El poder constituyente somos nosotras

El poder constituyente somos nosotras

EFE

Cómo no íbamos a haber dicho algo las feministas, pensaba yo estos días que se cumplen 39 años de nuestra Constitución. Sin embargo, lo cierto es que los hombres sabios de este país, a un lado y otro de Ebro y Hemiciclo, siguen diciendo tan poco de lo que dijimos que por un momento he dudado. ¿Existía ese hilo lila del que tirar? ¿Hay una tradición feminista que ha pensado sobre la Constitución en nuestro país? ¿Quién era nuestra Peces-Barba? ¿Un país mejor requiere una constitución más feminista?

Buceando en esa posible tradición constitucionalista feminista, lo primero con lo que he topado son los márgenes de la misma, y a continuación la evidente duda de si yo pertenecía a ella o a ellos haciendo un artículo como este. Para una mujer feminista, diputada, de 28 años, escribir sobre una Constitución que fue redactada cuando yo ni aún era una idea en la cabeza de mis padres, tiene su morbo, casi arqueológico; pero sobre todo tiene su interés, desde el feminismo, desde mi escaño y claro, como ciudadana.

En esos márgenes me he encontrado con las que no querían esa constitución y que por tanto difícilmente podían encontrar en ella una buena herramienta para pelear por los derechos de las mujeres. Aunque me he sentido muy tentada de quedarme ahí, he seguido profundizando y me he encontrado con Soledad Becerril, Pilar Bravo, Carlota Bustelo e incluso Victoria Fernández España (Diputadas de las Cortes Constituyentes de UCD, Partido Comunista, Partido Socialista y Alianza Popular, respectivamente). Con ellas he estado dialogando y me he traído sus debates, los cuales para mi sorpresa y pena, no están en absoluto desactualizados. Pedir la igualdad parecía por aquel entonces lo justo en una sociedad que re-estrenaba democracia, y para unas mujeres que casi estrenaban voto. La sorpresa es que casi 40 años después, por supuesto con avances, tengamos que reproducir ese debate a las puertas de lo que podría ser una una(s) reforma- momento constituyente. Un ejemplo esclarecedor: incluso aquellas que no estaban de acuerdo con el aborto, debatían sobre la necesidad de blindarlo constitucionalmente para que las mujeres lo pudiesen ejercer.

El feminismo de este país está viviendo un momento dulce en su capacidad de construcción de hegemonía como muchas de nosotras no recordábamos

Me he quedado también hablando con las feministas que estaban fuera de las Cortes, aquellas que ya dijeron entonces que esa constitución no era la nuestra, como la maravillosa Justa Montero. La Coordinadora de mujeres feministas del Estado Español ya en su día rechazaba la constitución por "ser ésta antidemocrática y machista, por haber sido elaborada de espaldas a las mujeres, perpetuando un sistema patriarcal y capitalista que ni siquiera recoge las más elementales reivindicaciones de las mujeres, cerrando por su carácter de ley fundamental las puertas a futuras leyes progresistas, con un lenguaje sexista, ignorando cuestiones fundamentales como el aborto o el divorcio". Decían literalmente en un comunicado entonces. Una se siente más arropada sabiendo esto, pero sobre todo se siente mucho más legitimada a la hora de plantear las siguientes cuestiones.

El feminismo de este país está viviendo un momento dulce en su capacidad de construcción de hegemonía como muchas de nosotras no recordábamos. Está siendo capaz de patear el tablero y romper los ejes que hasta ahora han vertebrado el debate político de nuestro país. En el feminismo, en ese feminismo que ha sido capaz de cuestionar a Trump y apartarnos los ojos de Catalunya, caben hombres y mujeres, izquierda-derecha, arriba-abajo y centro- periferia. La sociedad española empieza también a dividirse entre quienes consideran que la democracia va de la mano de la igualdad y quienes aún no identifican que, en gran medida, son los elementos de discriminación estructural que existen sobre las mujeres los que impiden otro orden social.

El año en el que la revista Time elige a las mujeres como "persona del año"; el año en el que cada vez que pestañeamos una nueva manifestación masiva camina; el año en el que el que con el Pacto de Estado hemos dado el paso legislativo más avanzado, probablemente de todo el mundo, en lo que tiene que ver con la lucha contra el machismo; es el año en el que se vuelve a hablar de la posibilidad de cambiar la Constitución. Pero hay quién aún no ha relacionado una cosa con la otra. Sin embargo, no vengo a quejarme, vengo a proponer dos cosas muy concretas.

En primer lugar me gustaría retar a todos esos hombres maravillosos y queridos que estos días afinaban sus plumas para ser los mejores estadistas, a incluir esta cuestión en sus análisis. ¿No les parece que es una cuestión incluso táctica si quieren conseguir una correlación de fuerzas -la-que-sea-para-lo-que-sea que quieren hacer con la constitución, contar con nosotras? Y en lo coyuntural, ¿No les parece que tan desastrosa es la brecha de género en nuestro país como la territorial, la generacional o la social? ¿No consideran que algo está sucediendo, cuando todos los datos económicos son cada vez peores para nosotras y cada vez estamos sin embargo y por ello más unidas y visibles? ¿No opinan que si lo que queremos es democratizar nuestro país(es) y para ello su ley fundamental, debemos hacerlo por abajo y estando todas, y que eso inevitablemente supone hacer un esfuerzo extraordinario para con las mujeres? ¿No creen que la mejor garantía para el progreso social y el Estado de bienestar de cualquier país pasa por las mujeres? 8 de Marzo, guarden esa fecha en sus cabezas.

Las mujeres lo tenemos claro: una constitución más democrática sería una constitución más feminista

Y en segundo lugar, mi otra propuesta: pactemos, mujeres. Acordemos aquellas cuestiones fundamentales que tiene que tener el país que viene, para que sea vivible, para que merezca la pena serlo. Hagamos un pacto entre nosotras, ahora que parece que somos el último dique de contención para un cierre conservador de este momento constituyente. Las mujeres lo tenemos claro: una constitución más democrática sería una constitución más feminista. Y se preguntarán a estas alturas qué puede ser eso de constitucionalizar el feminismo y por tanto feminizar la constitución. La respuesta, como muchas otras veces, es lo que debería ser evidente. En primer lugar que una constitución no solo puede tener padres, si no debe de tener madres también. Que se las nombre, que se use un lenguaje inclusivo acorde con los progresos que nuestro país ha vivido desde entonces. Y en segundo lugar, creo que existe un consenso sobre tres cuestiones centrales para cualquier ley fundamental que quiera contar con las mujeres: Derecho a unas vidas libres de violencias machistas; Derechos sexuales, de identidad y reproductivos; Derecho a los cuidados.

Nunca el feminismo pudo ser tanto una "Cuestión de Estado", nunca tuvimos la oportunidad de pensarnos como poder constituyente. Ahora está en nuestras manos, en las de todas y en la de todos. We the people.

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Nacida en Pontevedra en 1989, licenciada en Filosofía, ex diputada de En Marea y ex vicepresidenta de la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados.