadamente el 5% de la población. Con esta información, se controlan al mismo tiempo los casos graves y se va dibujando una imagen de la situación epidemiológica.
En el caso de la covid, está por ver cómo se implementará. No obstante, y mientras dure la fase de transición hasta la implementación completa de este nuevo sistema de vigilancia centinela, el Consejo Interterritoral se ha comprometido a mantener “un sistema de vigilancia capaz de detectar aumentos de la incidencia en la población general” que incluya, al menos “la vigilancia individualizada de los casos de COVID-19 en ámbitos vulnerables y casos graves” y “la vigilancia y seguimiento de brotes epidémicos en entornos vulnerables, en riesgo de exclusión social y en otros ámbitos que se consideren de interés”.
¿Y qué pasa con las mascarillas?
La mascarilla es la última gran restricción que queda vigente de la fase aguda de la pandemia; a diferencia de otras como el pasaporte covid, que decidían las autonomías, su uso está regulado por real decreto, el último el del pasado 8 de febrero que levantó su imposición en exteriores. Sobre este punto, en cambio, no ha habido acuerdo, y Sanidad y las comunidades se han dado una semana más para tomar una decisión.
Esta semana, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, volvió a insistir en que dejará de ser obligatoria en interiores “pronto, muy pronto”, cuando así lo determine la ministra de Sanidad, aunque fuentes de su departamento aclaran que lo que estos días está sobre la mesa es la definición del nuevo sistema, no la retirada de las mascarillas, sobre la que no han debatido en la ponencia de alertas.
Aunque la potestad de cambiar su uso la tiene el Consejo de Ministros, Darias siempre se ha remitido al criterio de los expertos y a los datos, que han aminorado el ritmo de su descenso.
Que el fin de las mascarillas en espacios cerrados está cerca también lo vaticinó ayer mismo el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, que auguró que podrían desaparecer “en un periodo corto de tiempo”, pues “en lugares donde la misma gente interacciona cada día probablemente ya no tenga sentido”. “Las mascarillas ya se podrían evitar en casi todos los escenarios”, consideró.