El interminable guineo catalán
Me sorprendió en un zapeo por la tele una senadora separatista insistiendo en el Senado que el voto favorable al plan Sánchez-Iglesias para 'renovar' la Corporación de RTVE, dependía de que el molt honorable (sic) Quim Torra pudiera "hablar de todo, todo, todo" con el presidente Sánchez. Un 'todo, todo, todo', que repitió varias veces, como si fuera una palabra que no estaba en el diccionario. Pero de 'todo, todo, todo'....persistía la señora. Eché en falta que alguien le preguntara que qué parte del referido 'todo' era la que no se entendía. Porque la gente normal sí que entendía todo, sin comillas.
Pero una cosa es hablar, otra negociar, y una tercera aceptar "sin condiciones" las exigencias maximalistas del adversario. Un adversario, vamos a ser claros, que tras las asonadas de los 'soberanistas' que usan la Generalitat de todos, como su propio nombre indica, para favorecer los intereses de una parte, han dejado de ser adversarios confiables, caballerosos y demócratas, para pasar a ser, de acuerdo con el significado de las palabras, enemigos de España, y de la Constitución, y viceversa.
Quien se alza, da igual que sea con cañones que con agua bendita -y saben ustedes lo crueles que son las guerras de religión-, reniega de la Constitución y el Estatut, impone su ideología, se salta las reglas del juego y desobedece al Estado, quien lo denigra, puentea, ofende a España, o sea, a los españoles... no es precisamente un respetado demócrata amante del seny y el fair play, que viene a ser lo mismo: sentido común y respeto a las reglas del juego.
Pero esos 'todistas' en realidad no quieren 'solamente' hablar de todo. Quieren respuestas afirmativas, incondicionales, 'sí buanas' para poner en marcha una nueva hoja de ruta y calendario para llegar a su objetivo 'i-rre-nun-cia-ble', la declaración efectiva de la república, en un plazo concreto y breve. Los separatistas, con matices tácticos entre el PDeCAT y ERC – lo de la CUP es aparte- quieren que el Estado considere como un punto de partida para 'todo' lo que venga el referéndum, ilegal y tramposo, del 1-O. Y las leyes 'de transición' que aprobó el Parlamento regional que modificaron, en la práctica, el Estatut y derogaron la Constitución.
Sobre eso se puede hablar, y hablaron. Toda España, de hecho, habla de ello; y toda Europa. Y hasta Trump tiene su opinión, lo que confirma que cuerdos y locos pueden meter baza en el debate. Pero ahí para la cosa. Torra y Sánchez han podido estar hablando de' todo, todo, todo', durante horas y horas y horas. Pero Sánchez daría un golpe de Estado si aceptara un calendario para la secesión o un programa para acercarse por la vía blanda a ese objetivo.
Al presidente del Gobierno español, que a su vez es secretario general del único partido que tiene la E de España en su nombre y en sus siglas, no le es dado prometer ni pactar conclusiones que pongan en peligro o en mera duda la integridad de España y su modelo constitucional. Por eso no ha tenido más remedio que acudir otra vez al TC para frenar una vuelta a las andadas de los 'okupas' de la Generalitat. Que lo son porque, como otra variante, han confundido el contrato de alquiler con la escritura de propiedad.
Lo cual no significa que no pueda reformarse la Constitución; pero no para ese objetivo. Sí para adecuarla a la nueva realidad española y europea. En puridad todas las Constituciones Europeas, como ha demostrado el conflicto catalán en el plano jurídico – las actitudes de los jueces belgas y del länder de Schleswig Holstein, por ejemplo - necesitan perfeccionarse conforme al derecho del espacio judicial europeo.
Para que este Espacio Europeo sea operativo ya no basta con la mera presunción de que los jueces atenderían ipso facto al espíritu de la ley, si no entendieran su letra; algunos jueces se endiosan de tal forma y se vuelven tan 'insobornables', como diría el 'señor Keuner', un personaje de Bertold Brecht, que no habría forma de inducirles a hacer justicia. También habría que definir constitucionalmente, en un lenguaje y conceptos comunes a los Estados Miembros de la UE, los delitos que se cometerían en el caso catalán, extrapolándolo a las demás naciones. ¿Traición, rebelión, alzamiento, falta de educación...?
Y a su vez, en paralelo, que la UE concrete las obligaciones de los Estados con el Espacio Europeo de Justicia: Una interpretación clara; y la sustitución de los jueces regionales o nacionales para decidir las extradiciones por un procedimiento semiautomático que, en caso de duda manifiesta y razonable, dirima el Tribunal de la UE con carácter de urgencia.
El caso catalán es una oportunidad, otra más, para hacer más Europa donde sea posible, y compensar los ataques a la unidad europea de los quintacolumnistas que han ido apareciendo al socaire de la crisis en la mayor parte de los países.
Poco a poco parece que se va haciendo inevitable la Europa de varias velocidades; eso no es bueno; pero sería peor la desintegración de Europa. Lo importante es que en esas dos velocidades haya un núcleo duro que mantenga los valores fundacionales. Una prueba de este esfuerzo pudiera ser la creación de una unidad militar de reacción rápida europea, formada por países que pertenecen a la UE, y que contaría con Gran Bretaña, a pesar de los pesares del Brexit, pero que no sería de la UE, al menos en sus inicios, para sortear cáscaras de plátanos. En la política europea de seguridad y defensa común sería sin duda un paso adelante, y una buena señal tanto al interior de la Unión, como al exterior.
De cara adentro, el mensaje es claro: este grupo apuesta por más Europa, y se niega al bloqueo en asuntos vitales; para el resto del mundo, y en especial para Trump, sería una demostración práctica de que Europa tiene capacidad de reaccionar ante las altanerías del presidente de EEUU, de que no se va a quedar sin fuerzas suficientes tanto para la disuasión como para la contención o la respuesta armada, o para la intervención de áreas de su interés o en misiones bajo el paraguas de la OJU, humanitarias o de acción... Lo cual implica que estos países deciden llevar adelante el proyecto de una Europa que, consciente de sus valores, siga dispuesta a ser un interlocutor, un protagonista decisivo, en el 'concierto internacional'.
Esa fuerza, además, aumentaría la independencia militar y de seguridad de Europa: habría una financiación especial para la industria europea de la defensa, que no se sabe las vueltas que da el trumpismo. Estados Unidos ha entrado en cuarentena: ha dejado de ser un aliado seguro en quien se pueda confiar para asuntos serios.
La política de 'apaciguamiento' que parece seguir Sánchez para ganar tiempo, hasta la convocatoria ordinaria de elecciones generales, no tiene precisamente buenos recuerdos históricos. Decir 'apaciguamiento' y aparecer el premier británico Neville Chamberlain, que a punto estuvo de crear las condiciones de neutralización de Gran Bretaña para que no pudiera resistir la ofensiva alemana, es todo uno. El apaciguamiento, la firma de acuerdos con Hitler, no apaciguaron a la fiera. La fiera, el fuhrer, como los tiburones, no se saciaba con cangrejos. Tampoco el pacto Molototov - Ribbentrop, en realidad, Hitler-Stalin, fue un éxito. Al contrario: fue una trampa a dúo. Stalin fue traicionado por Hitler, como era previsible. En aquellas decisivas horas sólo unos pocos grandes hombres vieron certeramente en peligro y arrostraron la valiente decisión de hablar claro, como Churchill y De Gaulle...
'Lo' de Cataluña no se puede comparar, como es lógico; pero nunca se sabe la evolución de los acontecimientos. Sí se sabe que los apaciguamientos al final suelen empeorar la situación, y envalentonar a los agresores.
Los hechos se pueden interpretar, explicar, contextualizar, auscultar, pero no sustituir por una realidad paralela, una realidad inventada. Una trola tradicional. En Cataluña varias organizaciones, y entre ellas el PDeCAT, ERC y la CUP, activaron un golpe de Estado y dieron los pasos en esa dirección. Estas mismas organizaciones volvieron a la Generalidad a través de las urnas y se mantienen en las instituciones en que estaban, y no han renunciado al golpismo ni se han arrepentido de ello.
No cabe la menor duda, el más mínimo resquicio mental, de que siguen en su empeño, aplicando aquella estrategia ladina de la astucia y tratando de sembrar la idea de que son una nación sojuzgada, colonizada, oprimida, sin libertades, que solo quiere votar y mantener sus singularidades, entre otras las del 3%.
Sánchez debe obrar con cautela, atento a las puñaladas traperas, no sólo a las de los marrulleros 'alzados' catalanes, sino a las de los que quieren pescar en rio revuelto: a poco estuvieron unos de sacar la pasta de dientes del tubo, y los otros de engañar a la gente con los castos y la casta. No hay que entregarles ahora el envase para que lo intenten de nuevo.
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