Entrevista a Raúl Solís: "El discurso del feminismo antitrans es el discurso de Vox"
El periodista y escritor ha publicado 'La batalla trans', donde analiza la lucha de poder dentro del feminismo.
“Por fin”, decía con alivio la ministra de Igualdad, Irene Montero, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros que ha aprobado el anteproyecto de la ley Trans, que todavía tendrá que ser debatida y aprobada en el Congreso.
Respiraba feliz la ministra tras sacar adelante una ley que ha provocado una batalla interna entre los socios de coalición, PSOE y Unidas Podemos, que acabó con la marcha de la vicepresidenta Carmen Calvo del Gobierno y que, por fin, después de un largo periplo por los distintos órganos consultivos, va camino de su tramitación en el Congreso.
Esa demora no se ha debido a ninguna cuestión jurídica, sino a una batalla por el poder, como afirma el periodista y escritor Raúl Solís (Mérida, 1982) en su último libro, La batalla trans, donde analiza la lucha por el poder dentro del feminismo.
En su obra, Solís explica cómo la histórica movilización del 8-M de 2018 cambió el paradigma del feminismo y comenzó a hacer visibles las tensiones entre el nuevo feminismo y lo que él califica como “feminismo institucionalizado”.
Hace pocas horas se ha aprobado en el Consejo de Ministros el anteproyecto de la ley Trans, ¿se va a aprobar en el Congreso?
No tengo ninguna duda de que va a salir. España no se puede permitir que no salga. La batalla trans que ha tenido lugar dentro del PSOE, donde ha habido una reacción muy fuerte en contra de la ley, finalmente la ganaron las personas a favor de la ley Trans en el último Congreso del PSOE, donde se posicionaron a favor de la autodeterminación de género, que era el escollo que argumentaba el feminismo antitrans, que es el feminismo vinculado al PSOE.
Pero la autodeterminación de género ya está en la ley andaluza que aprobó el PSOE, ¿no?
Está hasta en catorce leyes. El primer país que lo aprueba es Argentina en 2012 y la primera comunidad autónoma es Andalucía en 2014. Ahí gobernaban PSOE e IU, que la aprobaron. Después, se ha aprobado hasta en Madrid, Valencia, Canarias... En Cantabria se aprobó en un Parlamento donde Unidas Podemos no tiene representación. Allí la ley fue impulsada por el PSOE y ya contempla la autodeterminación de género.
Entonces, ¿qué ha pasado?
Ha pasado que de lo que estamos hablando no es un debate sobre la ley Trans, sino un debate sobre el control del movimiento feminista. Hay un sector del movimiento feminista, del viejo feminismo institucional vinculado al PSOE, que han sido las gestoras de las políticas de igualdad de los últimos 40 años, a las que les ha entrado un ataque de cuernos cuando el feminismo se hace popular el 8 de marzo de 2018. Ese día viene a ser como el 15-M del feminismo. Luego, con la entrada de Unidas Podemos en el Ministerio de Igualdad, es ya el totum revolutum y este sector ya no defiende la ley Trans ni el feminismo, defiende parcelas de poder.
O sea, que es una batalla de poder.
Es una batalla de poder por el control del movimiento feminista. De un viejo feminismo que ha sido incapaz de entender los cambios que se han producido en la sociedad española y que, en lugar de alegrarse porque ahora mismo hay muchísimas más mujeres y muchísimos más hombres que defienden las ideas feministas, han considerado que este feminismo viene a jubilarlas y que ya no son las únicas. Consideraban que el feminismo les había caído en herencia y que era suyo en propiedad.
Es la misma reacción que ocurre en la izquierda cuando el 15-M, cuando se reivindican cosas que deberían haber estado en la agenda de los partidos de la izquierda clásica. En lugar de responder con simpatía, responden con el desalojo de la Puerta del Sol por parte de Alfredo Pérez Rubalcaba [ex ministro del Interior]. Recordemos cómo reaccionó el PSOE e incluso mucha gente dentro del PCE, considerando que estas personas eran unos advenedizos que venían a expulsar a la izquierda de una causa que consideraban suya.
Por eso lo llama en el libro el 15-M del feminismo.
Eso es, el 8-M de 2018 es el 15-M del feminismo. Ahí surge la reacción del viejo mundo. El 8-M pone en la agenda feminista cuestiones que no estaban antes: habla de las empleadas de hogar, de los nuevos derechos feministas... El feminismo anterior era un feminismo de mujeres ricas, básicamente, que estaban muy interesadas en la paridad en los partidos políticos o en los consejos del Ibex 35, pero no hablaban de la señora que recogían los cristales rotos de los techos de cristal que se rompían. Eso se pone en la agenda con el nuevo feminismo popular que surge el 8-M.
Porque el feminismo también es una cuestión de clase.
Bueno, sí, claro, por supuesto. De hecho, si te acuerdas, el 8-M lo que hay no es una manifestación, es una huelga. Es la primera vez en la historia reciente que el 8-M deja de ser una manifestación y pasa a vincularse al mundo del trabajo. Es un feminismo que lo quiere cambiar todo y no sólo quiere cambiar la mitad de la tarta.
¿Esta reacción al nuevo feminismo le llevó a escribir el libro?
Empecé a escribirlo porque yo era bastante seguidor de señoras como Amelia Valcárcel, Ángeles Álvarez, Ana de Miguel y muchas otras teóricas que han tenido un papel importantísimo en España en los últimos años. Entonces, en 2019 se celebró en Gijón la Escuela Feminista Rosario Acuña donde Alicia Miyares dice aquello de “digo tíos porque son tíos”. Yo estuve viéndolo por streaming y lo que me enciende todas las alarmas es ver decir esto a feministas que han tenido poder, que han sido diputadas o que están en el Consejo de Estado como Amelia Valcárcel, que ha retrasado la ley a su paso por allí. Creo que hay que dar la batalla de las ideas porque me parecía preocupante que personas con tanto poder dentro del PSOE se posicionaran en contra de la ley con planteamiento transfóbicos. Si esto gana dentro del PSOE, la ley no va a salir adelante.
¿Le han decepcionado estas feministas?
Pero no sólo a mí, sino a un montón de gente. Han sido grandes referentes y ayer estaban comparando una calle con banderas LGTBI con la Alemania nazi. Es decir, el nivel es el subsuelo. Son mujeres como Amelia Varcárcel que son nombradas como fuente de autoridad por Vox en el Congreso o en los parlamentos autonómicos. Ángeles Álvarez fue diputada y ella registró la reforma de la ley de 2007 donde ya se contemplaba la autodeterminación de género. Y la registra ella. ¿Qué ha pasado para que años después vean venir las plagas de Egipto?
¿Qué cree que ha pasado?
Básicamente, que el PSOE ha perdido la hegemonía del movimiento LGTBI y del feminismo. Estamos hablando de dos causas muy vinculadas a las libertades individuales y a la modernidad. Para un partido como el PSOE, que en lo económico es casi indistinguible del PP, si pierde la batalla de las libertades individuales y de la modernidad, que es lo que le ha permitido tener una identidad progresista, tiene una seria dificultad para ser un partido progresista.
Entonces, el cambio de la cartera de Igualdad de Carmen Calvo a Irene Montero debió de doler en el PSOE.
De hecho, fíjate, una de las cosas por la que no sale el acuerdo de coalición en el verano de 2019 es porque Carmen Calvo no suelta la cartera de Igualdad. Pedro Sánchez le dice que ceda la cartera y no lo cede. Eso lo cuentan José Enrique Monrosi y María Llapart en su libro La coalición frente a la pandemia sobre las negociaciones de coalición. Antes de que Irene Montero llegara al Ministerio de Igualdad, todas las señoras ‘bien’ del feminismo institucional vinculado al PSOE como Laura Freixas, Ángeles Álvarez, Alicia Miyares, Rosa Peris, Ana de Miguel; firman varios manifiestos pidiéndole a Sánchez que no le cediera el Ministerio de Igualdad a Podemos. Lo que les pasa es que todo el movimiento que tenían vinculado al feminismo era un movimiento por arriba, de la institución. Y al perder la institución, han perdido el movimiento. Porque por abajo había permeado un feminismo, pero no sus posiciones.
Lo estamos viendo con la prostitución. Una vez superada la ley Trans, ahora incluyen otro tema para confrontar dentro del feminismo, cuando en el año 1995 fue el PSOE quien legaliza la prostitución en España sacando del Código Penal la figura de la tercería locativa, que penaba a quien alquilaba habitaciones a las mujeres para ejercer la prostitución porque era proxenetismo. Esto ocurre con un Gobierno de Felipe González y estas señoras no dicen nada. Con los vientres de alquiler pasa lo mismo. Acusan a Igualdad de estar a favor de los vientres de alquiler. Están entrando a España niñas y niños gestados por vientres de alquiler en Ucrania u otros países extranjeros porque en 2007 el PSOE permite que esto ocurra. ¿Por qué cuando fueron ellas diputadas y tuvieron relevancia en el PSOE no hicieron todo lo que dicen ahora que hay que hacer? Están hablando de temas sobre los que no hay consenso continuamente para dividir, porque en el fondo es una lucha por el control del movimiento.
Sin embargo, Calvo acabó saliendo del Gobierno, ¿fue eso una victoria de Unidas Podemos?
Sale del Gobierno porque había sido una figura que había incomodado mucho al PSOE y básicamente sale por su gestión de la ley Trans, por su boicot. Ella ha tenido durante un año la ley Trans en un cajón boicoteándola. Es una victoria para el movimiento LGTBI y sobre todo para el PSOE, porque es una reaccionaria que no le da ningún valor.
¿Pone en riesgo esta ley los criterios de identidad del resto de los españoles, como dijo precisamente Calvo?
Lo que pone en cuestión la seguridad jurídica de las personas trans es que no haya una ley. Si hubiera dicho que la ley del aborto pone en cuestión la dignidad y la seguridad jurídica del resto de los españoles o hubiera dicho esto sobre los gitanos, los negros o cualquier otro colectivo, hubiera durado diez minutos en el Gobierno. Pero va a seguir poniendo piedras en el camino, porque ahora es presidenta de la Comisión de Igualdad, que es donde se va a tramitar esta ley. A través del filibusterismo parlamentario puede la torpedear bastante. Espero que no sea así, pero es una posibilidad.
¿Puede discriminar a las mujeres, como dicen algunas de las voces que se oponen a esta ley?
Lo que tienen que decir es por qué las discrimina. Porque que discrimina a las mujeres en general, lo que hay que debatir es sobre lo concreto. Que nos digan qué artículo de la ley discrimina a las mujeres. Cuando nos lo digan, podremos debatir. Pero es que no hay ninguno. Salvo que por discriminar a las mujeres entiendan que sea que las personas trans tienen los mismos derechos. Es que al final, el discurso del feminismo antitrans es el discurso de Vox. Es considerar que las mujeres viven unas vidas privilegiadas porque las mujeres tienen más derechos que los hombres. El feminismo antitrans refuerza el argumentario antifeminista de Vox. Y me parece misógino, porque el feminismo antitrans nunca habla de hombres, sólo habla de las mujeres. En realidad, lo que están condenando es lo femenino.
¿Por qué es importante que salga adelante esta ley?
Primero, porque España tiene una deuda histórica con las personas trans que, a pesar de que entramos en democracia en 1978, las siguieron deteniendo por la calle hasta el año 1989. Tardaron diez años más que el resto en poder andar libremente por las calles. Esto lo sabe poca gente, pero después de que se despenaliza la homosexualidad, en el año 1982 se reforma una ley de Escándalo Público por la que detienen a las personas trans por la calle hasta que se deroga en 1989. Son un colectivo muy vulnerable. Si la pobreza en la población general está en el 10,6%, en las personas trans se multiplica por cinco, en torno al 50%. No lo digo yo, es el Eurobarómetro del año 2021. Que la gente se imagine si en España el 50% de la población no tuviera sus necesidades básicas cubiertas.
Aprobar la ley Trans es defender las cosas de comer de las personas trans, pero también defender la libertad. Y es que el Estado, la Iglesia, el Poder Judicial y la Medicina dejen de tutelar a las personas trans. Ellas saben quiénes son, no necesitan que ningún psicólogo o psiquiatra les digan lo que son. Ni necesitan estar obligadas a tomar hormonas. La ley va permitir que quien quiera hormonarse se hormone, pero quien no quiera no lo haga. Cada proceso de transexualidad es un mundo y no se puede hacer como hasta ahora, que para poder tener el DNI tenían que hormonarse durante dos años y aportar un informe psiquiátrico y médico que dijera que no estaban enfermas. Básicamente, las personas trans van a entrar en democracia.
¿Tiene arreglo la brecha que se ha generado en el feminismo con esta ley?
Yo creo que la ley se va a aprobar sin ningún problema, porque el feminismo antitrans ha perdido el debate en la calle. El 75% de la población apoyaba esta ley, según una encuesta de El País de hace unos meses. El colectivo que más apoyaba la ley Trans es el grupo social de las mujeres. Han perdido el debate también en los medios, en la academia, en el Congreso, en el Gobierno, en el interior del PSOE. España es el país de Europa más respetuosos con la realidad de las personas trans y la ley que se va a aprobar es una ley que va a situar a España en la vanguardia internacional. Va a dar referencia a otros países para aprobar legislaciones en este sentido.
Esta ley tiene el apoyo de mucha gente menos de Jedet.
Es que Jedet en el fondo es una víctima. Una de las características que les pasa a muchos colectivos oprimidos es la necesidad de tener un discurso y consideran que al tener el discurso del enemigo pasan a ser aceptados. Al final Jedet ha sido víctima de una chica que le ha hecho una entrevista a su gusto, porque ella es antitrans declaradísima. Y después, hay que abrir un debate porque ser influencer no significa que seas activista. Para ser activista hay que tener formación, reunirte que sea igual que tú y con otra gente que sea diferente. Mirando la pantalla del móvil todo el mundo es muy revolucionario, pero después hay que negociar el desacuerdo. Por eso es importante que existan organizaciones y colectivos sin los que esta ley no habría salido.