Emoción en Castilla y León: la comunidad va a unas elecciones muy disputadas que afectarán a toda España
El PP, de los nervios ante la bajada de expectativas y el ascenso de Vox, y la izquierda se anima ante una posible suma.
Nada está escrito en la política española. Y las que parecían unas elecciones grises planeadas a gloria del PP se han convertido en una disputada lucha en la que puede pasar de todo. Y con repercusiones en el tablero nacional. 2.094.490 electores de Castilla y León tienen en sus manos este domingo el futuro de la comunidad y condicionarán también el macro ciclo electoral que arranca ahora en España y que culminará con las elecciones generales del año que viene.
Castilla y León va a unas elecciones adelantadas (correspondían en mayo del año que viene) impulsadas por el presidente actual, Alfonso Fernández Mañueco (PP), por la supuesta deslealtad de sus socios de Cs -a los que expulsó del Gobierno-. La realidad es que se trata de una cita con las urnas en la que el PP quiere condicionar el ciclo electoral -está pactado con Génova 13- y que se anticipa al calendario judicial de los populares (dentro de un mes tiene que declarar el expresidente Juan Vicente Herrera por el caso de la Perla Negra).
La decisión de Mañueco y la dirección nacional del PP se basaba en unas teóricas encuestas que dibujaban un escenario ideal: un PP al borde la mayoría absoluta, hundiendo a Cs y dependiendo sólo externamente de Vox, mientras que la izquierda se hundía. Es decir, el candidato popular se veía haciéndose “un Ayuso”. Y así, además, Pablo Casado podía apuntarse varios tantos: condicionar el ciclo apuntándose una primera victoria y acallar las voces internas presumiendo de que la marca PP tira igual que la de Ayuso. Todo parecía perfecto en los cálculos.
Pero la realidad supera la ficción (y más en la política nacional). La campaña se ha hecho muy larga para los populares y las encuestas reflejan que van de más a menos. Demoscópicamente el PP ya ha pinchado respecto a sus intenciones: se quedaría lejos de esa mayoría absoluta y, encima, tendría que depender de Vox, que sube con fuerza respecto a la anterior cita. Y, además, también algunos sondeos, como el CIS, reflejan que es posible incluso que el PSOE venza y pueda gobernar con una mayoría alternativa que pasaría por la España Vaciada.
Estas elecciones son muy volátiles por varios aspectos. Es la primera vez que se celebran en solitario (sin coincidir con unas municipales u otras convocatorias), será determinante el clima que haga este domingo de febrero y habrá menos urnas físicamente al no haber elecciones locales (lo que deja sin mesa a muchas pedanías y aparece el factor del desplazamiento).
Esto lleva a que sean determinantes dos factores para este domingo: la indecisión y la participación. El 23% de los ciudadanos no sabe todavía a quién votará, según recoge la encuesta flash publicada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) el pasado lunes. Y respecto a la participación se detecta en varios sondeos que los votantes del PP no están tan animados como los de los otros partidos. El sociólogo Narciso Michavila, de GAD3, ha vaticinado que puede haber gobierno de izquierdas frente a la creencia general y que eso se puede ya constatar a partir de las 14.00 horas del domingo si la participación es inferior al 33%. El sistema de restos será clave para conseguir los diputados y la balanza se puede decantar apenas por un puñado de votos.
La campaña de Castilla y León arrancaba con la polémica sobre las palabras de Alberto Garzón en The Guardian sobre las macrogranjas, que la derecha aprovechó al máximo y creó fisuras dentro de la coalición. Pero, posteriormente, han ido ganando terreno los temas propios de la autonomía, en tanto que el PP ha intentado impregnar un tono trumpista de campo vs. ciudad. Pablo Casado ha desconcertado a muchos con sus continuas declaraciones como las de la remolacha o el vino.
La campaña le ha sentado mal al PP que es ahora un mar de nervios al ver cómo bajan las expectativas. Por un lado, la gran pregunta es qué hará el día después si depende de la ultraderecha, con los de Santiago Abascal diciendo que no piensan dar gratis sus votos. De esta manera, Castilla y León se puede convertir en la primera autonomía de España con un Gobierno de coalición del PP y Vox. Y todo ello con un candidato, Juan García-Gallardo, del que se han conocido mensajes en Twitter de carácter homófobo y xenófobo.
Pero un resultado mediocre desatará asimismo todas las iras internas de un PP que no termina de cuajar y que sigue cuestionando a su líder Pablo Casado, que está viendo como su gran rival dentro, Isabel Díaz Ayuso, es una sensación en cada acto y llena más que la dirección nacional. Durante estos días han crecido también las críticas contra el ‘número dos’ del partido, Teodoro García Egea, por el diseño de la campaña y por el fiasco de la votación sobre la reforma laboral en el Congreso.
En cambio, en el PSOE cada vez son más optimistas. Las elecciones llegaban en un momento no especialmente bueno pero ahora entienden que hay espacio para el cambio, incluso no quedando como primera fuerza política. El candidato, Luis Tudanca, ha hecho una campaña pensando especialmente en temas como la despoblación y el fortalecimiento de los servicios públicos como los centros de salud, advirtiendo además de las consecuencias de que llegue la extrema derecha. Y con la vista puesta en la España Vaciada, posibles socios y rivales en las urnas. Será el primer gran termómetro para medir la fuerza de este fenómeno, que tiene especiales posibilidades en Soria, donde podría lograr hasta tres procuradores.
Esta convocatoria también es vital para Cs, que parecía destinado a desaparecer en las Cortes autonómicas. Pero la campaña no le ha ido mal y su candidato, Francisco Igea, está luchando con todas sus fuerzas. Incluso su voto podría ser determinante después de esa noche. Unidas Podemos espera aguantar o mejorar incluso sus resultados respecto a hace tres años, sabiendo que es una comunidad donde no tiene especial tirón. Por primera vez van juntos Podemos e IU, pero no servirá como termómetro para la futura plataforma de Yolanda Díaz (no se ha estrenado la fórmula y la vicepresidenta sólo ha ido un día a la campaña).
Castilla y León, del aburrimiento a la pura emoción. Las urnas nunca fallan.