Córdoba: El enfrentamiento en el terreno local
La política municipal requiere mucha empatía. Las decisiones que se adoptan afectan directamente a la vida de tus vecinos/as.
Soy Isabel Ambrosio, portavoz del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Córdoba, y hasta hace sólo unos meses alcaldesa de Córdoba. Como en otro muchos municipios tras el 26M, aquí se conformó Gobierno sumando las derechas con el apoyo de la ultraderecha, impidiendo así la continuidad del proyecto progresista que yo encabezaba.
Abro esta ventana, a la que intentaré asomarme con asiduidad, con el objetivo de hacer visible el debate social que se desarrolla en una ciudad como Córdoba, capital de provincia del interior, lejos de las grandes urbes, y tal vez por esta circunstancia nuestros debates no transciendan a los medios nacionales.
Precisamente en estos días, cuando se cumplen 40 años de la constitución de los primeros ayuntamientos democráticos, es el momento en el que con más motivos reivindico la administración local como la más cercana a la ciudadanía, a sus necesidades y a su realidad.
La política local requiere mucha empatía. Las decisiones que se adoptan afectan directamente a la vida de tus vecinos/as, con quienes coincides en el colegio al llevar a tus hijas a clase, en el mercado, en el autobús o
en cualquier terraza.
Las medidas que se toman, incluso cuando aún son sólo propuestas, se analizan con minuciosidad en los medios de comunicación locales, pero también en las tertulias de barra o en ese gran descubrimiento para el debate riguroso que son los grupos de Whatsapp o Facebook.
Durante mi mandato y ahora como portavoz del principal partido de la oposición he asistido a una polarización de esos debates que es, como poco, preocupante. Blanco o negro. Muy a favor o muy en contra.
Las corrientes de opinión se alimentan y calientan desde los perfiles “anónimos” de redes sociales, que sólo tiene por estrategia la confrontación y creación de noticias falsas, algo que merece por sí solo un ejercicio de análisis riguroso.
Pero atención, en una ciudad media, nada es ni se mantiene como “anónimo” para siempre, y finalmente se conoce quién hay detrás y todo sale a la luz, sobre todo cuando a cambio de los servicios prestados se paga con favores políticos.
Este gusto por confrontar y por no mirar por el bien común ya está instalado y parece difícil abstraerse. En sólo una semana he vivido varios ejemplos.
En Córdoba el equipo de Gobierno lo conforman PP y Ciudadanos, que no alcanzan la mayoría absoluta, por lo que requieren en muchas ocasiones de más apoyos, y han optado por Vox para sumar.
Así han llegado al Gobierno municipal, así aprobaron las ordenanzas fiscales, con bajadas ridículas para la mayoría de la ciudadanía e importantes bonificaciones para los que más tienen.
Con el mismo acompañamiento, los del discurso negacionista de la violencia machista “lograron” que, por primera vez en muchos años, el Ayuntamiento de Córdoba no consiguiera aprobar una declaración institucional contra la violencia de género el 25 de noviembre.
Son solo algunos ejemplos del precio de este apoyo, el de la ultraderecha, con el que perdemos todos/as.
Aun así, y para cumplir mi promesa de ejercer una oposición leal y constructiva, hace sólo unos días ofrecí la oportunidad de negociar los presupuestos para 2020, evitando así la necesidad de contar con la ultraderecha y la factura política que eso conlleva. Y sobre todo para no perder tiempo ni oportunidades con respecto a otras ciudades que ya tienen hechas sus tareas.
Evidentemente nuestro apoyo para posibilitar presupuestos no es gratis, puse una condiciones a mi entender muy asumibles: protección de los servicios públicos que garanticen calidad de las prestaciones, atención a las
personas y en especial a los colectivos en riesgo de exclusión, inversiones equilibradas en todos los barrios, apuesta por en un modelo de desarrollo económico con miras de futuro e incluir la sostenibilidad como objetivo de la ciudad. ¿Quién no puede querer esto para su ciudad?
La respuesta a esta mano tendida fue el desprecio. El alcalde se descolgó con la promesa de tener aprobadas las cuentas en unos días, no conocemos con qué apoyos, y acudió al fácil resorte de mirar al pasado, a seguir con “la oposición a la oposición” para excusar su falta de acuerdo con su socio. En fin... el “y tú más” que tan hastiada tiene a la ciudadanía.
En el último de los ejemplos, la moción repetida en todos los ayuntamientos por el PP para “debatir” sobre educación pública o concertada. La administración local tiene muy poco margen para cambiar el modelo, por no decir ninguno, pero sí para invertir en mejorar los edificios en los que se educa, aunque de eso no se debatió. ¿Cuál es el objetivo entonces? ¿Confrontar a unos padres con otros? Puestos a instar a la autoridad competente a algo, a lo mejor es más práctico abogar por un pacto educativo en el que gane el sistema en general y garantizar que las inversiones lleguen a la escuela.
Son ejemplos de que la confrontación es mucho más ridícula y estéril en el terreno local. Por ello, sigo insistiendo en enfocarnos en lo que nos debe unir, que es el bien común de nuestros vecinos/as, y en la utilidad de la política para llegar a acuerdos en lo local, partiendo de posiciones distintas.
Es la única manera de garantizar que la ciudad avance y que lo haga sin dejar a nadie atrás.