El enfado de Lola Índigo en TVE: “No me da la gana que a una edad me digan lo que no puedo hacer”
Sara del Pino, que pasó por 'El Grand Prix', relató en 'The Dancer' lo complicado que es para las mujeres encontrar trabajo en la danza a medida que cumplen años.
Este lunes una concursante sorprendió con su actuación en The Dancer, el talent de TVE. Se trata de Sara del Pino, una exbailarina del mítico programa de Ramón García, el Grand Prix, con una larga trayectoria en la danza. Después de explicar su situación como profesional, Lola Índigo, miembro del jurado, acabó sacando la cara por ella con un discurso feminista.
Sara del Pino relató como, a medida que ha ido cumpliendo años, las dificultades para seguir trabajando han ido a más: la rechazaban en los castings y las ofertas de trabajo no llegaban.
Sara del Pino en 'The Dancer'.TVE
En ese sentido, apuntó que el problema de la danza no es tanto el machismo como cómo se da de lado a las mujeres a partir de cierta edad.
“Tienes toda mi admiración sólo por lo difícil que es ser mujer en la industria del entretenimiento en general. A mí no me da la gana que cuando llegue a una edad me digan que no puedo hacer algo, porque los tíos están ahí trabajando hasta los… y pico. Sí, ellos pasan castings y están hasta una edad mucho más avanzada edad que nosotras”.
Además, Índigo dejó claro que habla sobre del Pino con conocimiento: “He estado en clase contigo y te conozco porque eres una de las de toda la vida. Todos te admiramos porque eres la gran Sara del Pino, así que gracias por estar hoy aquí”.
La exconcursante de Fama y OT acabó su alegato diciendo que esta situación en el mundo de la danza “tiene que cambiar”.
Bailarinas de África
Pamela practica ballet frente a la casa de su familia en Kibera.
Aunque el espacio es pequeño, unos 30 niños se las arreglan para bailar sin chocarse en esta clase.
Mike Wamaya es un ex bailarín profesional y profesor de ballet. El ballet es parte de Anno's Africa, una organización benéfica que también ofrece, entre otras, clases de arte, de música y danza tradicional en los barrios marginales de Kenia.
5c8b3826360000ba1a6cbf73
Cynthia y dos chicos del grupo pasan a sus compañeros las zapatillas de ballet donadas.
Shamick, de 13 años, es uno de los estudiantes más mayores. Se encarga de sustituir a Mike, el profesor, cuando este tiene que atender una llamada o salir de clase unos minutos.
La escuela donde se enseña ballet no está en las mejores condiciones. Es un edificio antiguo de hormigón, con algunas ventanas rotas y sin puertas.
Mientras tiene lugar la clase, otros estudiantes, sobre todo chicos, se reúnen en torno a la puerta y las ventanas para echar un vistazo a los bailes.
Llega un momento de la clase en que practican uno por uno. Es ahí donde los niños pueden moverse con libertad y ensayar sus movimientos por su cuenta.
Wendy fue a una audición para el Dance Center Kenya este año, pero no la cogieron. Ahora aspira a volver a intentarlo el próximo año.
La mezcla de música clásica, la voz de Mike con su "un, dos, tres, cuatro" y los coloridos vestidos convierten la sala fría y gris en un verdadero estudio de ballet.
Cooper Rust es la directora artística del Dance Center Kenya. Dice que aunque los niños de Kibera ensayan en una pequeña sala vieja y sin zapatillas, apenas hay diferencia con los niños que acuden a su estudio varias veces por semana. En est...
"Cuando era pequeña, veía el ballet en la tele y me gustaban la danza y las puntas. Quise ser bailarina desde entonces", cuenta Pamela, de 13 años, una de las alumnas más veteranas de la clase.
5c8b382923000004012465bb
Algunas de las chicas mayores practicando un baile que hacen juntas.
Las alumnas, preparándose para el comienzo de la clase.
Algunos de los alumnos mayores van una vez a la semana a una clase superior en la escuela de ballet de Karen, en Nairobi. Las rutinas son las mismas que en Kibera, pero aquí el suelo es de madera y la sala es mucho más luminosa.
Wendy practica mientras el resto de alumnos la animan. Cada uno tiene un turno y aprende de los demás.
Las zapatillas de ballet son objetos muy preciados para el grupo. Los niños se ocupan de almacenarlas y mantenerlas en buen estado. Aunque los alumnos practican descalzos, utilizan las puntas para mejorar su técnica.
Pamela se asegura de que su ropa y sus zapatillas estén en todo momento en buen estado.
Las bailarinas hacen sus deberes entre clase y clase para que sus notas no flojeen. Saben que las buenas notas y la danza son dos cosas que las pueden sacar algún día de Kibera.
En el estudio de Karen pueden practicar todos los movimientos sin límite de espacio.
George actúa en El Cascanueces. El contraste entre las clases de baile en Kibera y el Teatro Nacional de Kenia es increíble.
George y Shamick, en el backstage durante el ensayo del Cascanueces en el Teatro Nacional de Nairobi.
Pamela y George tienen un papel principal en El Cascanueces en el teatro nacional.
Pamela espera su turno para entrar en el escenario durante un ensayo en el Teatro Nacional de Nairobi.
George, como Cascanueces.
Pamela y otras dos bailarinas preparándose antes del show la noche inaugural.
Pamela, en la obra El Cascanueces. Gracias a su talento, la vida de Pamela ha mejorado mucho: ahora baila en un estudio de ballet y se ha mudado a un internado fuera de las chabolas de Kibera.
5c8b382d2300007f012465c1
Aplausos del público tras el estreno de El Cascanueces en el Teatro Nacional de Nairobi.
Aplausos del público tras el estreno de El Cascanueces en el Teatro Nacional de Nairobi.
Mike Wamaya es un ex bailarín profesional y profesor de ballet. El ballet es parte de Anno's Africa, una organización benéfica que también ofrece, entre otras, clases de arte, de música y danza tradicional en los barrios marginales de Kenia.
Shamick, de 13 años, es uno de los estudiantes más mayores. Se encarga de sustituir a Mike, el profesor, cuando este tiene que atender una llamada o salir de clase unos minutos.
La mezcla de música clásica, la voz de Mike con su "un, dos, tres, cuatro" y los coloridos vestidos convierten la sala fría y gris en un verdadero estudio de ballet.
Cooper Rust es la directora artística del Dance Center Kenya. Dice que aunque los niños de Kibera ensayan en una pequeña sala vieja y sin zapatillas, apenas hay diferencia con los niños que acuden a su estudio varias veces por semana. En est...
"Cuando era pequeña, veía el ballet en la tele y me gustaban la danza y las puntas. Quise ser bailarina desde entonces", cuenta Pamela, de 13 años, una de las alumnas más veteranas de la clase.
Algunos de los alumnos mayores van una vez a la semana a una clase superior en la escuela de ballet de Karen, en Nairobi. Las rutinas son las mismas que en Kibera, pero aquí el suelo es de madera y la sala es mucho más luminosa.
Las zapatillas de ballet son objetos muy preciados para el grupo. Los niños se ocupan de almacenarlas y mantenerlas en buen estado. Aunque los alumnos practican descalzos, utilizan las puntas para mejorar su técnica.
Las bailarinas hacen sus deberes entre clase y clase para que sus notas no flojeen. Saben que las buenas notas y la danza son dos cosas que las pueden sacar algún día de Kibera.
Pamela, en la obra El Cascanueces. Gracias a su talento, la vida de Pamela ha mejorado mucho: ahora baila en un estudio de ballet y se ha mudado a un internado fuera de las chabolas de Kibera.