El proceso de la escritura
Mientras estás escribiendo una novela, no hay nada más que la historia que estás desarrollando en tu mente, las páginas que van aumentando sobre tu escritorio y, si eres de ese tipo de escritores que se permiten soñar en lo que sucederá cuando esté terminada, las fantasías de cómo será recibida.
Yo no soy de ese tipo de personas. Mientras trabajo, trabajo, y disfruto al hacerlo. No le doy vueltas a qué género estoy escribiendo, ni qué editorial se interesará por ella, ni a qué tipo de lectores llegará, ni si tendrá o no éxito. La historia de amor es entre mi historia y yo hasta que pongo el punto final al manuscrito.
Eso no significa que no piense en los lectores. Claro que lo hago. Una novela es un acto de comunicación. ¿Para qué serviría poner tantas palabras en un papel si pensara que nunca iba a leerlas nadie? Lo que pasa es que, mientras la escribo, es una especie de juego; un juego muy serio, con sus reglas y sus sanciones, pero un juego que jugamos mis personajes y yo junto con ese lector potencial que, en esa fase, todavía no tiene cara ni nombre.
Luego, cuando la historia se convierte en un libro, cuando ya ha sido entregada a alguien más y, por gracia del trabajo del equipo de una editorial, se convierte en un artefacto tridimensional y es publicado, es decir, comunicado al público, a partir de ahí es cuando la autora deja de tener el control y ocupa el lugar de receptora de comentarios, críticas, reacciones de ese público lector que ahora es el que tiene el poder sobre la novela.
En mi caso, con El color del silencio, eso sucedió el 4 de mayo, la fecha en que llegó a las librerías, aunque ya había empezado un poco antes, cuando fueron enviados los ejemplares no venales a un grupo de personas que dieron sus primeras opiniones sobre la novela.
Ahí es donde entra por primera vez un tipo de lector muy especial. De hecho, cuatro tipo de lectores extraordinarios que van a ser fundamentales en el devenir del libro: los equipos comerciales –las personas que, con su esfuerzo y su entusiasmo diarios consiguen que la novela llegue a los libreros, especialmente si a ellos les ha gustado–, los libreros y libreras –piedra angular del edificio, los que con su trabajo y su experiencia hacen que el libro encuentre a sus lectores y, si hay suerte y se enamoran del tuyo, consiguen que dure varios meses en las mesas y que alcance a mucha gente que, de otro modo, no lo habría leído–; los bibliotecarios y bibliotecarias –que con los medios cada vez más escasos que tienen a su disposición, eligen tu historia entre tantas para ofrecerla a sus lectores asiduos cuando entran a la biblioteca buscando algo que pueda gustarles; y los blogueros, críticos y periodistas (de prensa, de radio, de televisión) –que después de la lectura, comunican en público sus impresiones y recomiendan la novela o no; de su entusiasmo depende muchas veces que el libro sobreviva en la verde jungla de publicaciones-.
Creo que queda bastante claro que, desde el principio, desde mi primer enamoramiento por la historia que quiero contar, todo es una historia de amor. Todo depende de que mucha gente se enamore también de lo mismo. Y ahí entra la suerte, además del trabajo cotidiano de muchas personas.
Desde primeros de mayo, con gran alegría por mi parte, se han hecho tres ediciones de El color del silencio, se han escrito montones de críticas y opiniones sobre el libro –todas muy positivas, muchas incluso entusiastas–, la novela ha entrado en la lista de los más vendidos, y he tenido ocasión a lo largo de tres giras de presentación de conocer a un montón de lectoras y lectores –comerciales, libreros, bibliotecarios, periodistas, blogueros, lectores compulsivos, lectores ocasionales, miembros de clubs de lectura– que me han ido haciendo comentarios sobre esa historia que durante meses fue sólo mía y ahora es de todos.
Es algo increíblemente bonito y muy emocionante tener la posibilidad de hablar cara a cara con esas personas que antes solo estaban en mi imaginación, contrastar opiniones y pareceres, oír que hablan de mis personajes como si fueran personas de su entorno, como si fueran gente conocida y a veces querida.
Esta vez ha sido estupendo: El color del silencio ha llegado a muchísimos lectores y parece que está entusiasmando a muchos de ellos. Unos me hablan de Helena, la protagonista, tan poco habitual; otros de los escenarios, de Rabat, del maravilloso jardín de La Mora; otros más de los diferentes periodos históricos que se tratan a lo largo de sus páginas... cada uno aprecia más una cosa: las descripciones, las fotos antiguas, el ambiente de tiempos pasados, las relaciones entre los personajes, la lenta revelación de los secretos, el descubrir ciertos misterios antes de que los personajes los hayan descubierto, las cartas...
Estoy enormemente agradecida por las reacciones, y he disfrutado muchísimo de encontrarme con lectores de Madrid, Barcelona, Alicante, Bilbao, Sevilla, Valladolid, Santiago de Compostela, Santander, Oviedo, Zaragoza, Elda –la ciudad donde nací y donde la presentación en el Teatro Castelar, frente a 450 espectadores, con lectura, música y pintura fue un éxito sin precedentes.
Una nunca sabe qué va a pasar cuando termina una novela; hay demasiadas cosas que influyen y que la autora no puede controlar. En parte, es cuestión de suerte, en parte, de trabajo editorial y de prensa, y de todos los implicados en el proceso; también influye el momento, el interés en determinado tema, la cubierta del libro... montones de cosas. Unas veces funciona y otras no, pero cuando uno es un escritor serio, sigue escribiendo con la esperanza de llegar algún día a encontrar a sus lectores.
Con El color del silencio, he tenido mucha suerte, y una gran editorial, y mucha atención mediática, y un magnífico público. Eso no significa que la próxima vez el resultado vaya a ser igual.
Lo que sí puedo prometer que será igual es mi trabajo, mi compromiso con los lectores, mi pasión por hacerlo lo mejor que sé, por dar lo mejor que tengo. Yo disfruto mucho hilando mis historias y las escribo para hacer disfrutar a las personas que las eligen entre tantas otras, y me dan su tiempo y su dinero para poder leerlas. Gracias a todos. De corazón. ¡Y hasta la próxima!