Diablo o libertad
Una viñeta de Pepe Vera.
Toda palabra posee un significado. Es como su ADN. Este rasgo único se extiende a otras cosas que mantienen características semejantes. Para algunos, la palabra tiene color, olor e incluso sabor. La palabra escrita tiene un diseño y un grafismo. Todos son atributos aceptables y carentes de conflicto entre sí. La palabra hablada tiene una voz propia, un tono, un timbre y una musicalidad. Pero cuando esos sonidos pierden su correspondencia con la palabra y su verdadero significado, es cuando aparece el problema.
Las “amenazas postales” son, todas, reprochables y condenables. Es un lenguaje inaceptable. Sin embargo se discute lo incuestionable y las palabras pierdan su significado. Como respuesta, no se condenan las amenazas alegando que a otros también les ha pasado. Que no solo le pasa al otro, sino a uno mismo. El “yo” libre frente al tirano “él”, “los nuestros” contra “los otros”. El diablo inequívocamente es “él” y el infierno siempre lo componen “los otros”.
Es tremendamente preocupante que se instale este lenguaje en la normalidad política y social, lleno de violentas palabras pero vacío de verdaderos significados.