El viaje de Magallanes y Elcano: la gesta que sigue poniendo en evidencia a los terraplanistas
Se cumplen 500 años de la primera vuelta al mundo por mar de Magallanes y Elcano y aún hoy hay quienes no se la creen
“Recorrer y descubrir toda la redondeza del mundo”. Ese fue el objetivo que dejó escrito Juan Sebastián Elcano al culminar la primera vuelta al mundo por mar en 1522. No fue sencillo, pero lo logró. Su expedición había cambiado para siempre el rumbo del conocimiento planetario. Gracias a su misión, las teorías formuladas desde la Antigüedad acababan de ser demostradas: la Tierra era redonda y había pruebas de ello. Nadie podría ir contra el sentido de la razón... hasta hoy. El renovado movimiento terraplanista pretende refutar todo lo logrado hace cinco siglos a base de influencers. No les cabe en la cabeza semejante hazaña. Pero... ¿tiene algún sentido su levantamiento?
“No, claro que no”, responde raudo Tomás Mazón, responsable del sitio Ruta Elcano. “Da igual lo que les diga la historia, la ciencia. Dan igual los argumentos... no se puede plantear un debate serio con ellos. No me cabe en la cabeza que haya quien ponga en duda documentos probados de hace 500 años. No lo entiendo salvo que sea por jugar a ser contestatarios”, confiesa.
Para estos contestatarios, la expedición sencillamente no existió. Lo achacan a un “engaño universal”. Buceando en su argumentario, cuesta encontrar planteamientos más allá de la vaguedad de una constante negación. Todo lo más, un reparto de culpas ante lo que definen como “un gran engaño”: al sistema educativo -“los libros nos mintieron desde niños”- y a los gobiernos -“un complot internacional”-.
Existe otro sector, algo más moderado en su ‘terraplanismo’, que sí admite -algo es algo- la existencia de la misión de Magallanes y Elcano. Por supuesto, supeditada a sus creencias: la ruta no fue la que hemos aprendido, sino una “navegación circular, bordeando el exterior del plano terrestre”.
“Absolutamente falso”, acierta a decir de inmediato Mazón como respuesta a este postulado. “Sí que hay una proyección terraplanista que acepta esta expedición como real cambiando el sentido del viaje, pero choca con todas las leyes físicas. De hecho -prosigue su explicación- con la técnica de 1519, todos los argumentos que probaban que la Tierra era redonda funcionaron, así que no sé qué intentan transmitir ahora”.
El experto en la materia da lo que considera “una prueba irrefutable” de que esa expedición “fue real, tal y como se ha contado”. Hace referencia a “cuando volvían a España. Al paso por Cabo Verde, se dieron cuenta que en sus cálculos fallaba un día. Al principio les extrañaba el error porque eran varios los que llevaban el registro y a ninguno le cuadraba. Ya en España comprobaron que se debía la curvatura del globo, navegando siempre hacia Poniente le quitaban tiempo a cada jornada hasta ganar un día completo. Y esto se demuestra razonando, como dijo Antonio Pigafetta”, remata con una cita del que fuera cronista oficial del viaje. Reta a los conspiracionistas a rebatir este argumento. De momento no ha encontrado respuesta.
Mientras un sector quiere tirar por la borda todo lo logrado, la comunidad científica celebra el quinto centenario de la hazaña naval. En agosto de 1519, 239 hombres y cinco naves -de los cuales solo regresaron 18 marinos y una de esas naos, la ‘Victoria’- se embarcaron desde Sevilla con destino a Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Allí partieron con la vista puesta en las Islas Molucas y, de paso, en la historia. El plan pasaba por atravesar el sur de América por el aún desconocido ‘Estrecho de Magallanes’, cruzar el Pacífico para llegar a las mencionadas Molucas -un archipiélago situado en la actual Indonesia- y aprovisionarse allí de especias para la corona de España, principal objeto económico de la empresa.
El proyecto estaba encabezado por el portugués Fernando de Magallanes. A su muerte en Filipinas (1521) y tras una serie de conflictos internos, el mando pasó al marino guipuzcoano Juan Sebastián Elcano, quien logró la hazaña de regresar a puerto español. “Esta expedición cambió radicalmente el panorama: consiguió pasar de la teoría a la demostración empírica; la Tierra es redonda. Desde entonces se supo que se puede recorrer todo el planeta por el mar. La aventura fue bastantes pasos más allá de lo hecho por otros navegantes. En comparación, lo de Cristóbal Colón ‘solo’ fue un viaje muy largo”, explica Mazón.
El hito de la ambiciosa campaña naval fue, riquezas para la Corona aparte, dar prueba de veracidad a pensamiento que acompañaba a la humanidad desde la Grecia de Ptolomeo (Siglo II d.C.): “Estaba aceptada esa cuestión, tanto que en el S.XVI no había debate sobre la redondez del planeta. Lo que se ignoraba era su tamaño. Durante la expedición aún se tenía al planeta por más pequeño de lo que era”, recalca el experto en la circunnavegación.
El historiador de origen francés Serge Gruzinski se manifestó en similares términos en las jornadas celebradas en Valladolid por el V Centenario: “Ya desde la Antigüedad se sabía que la Tierra era redonda. El propio Aristóteles había recordado que era teóricamente posible llegar a la lejana India siguiendo la ruta del oeste, a condición de franquear un océano cuyas aguas y vientos eran desconocidos de los pilotos y de disponer de naves capaces de desafiar esas inmensas extensiones. La vuelta al mundo -de Magallanes y Elcano- marca el paso de una visión metafísica del mundo a una apropiación física del globo”.
Gruzinski fue un paso más allá a la hora de valorar la importancia de esta misión: “Con Magallanes, son el hombre europeo y sus capitales los que se ponen a girar en torno a la Tierra. No existe mundialización sin la revolución magallánica. Es en el siglo XVI cuando la historia humana se integra en un escenario que se identifica con el globo terráqueo”. El comienzo de esa mundialización -o globalización- también sería mentira para el terraplanismo más recalcitrante.
¿Y cómo lograron los marineros finalizar con éxito logístico semejante empresa? La respuesta, vuelve a incidir Tomás Mazón, está en la ciencia: “A bordo de las naves iban varios cosmógrafos para determinar en todo momento dónde se encontraban, dentro de sus dificultades. La falta de experiencia en un viaje así hacía que resultase difícil conocer la longitud [la distancia en relación al ecuador hacia el este o el oeste]. A partir de este viaje cambia todo. Longitud y latitud [la distancia con el ecuador hacia el norte o el sur] son más sencillos de calcular desde entonces”.
Nada de esto importa ni sirve a juicio de los opositores más radicales. La moda de los terraplanistas, como los define el propio Mazón, ha llegado a ser tendencia tras varios siglos de existencia sin demasiado eco. El auge de las tecnologías y su democratización han abierto la puerta a opiniones de todo tipo, terreno idóneo para el conspiracionismo. Es el caso del youtuber Oliver Ibáñez, con 384.000 suscriptores en su canal y un célebre enfrentamiento con Pedro Duque. La fórmula parece funcionarle. Basta con afirmar que nada de lo que nos ha contado la historia en relación a la Tierra es cierto.
Pero ahí está la ciencia.