“La persona más madura de la sala”: el legado de Theresa May tras anunciar su dimisión
Tenía una misión “casi imposible”, señalan los expertos.
LONDRES.- El ejercicio de Theresa May como primera ministra acaba como empezó: totalmente dominado por el Brexit.
Tras una repentina comparecencia desde el número 10 de Downing Street, este viernes ha anunciado que el 7 de junio dejará su cargo como líder del Partido Conservador.
Ha llovido mucho desde el primer discurso de May con el mismo escenario de fondo allá por junio de 2016, pocos días después de que Reino Unido votara por dejar la Unión Europea.
Por aquel entonces, prometió poner “a las familias corrientes de clase trabajadora” en el centro de su Gobierno. Su apoyo iría dirigido a aquellos que “tratan de apañárselas”.
“El Gobierno que lidero no se guiará por los intereses de unos pocos privilegiados, sino por los vuestros. Haremos todo lo posible por daros más control sobre vuestras vidas”, afirmó.
Pero finalmente todo su Gobierno se ha visto consumido por un clima político nunca antes visto en Gran Bretaña.
Anthony Seldon, eminente cronista de Downing Street, explica a la edición británica del HuffPost: “Nunca antes ha ocurrido esto y el país nunca ha estado tan dividido como ahora. No tiene sentido buscar precedentes en la historia, esta es la crisis política más extrema desde 1945”.
“May ha tenido la tarea casi imposible de mantener unido a su gabinete, al Partido Conservador y al país”.
Con este análisis tan crudo de su realidad política, sorprende poco que hasta los británicos hayan empezado a sentir compasión por ella.
Según un sondeo online de YouGov de principios de este año, el 55% de la gente dice tener simpatía por la ahora saliente primera ministra, y la cifra sube al 74% entre los votantes conservadores.
“A una buena proporción de la gente que tiene simpatía por ella en realidad no le gusta May”, señala Adam McDonnell, de YouGov. “Todo viene de las elecciones de 2017 y de aquel terrible discurso en la conferencia del partido donde todo fue mal”.
Pero Seldon cita un aspecto bastante desapercibido del Gobierno de May: su relativa calma en medio de la turbulenta reacción de sus colegas de Gobierno.
“Ha sido la persona más madura de la sala”, sostiene. “La han culpado de cosas que estaban más allá de su capacidad de actuar”.
Hasta las 21:59 del 8 de junio de 2017, May era vista como la nueva Dama de hierro, tallada con el acero de Margaret Thatcher. Incluso los columnistas políticos utilizaban adjetivos como “sólida”, “astuta” y “estabilizadora”.
Pero luego llegó un infame sondeo a pie de urna ampliamente retransmitido por el veterano reportero de la BBC David Dimbleby que rompía cualquier ilusión de que May fuera la Thatcher de la era moderna.
“Los Conservadores son el partido más grande”, comentó Dimbleby esa noche. “Pero tengan en cuenta que en este momento no tienen mayoría, pierden 17 escaños”. Según dos personas cercanas, los asistentes de May palidecieron y entraron en pánico en cuanto se enteraron de los resultados del sondeo. Se dice que hasta la primera ministra derramó unas lágrimas al escucharlos por boca de su marido, Philip, en su casa familiar en Berkshire.
Al final, la predicción de que el órdago electoral de May costaría 17 escaños a los tories estaba inflada —el partido perdió 13 parlamentarios—, pero el hecho de que hubiera pérdidas contradijo todo el plan de acción, soñado meses atrás por May y su equipo de consejeros más cercanos. Nada que ver con la emoción que produjo el éxito electoral de David Cameron en 2015.
Inevitablemente, lo que mucha gente se preguntaba era ‘¿qué ha cambiado?’. “La principal diferencia es ella”, contó un funcionario de la campaña a POLITICO una semana antes de las elecciones. “No es una buena candidata. No hay nadie que pudiera estar preparado para este reto, pero en especial no estás preparado si no te has presentado antes”.
Antes de las elecciones ya hubo señales de que May no se sentía cómoda como protagonista de una campaña electoral de ese estilo. Había un control excesivo de los medios, que quedó claramente patente cuando encerraron a varios reporteros locales en una sala aparte durante una visita de May a una fábrica. Y a la propia May le echaron en cara que había algo “robótico” en las entrevistas que daba a la prensa.
Aunque es posible que May sea recordada por su fallido resultado electoral —junto con su fatal discurso ese mismo día—, es el Brexit lo que al final ha podido con ella.
Aun así, señala Anthony Seldon, May no deja el cargo sin cambiar potencialmente cómo la recordará la historia.
“Creo que su conducta ha elevado todo su Gobierno a un lugar desde el cual se ha ganado el respeto de todo el espectro político por la resiliencia y la valentía que ha demostrado, además de manifestar claridad en lo que dice”, recalca Seldon. “Todo eso es cierto”.
Traducción de Marina Velasco Serrano