Entre cirios, cilicios y tinieblas. Larga vida al programa Skolae
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A menudo olvidamos la ofensiva cruenta, constante, sin pausa ni tregua de la extrema derecha y del fundamentalismo religioso, católico, cristiano, musulmán, judío... contra los derechos humanos. Es más cómodo —y me incluyo— no recordar constantemente la sacrosanta alianza mafiosa entre Iglesia —con gran protagonismo de las evangélicas— y los dirigentes de muchos países de América Latina. Pienso en Brasil, Argentina (el pañuelo verde acabará siendo humilde bandera victoriosa, no lo duden corajudas argentinas), Honduras, El Salvador... Ni siquiera se escapa la pacífica Costa Rica.
Es más cómodo no estar recordando siempre la postura unánime con que estos países dinamitan los derechos reproductivos y ejercen una extrema y cruel violencia contra los cuerpos de las mujeres, jóvenes y niñas. Repasen la hemeroteca. Rebosa de criaturas obligadas a tener la hija o el hijo de un violador, de mujeres muertas (asesinadas, más bien) durante un embarazo inviable, o de condenadas por abortos espontáneos. Helaba la sangre ver a Alberto Ruiz-Gallardón asomado al balcón mientras la derecha extrema tomaba el ayuntamiento de Madrid.
Por no hablar de las legislaciones antimujeres de Arabia Saudí, Yemen, Qatar (a quien se le regala, honrándolo de este modo, la organización de unos mundiales de fútbol masculino), Irak, Irán...
Incluso es fácil olvidar los retrocesos de derechos humanos a nivel mundial. Pienso en la acción poderosa y militante de la Iglesia durante la cuarta conferencia mundial organizada por la ONU sobre los derechos de las mujeres en Beijing en 1995. Consiguió en aquel momento mutilar algunos logros y, sobre todo, las presiones posteriores de todo tipo han seguido vaciándola de derechos, de salud y de bienestar.
Viene a cuento recordar ahora que en Navarra la extremísima derecha (evangelismo incluido) se ensaña desde el minuto cero contra el programa de coeducación Skolae implementado por el Departamento de Educación. Una auténtica caza de brujas; la sombra del Opus Dei es aplastante. Hasta el punto de que cinco redactoras y cinco tutoras del Skolae tuvieron que declarar el pasado viernes 14 ante el TSJN por una de las tres denuncias interpuestas por los grupos contrarios a la educación sexual y la igualdad. Van contra un programa que opta al Premio UNESCO de educación de las niñas y las mujeres 2019 y que está avalado por UNESCO España y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
A estas alturas, ciento dieciséis centros educativos de Navarra tienen un diagnóstico y un plan de implantación del proyecto asesorados por treinta y tres tutoras y tutores. Un total de dieciséis mil alumnos y alumnas y dos mil trescientas profesoras y profesores han recibido formación sobre Skolae. A día de hoy, llega al 30,6% del alumnado Infantil, el 54,4% de Primaria y el 15% de ESO, Bachillerato y FP.
Y ahí les duele. Cualquier profesora sabe que cuando en una escuela, en un instituto, intentas organizar un grupo de coeducación, con la iglesia (entendida en un sentido amplio) has topado; también lo saben algunas madres y padres. En un centro puedes proponer las actividades más estrafalarias, inútiles e insólitas pero, ¡ah, amiga!, cuando vas al núcleo de la desigualdad, de la discriminación, del menosprecio a las alumnas (una forma más de violencia), saltan todas las alarmas y te acusan indefectiblemente de adoctrinar. Vas contra el orden patriarcal en todos los sentidos, incluso contra aquella máxima que dice que el machismo y la discriminación se soluciona con educación. No, no y no.
Pese a defender con uñas y dientes el derecho de las niñas a la escolarización, a la educación, a la instrucción, sé que con esto no basta. No basta con un triste enseñanza que se suele basar, respecto a la literatura por poner un ejemplo, en la extraña superstición de que no ha habido ni hay escritoras y en el dogma de que su obra es insignificante. No fortalece a las niñas ni a las chicas, no les va a favor, ni les potencia la autoestima. No basta con una limitada y empobrecedora enseñanza que obvia que el ser humano también está compuesto de sentimiento y, ¿por qué no decirlo?, de sexualidad. En una palabra, sólo lo conseguiremos cuando la coeducación sea, se diga, «educación» y la misoginia ilustrada sea un recuerdo.
Si además la propuesta para coeducar es global, sistemática, organizada puedes ya prepararte a ataques y a golpes de todo tipo. Una pancarta que acompañaba y animaba a las declarantes que acudieron al TSJN lo resumía: ‘La igualdad no es optativa’.
Es más que una broma de mal gusto afirmar que no hay necesidad de coeducación ni de educación sexual, ni todas las formas de respeto y conocimiento posibles hacia la otra, hacia el otro, en un país donde los niños ya a los 8 años se inician en una pornografía basada en la violencia contra las mujeres, que les escupe y las agrede. Mantenerlo en una ciudad como Pamplona donde se perpetró la abyecta violación de la Manada durante los sanfermines de 2016 y la ominosa e infame sentencia posterior, no tiene nombre, es una indecencia casi pornográfica.
Tiemblo. El Partido Socialista Navarro acaba de regalar el Ayuntamiento a la derecha. Si Pedro Sánchez se piensa que de este modo no le tacharán de fementido felón va aviado. ¿Dónde irá a parar el «No es no», la campaña liderada por el Ayuntamiento que valientemente ha puesto de manifiesto que las agresiones sexuales en sanfermines y otras fiestas son un problema estructural?
¿Regalarán también a la derecha el gobierno de Navarra? Porque si lo hacen, ¿qué será, de momento, del Skolae y de la auténtica educación?
Quiero creer que no podrán impedir que la coeducación (hace ya mucho tiempo que empezó a hacerlo y es imparable) campe por esta bonita Nafarroa con sabor a menestra, a espárragos, a todos los gustos del verde; con regusto a niebla y a hayas y robles.
Que de Tudela a Altsasu, pasando por el Puente de la Reina o Lizarra, por Burlata y por Atarrabia, por los valles del Bidasoa, del Baztan, del Roncal, de Ultzama..., e inspirándose sin duda en las brujas de Zugarramurdi, la ola de la coeducación haga camino al andar.
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