En España, gastar más no significa gastar mejor
Las finanzas que presenta la economía española durante los últimos 20 años nos muestran que hace falta revisar el gasto.
Aunque los indicadores que miden la gestión eficiente del gasto público nos muestren que España es una economía que no lo hace del todo mal, lo cierto es que otros indicadores, los cuales se encargan de medir otros aspectos relacionados con la economía y, en general, sí nos muestran que el gasto en España podría ser más eficiente y, en este caso, las inversiones podrían ser mucho más rentables, así como beneficiosas.
Antes de nada, debemos saber que la ciudadanía cuenta con una serie de necesidades, las cuales son ilimitadas y que debe satisfacer mediante unos recursos que son muy escasos. En este sentido, el objetivo de la economía es el estudio de cómo se asignan esos recursos, cómo se cubren esas necesidades y, por ende, cuál es la forma óptima de asignar nuestros recursos limitados entre esas necesidades ilimitadas, pues presentan un coste de oportunidad y, por ello, una alternativa.
Por esta razón, cuando hablamos de la estrategia adoptada por España a la hora de invertir en los últimos años debemos saber que una inversión sea rentable, o que el gasto público sea eficiente, no quiere decir que dicha inversión sea la mejor y, por tanto, no exista alternativa. En este sentido, podríamos haber invertido en la Bolsa de valores, comprando acciones de una determinada empresa y haber obtenido un rendimiento. Pero ello no quita que ese mismo rendimiento u otro superior podría haberse obtenido a través de una alternativa a la estrategia adoptada.
Este es el matiz que veo conveniente realizar a la hora de medir el gasto público. España es una economía que, atendiendo a los indicadores que miden esa gestión eficiente del gasto público, no se encuentra tan mal situada. Siendo objetivos, incluso ocupa una buena posición en el ranking. Sin embargo, cuando se observa la evolución de la economía española, la necesidad de aplicar reformas de tanto calado como la de las pensiones, la reforma fiscal, la reforma laboral o la reforma educativa nos muestra que, de la misma forma que ocupamos una buena posición en el ranking, estas debilidades son consecuencia de no haber administrado correctamente los recursos públicos o por lo menos de la mejor manera.
Como ejemplo de lo que comentamos, podemos destacar la situación en la que España entra en la presente crisis del covid. Pese a cosechar años de crecimiento, la economía española, a diferencia de otras como Alemania o País Bajos, ha ido ensanchando su nivel de deuda hasta que la ratio deuda / PIB se situó en el 99%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Esta ratio muestra que el nivel de deuda de nuestra economía ya supera el valor de toda la producción en el país durante un año. Todo ello, debido a una gestión pública que no se ha privado de caprichos, en tanto en cuanto se iban privando el resto de socios europeos. En este mismo sentido, el déficit público que presenta el país se fijó en el 2,8%, siendo este el mayor déficit público en años.
Esta situación nos ha llevado a no poder ofrecer una respuesta fiscal de la dimensión de la crisis a la que nos enfrentamos. Si realizamos una visión general, de media, las economías desarrolladas han destinado cerca del 6,7% de su PIB a combatir el ciclo económico, mientras que las emergentes de América Latina no superaban el 2,5%.
A nivel mundial, la respuesta media era del 3,7% del PIB. Sin embargo, países como Estados Unidos o Alemania, debido a sus fortalezas, pudieron incrementar esta respuesta hasta situarse en el 11% y el 9% del PIB, respectivamente. España, teniendo en cuenta la llegada de las ayudas europeas, no ha podido destinar más del 3% del PIB a combatir esta crisis.
Esto lo entendemos cuando analizamos las finanzas que muestra la economía española. Debemos saber que la economía española solo ha presentado una estructura presupuestaria en la que los ingresos superaban a los gastos entre los años 2005 y 2007. Desde entonces, el gasto en España, por norma general, ha sido siempre superior al ingreso.
Para hacernos una idea: el ejercicio pasado, 2019, los gastos sumaron 521.949 millones de euros. Esto supone más de un 40% del PIB. Por su parte, los ingresos, pese a haberse situado en niveles máximos a cierre del 2019, se quedaron en 476.974 millones (un 39%).
Como vemos, los datos nos muestran que el gasto en España podría ser más eficiente que hasta la fecha. Aunque el indicador nos diga que sí lo es, este gasto podría ejecutarse mejor. Y es que España está pendiente de la recepción de un aluvión de fondos europeos a los que han denominado, por su dimensión, el “nuevo Plan Marshall”. Unos fondos que, de ejecutarse como en años pasados, siguen condenando a la economía española y a su ciudadanía, a tener que pagar los platos rotos de una gestión presupuestaria desmedida.