El estricto método de 'cero covid' para los JJOO en China: ni ético ni viable
Pekín lleva al límite la estrategia de tolerancia cero contra el virus, entre dudas y debate sobre su idoneidad.
China exhibe con orgullo su ‘currículum’ covid. A pesar de ser el lugar donde se originó el SARS-CoV-2, el país asiático registra un total de 106.000 casos y 4.636 fallecidos –para una población de 1.400 millones– desde que estalló la pandemia de coronavirus a finales de 2019. El éxito lo debe a su draconiana estrategia de tolerancia cero frente al covid: rastreos exhaustivos, confinamiento estricto de poblaciones enteras ante la mínima sospecha de casos y un control y una vigilancia extremos sostenidos por la tecnología.
Ahora, como anfitrión de los Juegos Olímpicos de Invierno, que comienzan este viernes, 4 de febrero, Pekín no ha escatimado esfuerzos y ha redoblado su estrategia.
Desde que comenzó a organizarse el evento, el Gobierno de Xi Jinping ha buscado alejarse de la experiencia del vecino japonés en los Juegos Olímpicos de Tokio este verano, donde acabaron reportándose cuatro centenares de contagios pese a las medidas preventivas.
Ya a finales de julio, Pekín anunció que rediseñaría sus 39 sedes olímpicas para minimizar los contactos entre atletas y el resto del personal asociado a los Juegos. Pero eso era un simple detallito en comparación con los estrictos aislamientos que planeaba y que, finalmente, está llevando a cabo.
Cómo se activa la maquinaria ante una sospecha de positivo
Todo asistente a los Juegos deberá estar vacunado, salvo excepciones médicas, en cuyo caso permanecerá en cuarentena durante 21 días. Al margen de esto, todos los individuos son sometidos a una prueba PCR a su llegada a los aeropuertos chinos. Si el resultado es positivo, como le ocurrió a la deportista belga Kim Meylemans, se abre un período de aislamiento indefinido que pone a prueba la salud mental de cualquiera.
El caso de Meylemans ha sido paradigmático porque este miércoles la atleta, que compite en skeleton, compartió en redes su historia, reconociendo entre lágrimas que no sabía si soportaría 14 días más en completo aislamiento.
Primero, un test positivo a su llegada la tuvo tres días aislada lejos de la Villa Olímpica. Tras dar negativo en varias pruebas consecutivas, la atleta pensó que la ambulancia que la recogía este miércoles la llevaba por fin a la Villa. Entonces, el miedo y la incertidumbre se apoderaron de la atleta al ver que la ambulancia pasaba de largo y la dejaba en otra instalación completamente distinta. En el vídeo, Meylemans llora su desesperación. “No sé si podré aguantar 14 días más así, con este aislamiento”, dice.
La repercusión de las imágenes fue tal que, horas más tarde, otra ambulancia la recogió y la llevó a la Villa Olímpica, aunque también al ala de aislamiento. En una publicación anterior, Meylemans cuenta que ya pasó la infección a principios de enero, y que desde entonces se ha estado testando rigurosamente para garantizar el negativo, pero al llegar a China una de las tres pruebas que le realizaron marcó un resultado positivo –posiblemente restos virales de la infección pasada–, y esto dio pie al drástico aislamiento.
Ahora Meylemans es considerada “contacto estrecho” por el Comité Olímpico Internacional (COI). Esto significa que puede vivir en la Villa Olímpica, entrenar y competir, aunque deberá permanecer en una habitación individual, transportarse sola y comer sola, además de hacerse dos PCR diarias durante la próxima semana. “Al menos estoy en la Villa. Aquí estoy segura y podré entrenar un poco mejor”, ha celebrado en las últimas horas la atleta.
El COI asegura que el cambio temporal de centro se debió a una cuestión logística porque no había una habitación lista para ella en la villa. Otras voces arguyen que si Meylemans consiguió que la llevaran a la Villa fue por su alegato en redes.
Una estrategia “muy difícil” y “con poco sentido”
Por su parte, el Gobierno chino está convencido de que la estrategia de cero covid es la mejor frente al virus, para el país en general y para los Juegos Olímpicos en particular. Pero, más allá de los evidentes cuestionamientos éticos, ni siquiera desde el punto de vista epidemiológico parece una meta realmente alcanzable.
“Muy difícil”, “prácticamente imposible” y “con poco sentido” son las palabras que utilizan tres epidemiólogos consultados por El HuffPost para describir esta estrategia. “Con la facilidad de contagio de ómicron, casi todos los países han asumido que la interconectividad complica mucho el enfoque de cero casos”, comenta Pedro Gullón, experto en Salud Pública y Medicina Preventiva. “Puede haber estrategias agresivas para mantener la incidencia muy, muy baja, pero una estrategia cero es prácticamente imposible”, zanja.
Este martes, Pekín detectó entre la comitiva olímpica 15 positivos de las 1.759 llegadas al aeropuerto, más otros 17 casos ya en la burbuja olímpica. Hablar de “burbuja” o de “circuito cerrado”, en este caso, está justificado. El Gobierno chino ha decidido separar a sus 1.400 millones de habitantes de todos los atletas, jueces, conductores, periodistas y altos representantes relacionados con los Juegos. Solo el 1 de febrero se realizaron 65.116 pruebas PCR a las aproximadamente 11.000 personas –de las cuales 2.900 deportistas– que conviven en la burbuja olímpica.
Según publica The New York Times, cuando acaben los Juegos, todos los visitantes vinculados al evento deberán abandonar el país o, en su defecto, guardar varias semanas de cuarentena absoluta en centros controlados por el Gobierno.
Para la cita olímpica no se venderán entradas y solo podrán asistir a las pruebas en directo “espectadores designados” que cumplan con los “requisitos de las medidas de prevención contra la pandemia” –pruebas y aislamiento–, según anunció el comité organizador el pasado mes. Además, esos pocos asistentes deberán seguir ciertas normas durante el espectáculo: podrán aplaudir pero no gritar, por ejemplo.
“Un sacrificio social que no sería tolerado en una democracia”
Si bien el epidemiólogo Pedro Gullón tachaba de “prácticamente imposible” la estrategia de cero covid, el doctor en Medicina Salvador Macip añade un matiz. Él también considera “muy difícil” esta meta, pero, sobre todo, incide en que “implica un sacrificio social muy elevado”.
“Estoy de acuerdo en intentar reducir al máximo los casos de covid, pero intentar que sean cero implica una serie de restricciones que en la mayoría de países democráticos no serían ni legales, ni éticas ni aceptadas”, afirma Macip, que entiende que la población china lo “tolera” porque “no les queda más remedio que aceptar estas imposiciones”.
Un reportaje de The New York Times, entre otros medios internacionales, recoge casos extremos en los que la política de tolerancia cero de la Administración china ha terminado con la muerte de varios ciudadanos. Según este periódico estadounidense, durante el confinamiento de la ciudad de Xian el pasado mes de diciembre por un brote, un hombre murió de un ataque al corazón después de que se negaran a admitirlo en un hospital por proceder de un distrito de riesgo medio; una mujer embarazada de ocho meses perdió a su bebé porque no la atendían al tener una prueba de covid caducada; un joven se llevó una paliza por salir de casa en busca de comida cuando debía permanecer confinado. Los funcionarios chinos cumplen órdenes a rajatabla, cueste lo que cueste. Y, en este sentido, cero casos no equivale a una mejor gestión.
“Creo que hay otra manera de hacerlo sin pagar un precio tan elevado”, sostiene Macip. “Es cierto que con esa estrategia se consigue reducir la mortalidad, pero hay que tener en cuenta las cuestiones éticas, e incluso las económicas”, recuerda el divulgador. “Un cierre total sumirá al país en una crisis durante los próximos años”, dice.
En condiciones normales, las fronteras chinas están prácticamente cerradas a turistas extranjeros no residentes, y toda persona que logra acceder al país debe hacer una cuarentena de al menos 14 días en una habitación de hotel pagada por sí misma.
Los que dieron marcha atrás: Australia, Nueva Zelanda y Singapur
Países como Australia, Nueva Zelanda y Singapur, que también abrazaron la estrategia de cero covid y trataron de blindar sus fronteras, han tenido que recalcular en los últimos meses. Entre octubre y noviembre de 2021, estos tres países admitieron la imposibilidad de seguir persiguiendo uno a uno los contagios después de 18 meses haciéndolo, y anunciaron que pasaban de la estrategia ‘cero covid’ a la de supresión del virus. Ahora registran récords de casos por ómicron, pero es que la lucha por erradicar el covid en su territorio se hizo insostenible.
“No es que la estrategia no sirva para nada, porque les ha servido para no tener un exceso de mortalidad que sí ha habido en otros países”, razona Pedro Gullón. “Pero a largo plazo es muy difícil sostenerla”, añade el epidemiólogo. “Salvo que te conviertas en una isla perdida sin conexión con nadie, lo veo imposible”.