Todas las dudas (y contradicciones) sobre la desescalada y las actividades permitidas
El plan del Gobierno para acabar con el confinamiento tiene varias lagunas todavía.
El anuncio sobre el comienzo de la desescalada se acogió este martes con mucho optimismo en los hogares. El miércoles, en cambio, la mayoría de la gente se ha levantado con más dudas que alegrías.
Atendiendo a este plan de desescalada, en apenas dos semanas se podrá retomar el contacto social, y la famosa ‘nueva normalidad’ llegará a nuestras vidas a finales de junio. Si la epidemia sigue el curso actual, el 11 de mayo se abrirán terrazas, librerías y otros pequeños comercios, que tendrán que reducir su aforo al 30%. ¡Bien! Eso quiere decir que en menos de quince días se podrá “ir a tomar una cerveza o un vermut en una terraza”, como señaló el martes Pedro Sánchez.
Y, sin embargo, pronto surgió la primera contradicción: ¿terrazas sí y visitas a familiares no? Controlar el ‘aforo’ de las reuniones entre amigos y familiares es mucho más complicado por razones evidentes, pero eso no quita que resulte chocante la autorización de “hacer movimientos intraprovinciales, pero no a la casa de un amigo o familiar”, según las palabras textuales del presidente.
Horas después de esa comparecencia, se matizó el mensaje inicial de Sánchez y El HuffPost pudo saber por fuentes del Gobierno que las visitas a familiares y amigos se podrán hacer en fase 1 a partir del 11 de mayo, siempre y cuando sea dentro de la misma provincia y entre personas que no pertenezcan a grupos vulnerables. No obstante, no se aclaraban las condiciones de estas reuniones.
Este miércoles, Fernando Simón ha explicado que todos estos flecos se irán definiendo durante la fase 0, en la que nos encontramos ahora. “No hay indicadores con las cifras exactas del número de amigos que se pueden sentar o el número de personas que pueden ir a visitar a familiares. Tengan en cuenta que estamos haciendo en horas o días lo que habitualmente se hace en meses o años”, ha argumentado. Más tarde, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha dado a conocer que están trabajando en cuatro órdenes para regular las actividades que se podrán realizar a partir de los próximos días.
Mientras tanto, hay muchas dudas en el aire y alguna contradicción, que en El HuffPost vamos a tratar de resolver... o de encontrarles el sentido.
Hace unos días se supo que los mayores podrán salir a pasear a partir de este fin de semana como el resto de la población. No obstante, en la guía publicada por el Gobierno este martes se entiende que no podrán mantener “contacto social” como el resto de personas, al ser uno de los colectivos de mayor riesgo para el coronavirus. En el documento se especifica que durante la fase 1, se autoriza el “contacto social en grupos reducidos para personas no vulnerables ni con patologías previas”, así que se desconoce cuándo y de qué manera podrán reunirse las personas más vulnerables en terrazas, en la calle o incluso en su domicilio.
Por otro lado, queda la duda de quiénes se consideran “personas mayores”. Pedro Sánchez anunció que en la reapertura de comercios habrá horarios preferentes para los mayores de 65 años, pero Fernando Simón ha hablado este miércoles de otras franjas de edad. “Cuando hablamos de los más vulnerables nos referimos a que tengan una letalidad superior a lo habitual. Sabemos que es muy superior en personas mayores de 80, bastante superior en mayores de 70. Por debajo no existe un incremento tan importante como en los otros dos grupos”, ha explicado.
En cuanto a las visitas a residencias de mayores, no se permitirán hasta la fase 3, prevista para mediados de junio.
Eso es lo que se desprende de la guía del Gobierno. Mientras que en la fase 1 no se restringe el desplazamiento de la población dentro de la provincia, “los viajes a segundas residencias, siempre que estén en la misma provincia” quedan vetados hasta la fase 2 (finales de mayo).
No obstante, Sánchez afirmó en su comparecencia lo contrario. “Si la casa [segunda residencia] se tiene en la misma provincia, se podrá ir desde la fase 1”, dijo.
Sí. La prohibición de los desplazamientos entre provincias durante la transición tiene excepciones, y el fallecimiento de un familiar es una de ellas, como señaló este martes Pedro Sánchez. Según la guía del Gobierno, se permiten los “velatorios para un número limitado de familiares, con protocolos de distancia física y seguridad” desde la fase 1 (a partir del 11 de mayo).
La situación de cada provincia se evaluará de forma individual cada dos semanas para determinar si pasa a la siguiente fase del plan. En líneas generales, el cambio de etapa dependerá de la capacidad sanitaria (hospitalaria, de detección) y de la incidencia epidemiológica del territorio.
“De momento, los requisitos no están definidos en términos cuantitativos, pero entiendo que se irán conociendo después de la reunión entre las comunidades autónomas y el Ministerio”, explica Joan Ramon Villalbí, miembro de la Junta de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS). El epidemiólogo ve “prudente plantear escalones de dos semanas, que permiten ver si en algún sitio se ha dado un paso en falso para entonces dar marcha atrás o quedarse quietos”. “Teniendo en cuenta que la enfermedad tarda unos días en manifestarse, dos semanas es un buen plazo para comprobar si algo va mal en una zona”, sostiene.
Villalbí recuerda que la aparición de nuevos casos resulta casi inevitable, “pero esperamos que esos rebrotes sean localizados y tengamos capacidad para evitar que se extiendan”, añade.
No exactamente. Aunque la provincia o la isla es la unidad territorial principal que se tendrá en cuenta para las fases de la desescalada, como anunció Sánchez, este miércoles el ministro Illa ha matizado que el Gobierno está “abierto a otras propuestas que nos puedan hacer las comunidades autónomas”, ante las críticas de varios dirigentes autonómicos.
Illa ha recordado que “el propio plan establece que las comunidades podrán hacer planteamientos distintos siempre que se garantice información disponible de la unidad territorial y la estanquidad en términos de movilidades”.
Joan Ramón Villalbí explica que “los servicios sanitarios de comunidades como Galicia y Cataluña no se organizan de forma provincial, sino en base a otros territorios”, ya sea por criterios de proximidad geográfica o de vínculos históricos. No obstante, esa parte “ya está cubierta”, considera el epidemiólogo, teniendo en cuenta que “el plan del Gobierno ya prevé que las comunidades autónomas puedan proponer otros ámbitos que les parezcan convenientes”. “Seguramente tiene sentido que sea así”, opina.
Poco. Este jueves se publicará la orden ministerial que los regule, según ha anunciado Salvador Illa.
Todavía se desconoce si las salidas de los adultos tendrán las mismas características que las de los menores de 14 años (1 hora, 1 kilómetro, 1 adulto) instauradas la semana pasada. Sí se sabe que sólo podrán hacerse con las personas con las que se convive en el hogar.
Más bien sí. “El uso de las mascarillas fuera del hogar es conveniente y altamente recomendable cuando no pueda garantizarse el distanciamiento social”, señala la guía del Gobierno, y, para Joan Ramón Villalbí, tiene sentido.
“La recomendación general para evitar la transmisión es la distancia y la higiene. Cuando estás obligado a estar más cerca de la gente, como pasa en algunos trabajos, es cuando la mascarilla resulta necesaria”, explica Villalbí. “La efectividad de la mascarilla en los espacios públicos, o de cualquier cosa que te tape la boca y la nariz, es algo sobre lo que científicamente tampoco hay demasiadas pruebas, pero por otro lado es de sentido común. Si tú tienes virus pero llevas la boca tapada no lo soltarás, y si otra persona tiene virus y tú tienes la boca tapada, es más difícil que te lleguen”, ilustra.
“Mucha gente está adoptando lo de la mascarilla, y está bien”, sostiene el epidemiólogo. “Igual que antes se relativizaba más su uso, poco a poco todo el mundo se ha ido moviendo en la otra dirección”, señala.
El experto no cree, sin embargo, que haya que hacerla obligatoria. “Hay gente con enfermedades pulmonares o con ansiedad que no la puede llevar. Por eso no tiene sentido obligar, pero sí recomendarla, especialmente en lugares donde no esté garantizada la distancia de seguridad, como el transporte público”, argumenta.
La guía de la desescalada habla de un “incremento progresivo de frecuencias en el transporte público, especialmente en hora punta” desde la fase 0, hasta llegar al 100% de todos los servicios de transporte público en la fase 3.
Para Villalbí, los transportes públicos son especialmente vulnerables. “Estamos acostumbrados a que a ciertas estén llenos, y esta situación va a obligar a hacer cambios”, vaticina. El experto cree que “se necesitará una dotación de vehículos superior para que la gente no esté tan amontonada en horas punta, y se tenderá a flexibilizar más los horarios de trabajo para que no coincida todo el mundo a la misma hora”. “Además, creo que habrá un cambio general hacia el teletrabajo en los puestos que lo permitan”, añade, y comenta que incluso en el ámbito médico “la costumbre se ha instaurado bastante estos días”.
No como antes, sin duda. “Si nos situamos en un escenario en el que no hay casi infectados, estaremos mucho más tranquilos”, comenta Villalbí, “pero si estamos en reuniones con gente a la que no conocemos, hay más probabilidad de que alguien esté infectado y, por tanto, más medidas de precaución deberán tomarse”.
“De entrada, los eventos que junten a muchos miles de personas todavía no están en el escenario”, recuerda el epidemiólogo.
El documento del Gobierno recoge que en la fase 1 ya se contemplan actos y espectáculos culturales de menos de 30 personas en lugares cerrados (con un tercio de aforo), y actos y espectáculos culturales al aire libre de menos de 200 personas, siempre y cuando sea sentado y manteniendo la distancia necesaria.
En principio sí. “En un entorno cerrado, si una persona está emitiendo virus al hablar, toser o estornudar, es más probable que llegue a otras personas que si estáis al aire libre o en movimiento”, aclara el experto. De ahí que las terrazas abran antes que los bares y que las condiciones sobre las visitas a domicilios particulares estén aún por definir.