El Kremlin admite "errores" e "irregularidades" en la movilización de soldados tras la presión popular
No es la primera vez que el Gobierno ruso se ve obligado a reconocer fallos en su gestión y su comunicación durante la guerra.
Rusia reconoce el caos de su llamamiento masivo a filas. Desde que el miércoles Putin anunciase la movilización de 300.000 reservistas para incorporarse al ejército, con la guerra en Ucrania como objetivo, el aparato administrativo comenzó a trabajar para lograr esos refuerzos a contrarreloj. Pero las cosas no han salido como el Gobierno quería.
Ante el caos, las denuncias masivas y hasta los ataques contra numerosos centros de reclutamiento, el Kremlin ha tenido que recoger cable. El portavoz, Dimitri Peskov, ha admitido “errores” e “irregularidades” en la organización de los nuevos pelotones de soldados, como cita EFE.
“Efectivamente, hay casos cuando ha habido irregularidades en el cumplimiento del decreto”, ha admitido el portavoz de la Presidencia rusa, que se ha referido a personas convocadas que no cumplían los “criterios requeridos”.
Estos eran, según el mandato presidencial, ser hombre, haber recibido formación militar, y no tener más de 35 años los soldados rasos y suboficiales, 50 los oficiales de menor rango y 55 los de mayor rango. Además, se excluían casuísticas como tener una discapacidad, familia numerosa o ser estudiante.
Las condiciones oficiales dejaban fuera de la ‘amenaza’ de la guerra a buena parte de la población nacional. Sin embargo, desde el primer momento, oenegés y familiares de los llamados a filas denunciaron situaciones irregulares, como el alistamiento de mujeres, hombres mayores o personas que jamás habían servido en las fuerzas armadas.
Este lunes, Peskov ha tenido que salir al paso de las críticas, especialmente tras el ataque armado de un joven contra un centro de formación en Siberia. Allí ha herido de extrema gravedad a un comisario militar, que se encuentra en estado crítico. No es la única instalación militar asaltada desde el miércoles.
La presidenta del Consejo de la Federación o Senado de Rusia, Valentina Matviyenko, advirtió de que estos errores son “absolutamente inadmisibles” y subrayó que la reacción negativa de la sociedad a ellos es “completamente justa”.
Que Rusia pida perdón o hable abiertamente de errores en su gestión de la guerra no es ni mucho menos habitual, pero tampoco la primera vez. En marzo, apenas unas semanas después de lanzar su invasión contra Ucrania, el portavoz del Gobierno tuvo que desdecir a su líder al descubrirse que Rusia sí había enviado reclutas a la guerra, pese a que Putin había negado este punto horas antes.