Los 1996 habitantes censados de la localidad de El Campillo (Huelva) jamás hubiesen imaginado que un paso de cebra pudiese llegar a tener tanta repercusión a nivel mediático.
Con ‘la vuelta al cole’, el ayuntamiento de El Campillo, liderado por Juan Carlos Jiménez (PSOE), su actual alcalde, decidió crear un paso de cebra en 3D en la puerta del colegio La Rábida con el objetivo de que los coches reduzcan la velocidad y aumentar así la seguridad de los menores que cruzan por la zona a diario.
Aunque hay empresas que se dedican a vender este tipo de pasos de peatones, que van adheridos al suelo, como explica al HuffPost el propio alcalde, los prefabricados “duran poco por el hecho de estar pegados”, valora Jiménez. Y explica: “Funcionan con una lámina a la que le aplicas calor y al instante se queda pegado al asfaltado”.
Con el objetivo de garantizar su durabilidad, junto al equipo de gobierno de la localidad, el alcalde ofreció a dos vecinos de El Campillo pintar uno manualmente de la misma manera que el prefabricado.
Y así lo hicieron Miguel Ángel Pérez y Juan Díaz Patricio, autores de la obra que ha revolucionado las redes sociales.
A pesar de que muchos han halagado la iniciativa, también están los que opinan que el efecto óptico podría ocasionar accidentes de coche.
Sin embargo, en palabras de Jiménez, “el efecto que se aprecia en la fotografía no es tan real” y, hasta el momento, el paso de cebra ha cumplido su objetivo: hacer que los vehículos aminoren la velocidad. “Yo tengo un hijo, le llevo y le traigo del colegio y veo como pasan algunos vehículos por la zona”, añade Jiménez.
Aunque solo se ha implantado en la puerta del colegio, el alcalde de El Campillo no descarta pintarlo en otros lugares del municipio donde también transitan menores.
Pero, a pesar de que nos puede parecer una iniciativa novedosa, otros países como Dinamarca ya habían implantado en ciudades como Aarhus “pasos de cebra flotantes” con el fin de proteger a los peatones y reducir los atropellos.
Estado de una de las clases del liceo Mykhailo-Kotsyubynske
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Sofia Zhyr, de 14 años, sentada en su pupitre en su escuela de Chernihiv, atacaba en marzo. Confiesa que tenía miedo de regresar.
Emilio Morenatti via AP
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Anna Skiban, de 12 años, en el lugar donde estaba su asiento en su clase del liceo de Mykhailo-Kotsyubynske, Chernihiv, atacado en marzo. "Estoy muy triste, no puedo creer que esto le haya pasado a mi escuela".
Emilio Morenatti via AP
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Oleksandr Morhunov, de 13 años, entre los escombros de su aula, atacada en marzo pasado, en Chernihiv. "Cuando estoy en mi clase, pienso en las ganas que tengo de que acabe la guerra".
Emilio Morenatti via AP
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Mykola Kravchenko, de 12 años, mira su destrozada aula de informática en el liceo Mykhailo-Kotsyubynske. “Cuando estoy en la escuela, pienso en la persona que murió entre los escombros. Lo siento profundament...
Emilio Morenatti via AP
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Khrystyna Ignatova, de 16 años, mira lo qque queda en pie de su aula, en la escuela Chernihiv.
Emilio Morenatti via AP
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Anastasia Avramenko, de 13 años, en la posición exacta en la que estaba su pupitre en la escuela de Chernihiv. Dice que se quiere graduar en ese centro, porque es donde siente que pertenece.
Emilio Morenatti via AP
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Ivan Hubenko, de 11 años, camina con su mochila sobre los restos de su escuela bombardeada en Chernihiv. "Me siento ofendido cuando estoy en mi escuela. Un resentimiento porque los rusos la destruyeron".
Emilio Morenatti via AP
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Oleksii Lytvyn, de 13 años, ante el lugar que ocupaba la pizarra de su clase, en el Mykhailo-Kotsyubynske. “Nunca había visto algo así, no puede ser una realidad”, dice, como si fuera un sueño.
Emilio Morenatti via AP
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Karina Muzyka tiene 10 años y está retratada en su clase de Chernihiv. "Cuando bombardearon mi escuela, me aterroricé. Vivimos cerca. Nuestras ventanas se dañaron y mi madre pudo morir porque la puerta casi la presion...
Emilio Morenatti via AP
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Sofia Klyshnia, de 12 años, en el espacio que ocupaba su asiento escolar en el liceo Mykhailo-Kotsyubynske. "Tengo miedo de pisar la clase destrozada que un día ocupé".
Emilio Morenatti via AP
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Karina Muzyka, caminando sobre las ruinas de su cole.
Emilio Morenatti via AP
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Un grupo de estudiantes, reunidos en una clase dañada por los bombardeos en el liceo Mykhailo-Kotsyubynske, este 30 de agosto, primer día de clase.
Emilio Morenatti via AP
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Ventanas rotas por la explosión de 4 de marzo en el liceo Mykhailo-Kotsyubynske de Chernihiv.
Emilio Morenatti via AP
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Libros ucranianos y rusos, apilados en un colegio.
Emilio Morenatti via AP
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Estudiantes en una clase aún en pie en el Mykhailo-Kotsyubynske.
Emilio Morenatti via AP
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Un grupo de niños juega en el patio dañado de la Escuela Chernihiv. Comparten historias de cómo han sobrevivido hasta ahora a la guerra.
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Un libro destrozado, con un retrato de Lenin.
Emilio Morenatti via AP
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Estado de una de las clases del liceo Mykhailo-Kotsyubynske
Emilio Morenatti via AP