El municipalismo innovador
En Córdoba el Gobierno local sigue metido en su guion y viviendo en lo que parece una realidad paralela.
Hace casi un año que intento transmitir desde este blog cómo se traducen las decisiones y el contexto político nacional al día a día de ciudades medias como la mía, Córdoba.
La pandemia lo ha cambiado casi todo en sólo seis meses y, además, ha acentuado muchos de nuestros retos pendientes. El desapego hacia la Política en mayúsculas –oculta tras el griterío de la inmediatez, las noticias falsas, la confrontación y los extremos–, la debilidad de los servicios públicos, la transformación digital pendiente, la crisis climática, la movilidad sostenible y la evolución demográfica son, entre otros, algunos de los desafíos que se han hecho aún más palpables. Y en todos estos retos tienen mucho que decir las administraciones locales.
Hace días que en todos los rincones del país se analizan criterios epidemiológicos, aderezados con pugnas de poder, para actuar en Madrid ante esta segunda ola de covid-19. Como en todo, hay dos opiniones. La polarización de la opinión pública es una consecuencia funesta del desapego político. Pero antes que Madrid ha habido ciudades, pueblos y comarcas confinadas, con mucho menos debate público. Volver a parar el ritmo vertiginoso de la capital se interpreta como el frenazo en seco de un país entero, sumido en una crisis sin precedentes.
Son precisamente las consecuencias de evolución demográfica una de las causas que han hecho a la capital muy vulnerable ante una epidemia que anima al distanciamiento. Es una ciudad donde, como en todas las grandes urbes, el espacio no sobra.
Y es, por contra, la menor densidad de población de ciudades medias como Córdoba lo que debe interpretarse como una oportunidad. No sólo para superar esta epidemia con mejores datos de incidencia del virus, sino para avalar que las ciudades de tamaño “humano” pueden convertirse en una opción vital con mucho futuro.
Una ciudad abarcable, con los servicios públicos necesarios, más asequible y con buenos enlaces de comunicación es, seguro, un anhelo para muchas familias después de la experiencia del confinamiento.
Para ello, abogo por que al manoseado término “municipalismo”, del que se han adueñado muchos, se le añada el calificativo innovador; es momento de pasar a la acción y de encontrar el camino para hacer de esta crisis una oportunidad.
Y en el terreno local todo es más humano, la cercanía ayuda a acertar. Es en el trato diario y en la escucha activa con las asociaciones de padres y madres, con los vecinos, con los colectivos de toda índole donde se engrasa la maquinaria para aprender a responder a sus necesidades. Esta debería ser una escuela de base para todos los líderes políticos. Es el pisar la calle, con la gente, lo que no se debe perder nunca.
Es la administración más cercana donde los vecinos y vecinas tienen que encontrar soluciones. En Madrid están las instituciones del Estado, pero les aseguro que en el resto del país existe vida inteligente y capacidad para gestionar muchas políticas que afectan diariamente a la vida de las personas.
Será muy difícil si quien tiene que ejercer el liderazgo desde lo local, aún no se ha percatado de su papel en todo un desafío como la pandemia y se dedica a dejar pasar el tiempo en el inmovilismo, atascado, esperando para ver si todo pasa sin embarrarse demasiado. Así está ocurriendo en Córdoba, donde el Gobierno local sigue metido en su guion y viviendo en lo que parece una realidad paralela.
Es muy difícil ejercer un municipalismo innovador si el alcalde mantiene la opción de aguantar el temporal sin emplearse a fondo y no es capaz de ejecutar ni un tercio de su presupuesto.
Es muy difícil entender el papel vertebrador de la administración local si alcaldes como el de Córdoba, con la única intención de seguir la estrategia partidista de debilitar la Gobierno de la nación, siguen reclamando en Madrid sin hacer sus propias tareas como, por ejemplo, pagar a tiempo a sus proveedores. Las pequeñas y medianas empresas y los autónomos no merecen esto, mucho menos en estas circunstancias, cuando la economía de la ciudad está muy resentida.
Ya ha pasado el tiempo del impacto, estamos ante la segunda ola y hay que reaccionar desde la innovación y desde la fortaleza de lo local para hacer frente a un reto global. Es tiempo para un municipalismo innovador, pero hay que querer ejercerlo.