¿De verdad necesitamos un día para ser conscientes del escándalo del despilfarro de comida?
En 2019 los hogares españoles han tirado a la basura 1.352 millones de kg/l de alimentos y bebidas, un 1% más que en el año anterior.
“En una era en la que se anima a los jóvenes a maximizar el interés y el provecho propios, se han oscurecido las razones para el altruismo o incluso el buen comportamiento”.
Algo va mal”, Tony Judt
Hoy se celebra el Día Internacional de Conciencia de la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. Se trata de una iniciativa que la Asamblea General de las Naciones Unidas anunció en 2019. Y he de confesar que no sé si llenarme de esperanza o enojarme.
Comenzaré con el enojo. ¿De verdad necesitamos un día para ser conscientes del escándalo que supone el despilfarro de comida? Parece ser que sí, que todavía hay mucha gente que no sabe que un tercio de los alimentos que producimos en la Tierra acaban siendo desperdiciados (y todo ello sucede mientras que alrededor de 700 millones de personas en el mundo pasan hambre). Este sinsentido obedece a diversos motivos y en el fondo todos somos co-responsables: los hogares, los supermercados, los productores, nuestros gobernantes, etc. Nadie está exento de responsabilidad en este fracaso colectivo, aunque me gustaría remarcar que discrepo de esos titulares que culpan a los hogares del 50% del despilfarro de alimentos (otro día ya retomaremos ese debate). Para más inri, el desperdicio de alimentos también tiene un impacto negativo en el medioambiente ya que contribuye a la emisión de gases con efecto invernadero, conlleva un notable desperdicio de agua y es, de forma indirecta, responsable de la deforestación así como de la reducción de la biodiversidad. Me enerva pensar que necesitamos un día al año para “tomar conciencia” de esta catástrofe. Pero en España, por desgracia, las cifras no nos dejan en buen lugar: en el año 2019 los hogares españoles han tirado a la basura 1.352 millones de kg/l de alimentos y bebidas, un 1% más que en el año anterior. De hecho, cerca de 8 de cada 10 hogares españoles reconoce desperdiciar alimento. Más complicado resulta estimar el despilfarro de comida de los supermercados (hay una estruendosa falta de transparencia) o todos los kilos de fruta y verdura que se quedan en los campos y tierras de cultivo sin que nadie los recoja.
Pero dejemos de lado el enojo, y demos paso a la esperanza. La celebración de un Día contra el Desperdicio de Alimentos es, en primer lugar, la constatación de que nos estamos tomando en serio la lucha contra el despilfarro. Incluso puede que se convierta en el espaldarazo definitivo que necesitamos. Lo cierto es que en los últimos años ha habido avances notables. Por ejemplo, los gobiernos de países como Francia, Italia o, más recientemente China, han aprobado medidas legislativas destinadas a reducir de forma significativa el despilfarro de comida. Y, sin ir más lejos, el pasado 4 de marzo el Parlament de Catalunya aprobó una ambiciosa ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario. Esta ley fue impulsada por el PSC y aprobada por unanimidad por todos los grupos políticos. Esperemos que el Gobierno de España tome buena nota. En el ámbito privado son cada vez más numerosos los proyectos que ayudan a combatir el desperdicio de comida: Too Good To Go (una App que permite salvar el excedente de comida de tus establecimientos más cercanos), Imperfectus (su lema es “Fruta y verdura con personalidad. Del campo a la puerta de tu casa, a veces con formas extrañas pero siempre deliciosa”), Yonodesperdicio (una app que permite compartir la comida que no usas), Es-Imperfect (mermeladas elaboradas a partir de excedentes de fruta) y muchos otros. También es edificante observar la complicidad de algunos supermercados o el esfuerzo que muchos restaurantes están llevando a cabo para concienciar a sus comensales de la lacra que supone el despilfarro (en este sentido cabe señalar los Premios Remenja’mmm, que cada año reconoce aquellos restaurantes que mejor combaten el despilfarro en el ámbito de Catalunya).
En cualquier caso, la buena noticia es que todos y cada uno de nosotros podemos contribuir a reducir el despilfarro de alimentos con pequeñas acciones: hacer una lista de la compra antes de ir al supermercado, congelar las raciones que nos sobren en casa, comer fruta fea, consumir productos de temporada o pedir para llevar la comida que nos sobre en un restaurante.