'El último baile' no es un documental de Michael Jordan
Aunque es una serie sobre el jugador de los Chicago Bulls, 'The last dance' (Netflix) tiene mucho que decir sobre baloncesto, trabajo en equipo y la complejidad psicológica de los ídolos de masas.
Michael Jordan (1963) necesitaba un documental a su medida y Netflix se lo ha dado: El último baile (The last dance). No importa ser o no ser amante del baloncesto. Esa no es la cuestión. Otros documentales son referencia de ello. No hay que ser un enamorado de los Dj’s para interesarse por Avicii: True Stories ni un admirador del folk rock de Sixto Rodríguez para rendirse ante Searching for Sugar Man.
El último baile es mucho más que baloncesto. Es la historia de un chaval que salió de Carolina del Norte (Estados Unidos) para convertirse en el salvador de un equipo que estaba en decadencia, los Chicago Bulls, y que tras 13 temporadas con Jordan pasó a ser un equipo de leyenda en la NBA.
Michael sacó a los Bulls de la mediocridad y los encumbró a la altura de otros como Los Angeles Lakers o los Boston Celtics, y no sólo por su talento innato.
El novato, como lo llamaban al principio en el equipo, se convirtió desde el primer momento en el jugador imprescindible de cuya dimensión ya había mostrado señales en su etapa universitaria. La dependencia de la franquicia en él fue tal que hasta enfermo hacía imponer su ley sobre la pista.
La temporada 97-98, sobre la que gira el documental, fue la mejor para Michael Jordan. “Por cómo usé mi mente y mi cuerpo. Fue frustrante retirarme en mi apogeo. Podríamos haber ganado un séptimo título”, rememora.
Aquel ”último baile” tuvo, en cambio, unos inicios nada plácidos. Jordan convivió con excesos de todo tipo —reuniones entre rayas, marihuana y muchas mujeres— y de todos ellos se alejó. Eso evitó estropear el brillante futuro que estaba por venir.
El trabajo de documentación es la base de la miniserie de 10 episodios, cada uno de una hora. Se grabaron charlas en los vestuarios, entrenamientos, se recopilaron imágenes de archivo con una fotografía cuidada... y todo se quedó en un cajón casi dos años. Fue Jason Hehir quien lo sacó de ahí para crear un documental con alma.
The last dance es mucho más que deporte para aficionados. Cuenta una historia e incluye papeles que, pese a ser reales, tiene resortes de una película de ficción que construye personajes: ver al protagonista con un puro habanero y un vaso de whisky escocés hace que lo visualicemos como un pez gordo lejos de la cancha.
La serie documental incluye tragedias, recursos como los flashbacks, mucha acción, enfrentamientos y, sobre todo, un nivel de producción a la altura de cualquier taquillazo.
Hay muchas razones por las que El último baile se haya convertido en uno de los grandes éxitos de Netflix esta temporada.
1. El sueño americano: el documental muestra cómo un chico que no era nadie consiguió con ambición que su nombre nunca se olvide. Y aún así, no hay intención de mitificar la figura.
2. Relata cómo las cosas no siempre se consiguen con suerte, sino con esfuerzo.
3. Los entresijos del mundo del deporte se destapan en el documental. Por qué los entrenadores salen y entran o cómo un jugador puede ser decisivo en esos movimientos empresariales por ser la estrella del equipo.
4. A pesar de ser un documental sobre Michael Jordan, hay una idea que insiste en dejar clara: el baloncesto es un deporte de equipo. La estrella puede motivar al resto de jugadores, tirar de ellos, pero sin sus compañeros no tiene nada que hacer. Algo que se olvida fácilmente cuando un jugador destaca.
5. A ratos, deja en evidencia los aires de grandeza que puede provocar tanta adulación y la dureza con la que trataba a algunos de sus compañeros. Por eso resulta imparcial.
6. El peso de la fama en las grandes estrellas: Michael Jordan disfrutaba de la soledad de una habitación de hotel, lejos de los focos los gritos y el poder de los halagos. Eso sí, nunca lejos de la cancha.
7. Muestra la complejidad psicológica de un ídolo de masas. Sus luces y también sus sombras.
8. El juego sucio y agresivo de algunos equipos para bloquear a los jugadores contrarios: el caso de los Detroit Pistons, los conocidos como Bad Boys por su juego duro y hasta salvaje por momentos, especialmente contra el propio Jordan, al que le hicieron la vida imposible a finales de los 80, como se explica con todo detalle. Ese ‘otro baloncesto’ que hoy parece impensable también aparece en el documental.
9. Ver a Kobe Bryant otra vez en pantalla es un acto de respeto a una gran figura del baloncesto.
10. La importancia de otros exjugadores que compartían equipo con él, como Toni Kukoc o Scottie Pippen. Este último, a pesar de ser uno de los mejores jugadores de la NBA, era uno de los peor pagados, una controversia que ocupa un papel destacado en la obra. Incluso, el rol que jugó el díscolo Dennis Rodman, a quien Jordan supo manejar y convertir en su escudero cuando le hizo falta.
11. El tirón de una celebridad en el mundo del marketing. Nike pasó de ser una marca mediana a vender zapatillas como churros después de que se fabricarán de manera especial para Michael Jordan las Nike Air. El modelo de zapatilla se llamaba Air por la capacidad de Jordan para jugar en el aire.
12. La importancia de que una estrella del mundo del deporte sepa cuándo es el momento de retirarse. Él lo hizo tres veces, definitivamente en 2003 en los Washington Wizards y las dos anteriores después 13 temporadas en los Chicago Bulls. Una de ellas la de 1998, cuando ganó su último título con el equipo, y la otra, en 1993, cuando cansado de su deporte y marcado por el asesinato de su padre decidió hacer un parón para dedicarse temporalmente a jugar al béisbol en Chicago.
13. Porque para el que no sea fan del baloncesto, pese a conocer el nombre de la estrella, tendrá claro quién es Michael Jordan.
Por algo es considerado el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos.