El PNV como modelo de Más Madrid: incompatible con un proyecto progresista
Ayuso y el PNV se parecen también demasiado como para ser el modelo, ni de lejos, de alguien que se considere progresista.
Podemos nació denunciando las puertas giratorias y la connivencia entre las grandes empresas y cierta casta política, que pasaba directamente del Consejo de Ministros al consejo de administración de una energética. La historia de siempre. La rueda que hay que romper: mandan más los directivos y multimillonarios que los gobiernos elegidos democráticamente. Por eso, jamás tendremos como referente a un partido como el PNV, con un expresidente, Josu Jon Imaz, que ha pasado de ostentar ese cargo a formar parte de la dirección de Repsol.
Puede que alguien me pida que obvie ese dato. Que a lo que se refieren algunos cuando toman como referencia a este partido conservador vasco es a su gestión del Estado del Bienestar o la protección del tejido industrial. Pero claro, eso también tiene trampa. El tejido industrial vasco no es un invento del PNV. Tampoco han conseguido reindustrializar la Margen Izquierda de la ría de Bilbao (zona que en su día fue un gran motor industrial). Más bien parece que han apostado, como en Madrid, por la economía del sector servicios, apuntalada en el turismo. Han convertido a Bilbao en una ciudad turística, muy bien. Economía con pies de barro, presa de la especulación, donde las desigualdades han ido en aumento.
Así ha pasado con el crecimiento de la pobreza bajo el gobierno de Iñigo Urkullu, sobre todo en el caso de las familias monoparentales. Exactamente igual que en Madrid, donde la pobreza ha aumentado desde el año 2008 en más de un 40%. Igual les gusta por el tono amable, por sentirse cómodos pactando con todo el mundo. Pero ojo, que los portavoces del PNV sean personas educadas y no pierdan las formas y el decoro —como a menudo le pasa al PP trumpista que gobierna en Madrid— no borra que hayan votado la investidura de Aznar y pactado los Presupuestos con Rajoy. Ese modelo veleta, desde luego que no es el de Podemos.
En cuanto a sanidad pública, el modelo del PNV sigue los pasos de Ayuso: en 2023 invertirán 220 millones menos que este año. Han impulsado una política de externalizaciones, también conocidas como privatizaciones. Evidentemente, no al ritmo de la Comunidad de Madrid, pero muy lejos de lo que cualquier partido de izquierdas desearía. Nosotras, en este sentido, estamos pidiendo la derogación de la Ley 15/97, que abre la puerta a las privatizaciones. ¿Votaría el PNV a favor? Tengo mis dudas.
El PNV se niega a impulsar una reforma fiscal con la que obligar a las multinacionales extranjeras a que contribuyan igual que hacemos los demás. Parece que en esto también han decidido seguir el ejemplo de Ayuso y Feijóo. Si tu modelo es el PNV, dime ¿preferirías no aplicar un impuesto a las grandes fortunas, como hemos impulsado desde unidas podemos a nivel estatal? Desde luego, que si no molestas a los poderosos, te machacan menos. Pero nosotros no hemos hecho este camino para doblegarnos ahora.
Mientras en Madrid estamos defendiendo el Canal de Isabel II de las garras del PP, nos encontramos con una trama entre instituciones públicas manejadas por el PNV y empresas multinacionales, como FCC-Aqualia, Grupo Suez, Acciona o Iberdrola, para privatizar el agua de Vizcaya.
Desde Unidas Podemos hemos hecho un trabajo ingente fiscalizando los contratos de emergencia de los gobiernos de Madrid. Contratos que han servido para regar de dinero público a determinadas empresas. Incluso hemos tenido que acudir a la Fiscalía Europea, que andan lejos de los auditores europeos, que han constatado sobrecostes y falta de pasajeros en la Red de Tren de Alta Velocidad Vasca.
Es verdad que no hay partido más corrupto que el PP en Europa y que el epicentro de esa corrupción ha tenido como teatro de operaciones la Comunidad de Madrid. Pero también es cierto que el PNV no se libra de casos de corrupción: 12 personas, entre ellas altos cargos del partido fueron condenados con penas de cárcel en el caso De Miguel.
Ayuso y el PNV se parecen también demasiado en esta materia como para ser el modelo, ni de lejos, de alguien que se considere progresista.
Si nos vamos a la cuestión del medio ambiente, mientras en Madrid estamos pidiendo el cierre de la incineradora de Valdemingómez —todavía más urgente después del grave drama ambiental y para la salud que han supuesto las sacas rotas que liberan ceniza tóxica en Vallecas y alrededores—, el PNV impulsa el proyecto de la incineradora de Zubieta, que seguramente sea la última incineradora de Europa. Al tiempo que ponemos el grito en el cielo por la dejación de funciones de la Consejería de Medioambiente de la Comunidad de Madrid y por su nefasta política de residuos, el accidente de Zaldívar retrató la gestión del Gobierno Vasco en esta materia. No creo que sean modelo si de lo que se trata es de alcanzar el objetivo de lograr que Madrid sea la capital mundial del reciclaje.
Nuestro modelo tiene que ser el progreso, la sostenibilidad y la justicia social. Porque, que el PP sea un partido depredador de lo público, corrupto y agresivo con la mayorías sociales, no puede hacer que nos apartemos de nuestros principios refugiándonos en otras derechas, porque quizás parezca que suena bien.
Quedan unos meses, y nuestro deber es ganar una región y una ciudad para cambiarlas, proponiendo una alternativa real y progresista. En Podemos estamos en marcha, tomando como ejemplo los municipios y las comunidades donde ya gobernamos, y el trabajo de unos ministerios que, contra viento y marea, están aumentando derechos. Sin camuflaje, porque creemos en lo que decimos, vamos a sacar a la derecha de las instituciones de Madrid.