Demasiado español en Cataluña
Vilallonga defendió que el catalán es la lengua propia de Cataluña porque así lo dice el Estatuto, pero se le olvidó comentar que el Estatuto también reconoce el castellano como lengua oficial de Cataluña.
El pasado 30 de junio, la consejera de Cultura de Cataluña explicó en una entrevista que le daba un toque de atención a TV3 cuando veía que hablaban demasiado español. Estas declaraciones causaron bastante revuelo, tanto por el desprecio a nuestra lengua oficial como por lo que tienen de injerencia en una televisión pública. Pregunté a Vilallonga sobre esta cuestión en la última sesión de control y, como me soltó una retahíla de disparates, le pregunté si también veía demasiado español en la cámara catalana. Su respuesta fue contundente: “¡Por supuesto! Está claro que sí”.
Al igual que había pasado con sus declaraciones sobre TV3, sus palabras generaron mucha atención mediática, pero lo único que hizo Vilallonga fue manifestar abiertamente lo que piensan la mayoría de los nacionalistas catalanes, aunque en los últimos tiempos lo hayan intentado ocultar por eso de ampliar la base separatista. De hecho, hasta la llegada de Cs, en la Cámara catalana no se hablaba español. Lo hablaron en los inicios de la democracia de forma anecdótica algunos diputados, pero ya no se volvió a utilizar hasta que Julio Ariza (PP) lo hizo en 1996 y provocó tal escándalo que los diputados de CiU, ERC y PI abandonaron el hemiciclo indignados. Ni Ariza ni ningún otro volvió a intentarlo hasta que en 2006 Ciudadanos entró en la cámara legislativa.
Se puede decir, sin ningún género de dudas, que Cs ha hecho normal en las instituciones lo que es normal en la calle y en esta última legislatura, los representantes de todos los partidos han utilizado en alguna ocasión la lengua española. Si el español es la lengua materna de la mayoría de los catalanes (52%, según el Idescat), ¿cómo es posible que no se haya utilizado en el Parlamento catalán durante décadas? Hay dos razones principales: la primera es que la mayoría de los diputados tienen el catalán como lengua materna y la segunda es que la política catalana, hasta la llegada de Cs, ha estado siempre sometida al nacionalismo y el nacionalismo catalán es, sobre todo, etnolingüístico. De ahí la sensación de orfandad de tantos catalanes antes del nacimiento de Cs.
Mariàngela Vilallonga es una desprejuiciada nacionalista que no tiene empacho en hablar de la “raza catalana” y por eso, en cuanto le ponen un micrófono delante, suelta sin filtros las ideas fundamentales del separatismo. En la última sesión de control, por ejemplo. La verdad es que resulta complicado decir más barbaridades en dos minutos y medio.
Para empezar, la consellera explicó que Cataluña tiene tres lenguas propias: el catalán, el occitano aranés y la lengua de signos catalana. Vaya por delante que “lengua propia” no es un concepto lingüístico (ni sociolingüístico, como afirmó después) sino un concepto jurídico que apareció por primera vez en el Estatuto catalán de 1933, luego en el de 1979 y después lo han ido añadiendo los Estatutos de otras CCAA. Como les decía, el nacionalismo catalán es, sobre todo, etnolingüístico y para ellos tener una “lengua propia” equivale a ser una nación y, por extensión, les da derecho a tener un Estado. Pese a lo disparatado que es este planteamiento, su éxito ha sido abrumador y en Cataluña estamos más que acostumbrados a estos despropósitos. Por eso, lo que realmente me sorprendió fue que la Consejera de Cultura considerara como “lengua propia” la lengua de signos catalana. En Cataluña no se informa a las familias con hijos sordos de la posibilidad de aprender la lengua de signos, lo que significa que cada vez hay menos personas sordas que sepan esta lengua y algunos expertos le dan una esperanza de vida de 30 años. Para considerarla una “lengua propia”, le hacen bastante poco caso, la verdad.
Vilallonga afirmó a continuación que “la cultura late, mayoritariamente, en lengua propia, sin prejuicio de las muchas y buenas manifestaciones en otras lenguas, en las trescientas lenguas que se hablan, entre ellas el español”. La consejera y yo parece que no vivamos en la misma comunidad autónoma porque en la mía les aseguro que no hay manifestaciones artísticas en nada menos que 300 lenguas, aunque igual con lo del confinamiento me he quedado un poco desfasada. En todo caso, me parece curioso que una consejera de Cultura no arrime el ascua a su sardina reivindicando como cultura catalana a Coixet, Bayona, Estopa, Rosalía, Marsé o Cercas, por citar algunos de nuestros artistas más conocidos, porque no se expresan en ninguna de las “lenguas propias”.
Vilallonga defendió que el catalán es la lengua propia de Cataluña porque así lo dice el Estatuto, pero se le olvidó comentar que el Estatuto también reconoce el castellano como lengua oficial de Cataluña. El problema es que este olvido significa ignorar a más de la mitad de los catalanes. Cuando admitimos que hay una “lengua propia” estamos aceptando que hay otras lenguas que son “impropias” -en este caso el español- y por eso, la responsable de la Cultura y de las lenguas en Cataluña no quiere que haya español ni en TV3 ni en el Parlamento. Aunque expulsar esa lengua del espacio público sea expulsar también a sus hablantes. Quizá, en la próxima ocasión, habrá que preguntarle si ve demasiados castellanohablantes en Cataluña porque mucho me temo que así es.