Dos meses entre ceniza, rugido y devastación: "Mi futuro es igual de negro que el humo del volcán"
61 días después de que estallara la erupción, la lava ya ha dejado a su paso un fallecido, 7.000 desalojados y 1.040,5 hectáreas de terreno arrasadas.
Dos meses de vida entre ceniza, acostumbrándose a un rugido constante y a sacudidas diarias mientras asumen haberlo perdido todo. Es la situación que viven miles de palmeros después de que el pasado 19 de septiembre se produjera la erupción del volcán de Cumbre Vieja en su isla. Desde entonces han transcurrido 61 días y las consecuencias del avance de la lava han sido devastadoras. En total, el magma ha dejado a su paso un fallecido, 7.000 desalojados, 1.040,5 hectáreas de terreno arrasadas y más de 1.400 edificaciones (de uso residencial, agrícola e industrial) destruidas.
El Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) calcula que este ha liberado hasta la fecha tanta energía como la electricidad que consumiría todo el archipiélago en 36 años —286,2 teravatios hora—, y tanta cantidad de dióxido de azufre a la atmósfera como la que emitió la actividad humana en los países de la Unión Europea durante todo 2019.
En suma, la pasada noche la isla registró los terremotos de mayor magnitud —de los 5.100 contabilizados por el Instituto Geográfico Nacional (IGN)— desde que se desatara el fenómeno, uno de ellos de intensidad 5.
“Toda ayuda es poca ante una situación tan dramática”
“Todo esto es una verdadera pesadilla”, resume Adaira. La lava sepultó su casa en los primeros días y desde entonces vive de acogida con sus dos hijos y su pareja en la de su hermano. “Al drama de haber perdido tu hogar, tus pertenencias, tus recuerdos, se añade la situación en la que nos encontramos, invadiendo a nuestros familiares mientras esperamos alguna ayuda”, relata.
El pasado día 9, el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, entregaba 46 viviendas a algunos de los afectados del municipio de Tazacorte. No es su caso. Tampoco el de Esteban, que en apenas hora y media pudo desalojar lo más esencial antes de que su residencia también fuera engullida.
“Sabemos que toda la ayuda que podamos dar es poca ante una situación tan dramática”, reconocía la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, presente el día de la entrega. “Se está trabajando para ser lo más rápidos y eficaces posible, pero es difícil decir que lo hemos conseguido cuando hay familias que llevan 50 días fuera de sus hogares sabiendo que lo han perdido absolutamente todo y que miran hacia la Administración para que le demos respuestas”, añadía Torres.
Se espera que antes de que finalice el mes se pongan a disposición de los vecinos otras 60 viviendas. Además, el Gobierno de la región ha habilitado dos hoteles y varios centros sociosanitarios para las personas desplazadas, aunque solo 483 han hecho uso de las instalaciones.
Junto a lo más fundamental, plantaciones de plátano, viñedos, aguacates, cítricos y explotaciones ganaderas o superficies de pasto también han desaparecido entre las 12 coladas diferentes.
Entre 550 y 700 millones, según las estimaciones de daños
Según las primeras estimaciones de daños que maneja el Ejecutivo, estos podrían rondar aproximadamente entre los 550 y 700 millones. Una cifra que permitiría a la isla acceder a los fondos de solidaridad de la Unión Europea (por encima del 1% del PIB).
“Yo ya había llegado donde quería y ahora no queda nada de eso”, reconoce José. A sus 57 años, para este vecino su futuro es “igual de negro que el humo del volcán”. “Yo era de Todoque pero ya no existe. Estoy asumiéndolo, valorando opciones y deseando que las promesas de ayuda no caigan en saco roto”, relata. “Dependemos de ellas absolutamente”, añade.
“Mi familia y yo hemos perdido no solo nuestra casa, sino también nuestro modo de vida, nuestros recursos”, describe. En total, varias viviendas que alquilaba, fincas de aguacates y un par de terrenos para sembrar de consumo propio. “A la espera, nos estamos alojando en casa de mis suegros, donde los pobres han tenido que gestionar el reubicar a cuatro elementos”, ironiza.
Idafe también ha abierto las puertas de la suya a familiares y amigos. “Por suerte nuestro hogar no se ha visto afectado, pero sí estamos acogiendo a una familia que está en una situación crítica”, comenta. “Entre la solidaridad vecinal y las medidas del Cabildo más o menos hemos podido cubrir ciertas necesidades, pero a todos nos ha tocado estar pendientes, echar un cable y sobre todo agudizar la capacidad de improvisación, porque la situación es cambiante y nunca se sabe si va a empeorar”, explica.
“En definitiva, a verlas venir”, sentencia este profesor de música preocupado por su sector, que ya estaba en horas bajas. “Pertenezco al mundo de la cultura y si ya el covid nos había barrido un poco del mapa, estando además en un sitio tan pequeño como este, la catástrofe ha terminado de paralizarlo todo por completo. Estamos en un impasse de la vida y toca esperar a que termine la emergencia y confiar en que la reconstrucción sea rápida”, añade.
Un final impredecible
Lo cierto es que nadie se atreve a poner una fecha final a la erupción. En las últimas 48 horas los científicos han detectado un nuevo aumento de la sismicidad y de la señal de tremor, después de que la portavoz del IGN, María José Blanco, avisara este martes de una tendencia descendente de la energía del volcán.
“Aunque se esté portando mejor en comparación con semanas anteriores, la pregunta del millón, cuándo acabará la erupción, tiene que esperar un poco más”, entre otras razones porque puede haber “un pulso, un reseteo, y empezar de nuevo”, apuntaba. “Estamos ante un proceso geológico, no una tormenta o un incendio”, añade por su parte Stavros Meletlidis, vulcanólogo del IGN.
De lo imprevisible también da cuenta el biólogo del CSIC Manuel Nogales, testigo del proceso que estudia sobre el terreno su impacto en la biodiversidad. “Cambia cada día, es muy variable. Te acuestas con un volcán en la cabeza y al día siguiente te levantas con otro: la estructura del cráter, el delta, por donde discurre la lava...”, señala.
La Palma ha recibido esta tarde, por séptima vez, la visita de Pedro Sánchez junto a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, y el comisario europeo de Medio Ambiente, Virginijus Sinkevicius, que han viajado hasta el lugar para mostrar su apoyo a los vecinos de la zona.
Después de dos meses, las fluctuaciones a corto plazo en las mediciones observables por los expertos invitan a la cautela, pese a la desesperación de los afectados. Los expertos abogan por no valorar los cambios de un día para otro, sino la tendencia a largo plazo.