El laberinto burocrático del saharaui Nama en España: sin poder opositar hasta 2030
Su historia, contada en Twitter, se convirtió en un fenómeno viral y el joven recibió el apoyo de la red social.
Después de toda una vida de caer y levantarse, Nama, un joven saharaui de 21 años, ha vuelto a encontrarse una nueva piedra en su obstaculizado camino al enterarse de que no va a poder opositar cuando el curso que viene termine su carrera de magisterio. Para poder hacerlo, va a tener que esperar más de una década.
El joven llegó definitivamente en 2014 a Almería procedente del campamento de refugiados de Tinduf. Una familia lo había acogido los dos veranos anteriores gracias al proyecto de Vacaciones en paz para pasar la temporada estival. En el tercero se creó un vínculo tan fuerte que, al terminar ese periodo, decidieron que viniera a España a formarse.
Tras aprobar la ESOy sacarse Bachillerato, Nama decidió estudiar magisterio. El joven, que terminará el próximo curso la carrera, pensaba estudiar algún máster o un segundo grado hasta que consiguiera la nacionalidad española para poder opositar. Sin embargo, sus planes se acaban de desmoronar.
“Estoy desmotivado. Ahora no le encuentro casi sentido a acabar la carrera. Soy una persona que ha salido de muchas y saldré de esta, pero no me lo esperaba. Contaba con tres o cuatro de años, pero no esto. ¡Una década es una barbaridad!”, se queja amargamente.
Denuncia que no valoren su esfuerzo y su capacidad de superación por no tener un trámite. Nama estuvo desde el 2014 hasta el 2020 con el permiso de estudiante. En diciembre de ese último año le aprobaron el documento de apátrida, que había solicitado en 2018. Desde ese momento, tiene que esperar 10 años, más los trámites posteriores para obtener la nacionalidad. Resumiendo: hasta diciembre de 2030 no podría iniciar los trámites para optar a la nacionalidad española.
Lourdes Navarro, coordinadora de Políticas y Campañas de Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en Sevilla, explica que esos trámites, cuando los haga en 2030, no se resolverán en un mes. Nama deberá presentarse a unos exámenes para ver el conocimiento de español, su integración en la sociedad y tendrá que cumplir con los requisitos marcados.
“Si lo tiene todo correcto y según la presentación, el trámite puede durar como mínimo algo más de un año. No es sencillo para que se resuelva con facilidad y agilidad”, aclara.
En su situación, y según los datos ofrecidos por la Oficina de Asilo y Refugio de la Dirección General de Política Interior, hay otras 589 personas que han pedido en los primeros nueve meses de este año la solicitud de apatridia. De esas 589, 543 son ciudadanos de origen saharaui.
El varapalo que el joven saharaui ha recibido le ha hecho pensar en todo lo que ha tenido que dejar atrás: “El hecho de ser refugiado ya te garantiza tener una vida complicada para salir adelante. Tuve que despedirme de mi familia, aprender español, adaptarme a una nueva cultura y forma de vida. Lo he ido desarrollado todo muy bien. Por eso me ha dado mucha impotencia, llevo estudiando siete años y me ha impedido seguir progresando con mi futuro”.
“Esperar 12 años es una vida. Tener una carrera y no poder trabajar en una década...”, afirma cabreado el joven, que lleva sin ver a su familia desde el 2019, la última vez que viajó al Sáhara. “Me he sacrificado mucho. Hay muchas personas detrás de esto para que ahora me hagan esto”, indica, antes de reconocer que ve “casi nulas” las opciones de entrar en la escuela pública y “escasas” en la escuela privada.
Nama reconoce no haber sufrido ningún episodio racista en España y acaba condenando que el único racismo que está viviendo es el institucional: “Es esto que me acaba de pasar. Para que luego digan que la sociedad es la única culpable del racismo. Los gobiernos son racistas por tener leyes como estas en las que les da igual el esfuerzo individual. Esto es privar a la gente de mejorar su futuro. ¿Por qué no se cambia esto? Es una injusticia muy gorda”.
En su casa tampoco dieron crédito a lo que tenía que hacer. Su madre, cuando se lo comentó, le dijo que lo mirara bien y que dejara de decir tonterías para no darle esos sustos. “Ha sido un shock para todos”, confiesa.
Una denuncia viral para cambiar las cosas
Nama quiso compartir en su cuenta de Twitter lo que le estaba pasando. Lo hizo sin ninguna pretensión de que se hiciera viral... Pero se hizo.
Su mensaje en la red social, comparando el tiempo que tiene que esperar él con la facilidad que tiene una persona comunitaria, ha superado los 6.000 compartidos y los 32.000 me gusta.
“Toda una vida de lucha, motivación, sacrificios, de subidas y bajadas... He trabajado mucho para llegar donde estoy. ¡Siento mucha impotencia y rabia!”, afirmó el joven, que recibió el apoyo de los usuarios.
Esta oleada de apoyo le ha hecho confirmar que “sigue habiendo gente con buen corazón” y que no todo es odio. “Ver todo este apoyo y recibir todos estos mensajes me ayuda a ver que hay buena gente”, sentencia.
Aprovechando el tirón del caso, Nama abrió una recogida de firmas en la plataforma Osoigo para intentar cambiar las cosas.
“El tiempo burocrático para conseguir la nacionalidad española y poder opositar es demasiado. Es urgente cambiar la ley de extranjería o el registro civil para que este proceso se agilice pero, sobre todo, es urgente que se ofrezcan alternativas para que los saharauis apátridas, que como yo vivimos en España desde hace años pero no tenemos la nacionalidad española, podamos optar a oposiciones o procesos similares”, pide.
Espera que en un futuro se cambie porque, como afirma, son trabas que van tanto en contra de las propias personas como del propio país.
La situación de las personas apátridas en España
Desde el CEAR también demandan una actualización de la normativa, ya que los procedimientos y los derechos y obligaciones de estas personas se regulan por un Real Decreto del 2001.
“Está obsoleto y refleja una clara improvisación que da lugar a lagunas legales, inseguridad jurídica. Tampoco tienen una residencia mientras esperan la resolución, no gozan de autorización para trabajar o tienen un menoscabo de sus derechos en relación con la reagrupación familiar”, enumera Navarro.
La experta plantea que se regule la situación de estas personas de una manera paralela a las personas que gozan del estatuto de personas refugiadas. “En estos casos, el tiempo para optar a la nacionalidad española es de cinco años”, señala.
Además, Navarro termina indicando que en esta normativa no está recogida la convención internacional del 61, en la cual se establecieron los casos para prevenir los casos de apatridia. “Se necesita una actualización”, concluye.
Hasta que esto ocurra, lo que es seguro es que, como afirma Nama, “se va a perder gente muy válida y formada aquí con el dinero público que podría ayudar a hacer progresar el país”