No, lo de la Comunidad Valenciana tampoco es un milagro, pero sí un ejemplo sobre el coronavirus
La región ha pasado de ser el peor punto por incidencia y colapso hospitalario a la envidia de toda España desde hace un mes.
Hacer las cosas bien no es ningún milagro. Lo experimentó Extremadura con una reacción contundente en un momento crítico. Ahora, los datos del coronavirus dan la razón a la Comunidad Valenciana, que se ha convertido en la envidia de toda España. Su ejemplo tiene poco que ver con lo que ocurrió en otoño en Madrid, un mal llamado ‘milagro’ que tuvo mucho de estrategia política.
No hace tanto, a finales de enero, cuando la tercera ola golpeaba con toda la fuerza, la incidencia en la Comunidad Valenciana marcaba el techo nacional con 1.459,82 casos por cada 100.000 habitantes a 14 días (España rozaba los 900). Sus hospitales sobrepasaban por mucho el concepto de ‘colapso’: las UCI valencianas registraron un máximo de 62,97% de ocupación solo por pacientes covid, más de 20 puntos por encima de la media nacional. Y en planta la fotografía no era mucho mejor; casi uno de cada dos ingresos era por coronavirus.
Solo un mes más tarde todo había cambiado radicalmente. La región presentaba una incidencia de 138 casos, por debajo de lo que se considera riesgo alto y sus UCI respiraban, con un 28,5% de ocupación, décimas por debajo del dato estatal. Pero aún era una situación de riesgo.
Referencia nacional en todos los niveles
A fecha de este lunes, 19 de abril, la Comunidad Valenciana es una especie de ‘isla’ frente una tendencia ascendente de contagios que se ha disparado en los últimos días. Mientras España vuelve a aproximarse al temido riesgo extremo (250 positivos de incidencia a 14 días), la tasa de contagios sigue por los suelos en tierra valenciana. Apenas 39,27. Solo Baleares y Murcia, ambos ‘vecinos’, se mueven por debajo de los 100. Al norte, la cosa cambia: Cataluña ya es “riesgo extremo”.
También hay buenas noticias desde los hospitales de la ‘Comunitat’. Apenas un 2,34% de los pacientes en cama convencional está ingresado por coronavirus y un levísimo 7,31% se encuentra en UCI. En ambos casos, algo menos de un tercio de lo que se ve en el resto de España (8,32% y 22,40% de ocupación, respectivamente).
También la mortalidad ha dado la vuelta en la zona. De ser el punto con peores datos en fallecidos durante los siete días previos —la métrica utilizada por el Ministerio— rozando el medio millar, a apenas notificar cuatro víctimas mortales este lunes
En este mal llamado ‘milagro valenciano’ no tiene nada que ver la vacunación. Sus datos son de los mejores en toda España, con un 96,2% de las dosis recibidas ya administradas y más de 300.000 personas inmunizadas. Pero no son distintos de otras zonas bastante más afectadas por esta cuarta ola. Navarra, la peor comunidad por tasa de contagios, también ha puesto más del 96% de las vacunas que le han llegado, igual que Andalucía, que también está en situación extrema. ¿Entonces cuál es la clave?
Menos test y más rastreo
La urgencia sanitaria surgida de la tercera ola llevó al Govern a cerrar toda la autonomía por Navidad y más allá. Los confinamientos también afectaron a muchas localidades. Los resultados de su drástica decisión tardaron en salir a la luz, pero salieron. Hasta el 1 de marzo, Valencia no comenzó su “desescalada prudente”, en palabras del presidente Ximo Puig.
La reapertura de fronteras municipales, de terrazas e interiores de bares cerrados desde enero, de centros deportivos, la extensión del horario comercial... Cada medida se adoptó muy progresivamente y en base a la mejoría que día a día demostraba Sanidad en sus informes. Aún hoy, con los mejores indicadores de todo el país insisten en que las próximas relajaciones serán “prudentes, nada disruptivas”.
Pero no es solo cuestión de disciplina y prudencia. Se repite la fórmula que ya funcionó antes de Navidad (y que llevó a marcar el mínimo peninsular en incidencia). Frente al cribado masivo de la población de otros ejecutivos, el Govern ofrece el porcentaje más bajo de pruebas, con una tasa de 869,64 sobre 100.000 personas, cuando Cataluña o Madrid se mueven alrededor de las 2.500. A cambio, apuesta por controlar el origen y posible recorrido de cada positivo para saber dónde cortar la cadena de contagios.
Ximo Puig no quiere sacar —demasiado— pecho y lo llama “el esfuerzo valenciano”. “El papel de los gobiernos no es el ruido ni la confrontación, sino vacunar, proteger y ayudar. Estamos en ello”, reconocía en un mensaje con el que llamaba a mantener esa actitud, que “ha salvado muchas vidas”.
Puig vs. Ayuso... Ayuso vs. Puig
Aunque el ‘president’ no quiera confrontar a golpe de tuit, sí han sido sonadas en estos meses sus discrepancias con Díaz Ayuso. Socialista y popular, dos pesos pesados en sus formaciones, han chocado en casi todo, pero especialmente en cómo gestionar la pandemia, como se ha visto en sus diferentes posturas ante las medidas planteadas por Sanidad en los Consejos Interterritoriales de Salud.
“Es muy curioso que Madrid haya tenido un comportamiento absolutamente al margen de lo que ha sido el comportamiento general de las comunidades autónomas en la superación de la pandemia”, reconoció Puig hace unas semanas.
El barón del PSOE, firme defensor del cierre perimetral autonómico que sigue vigente, criticó de forma evidente, aunque sin nombrarla, la actitud del Ejecutivo de Ayuso sobre la restricción de movilidad. La última ocasión, aprovechando el viaje del jugador del Real Madrid Marcelo, que se saltó el confinamiento por Semana Santa para hacer una escapada familiar a Valencia: “Puede que en otras comunidades haya una especie de ley de la selva, pero aquí las normas se cumplen”, justificó el mandatario, al que ahora los números le están dando la razón.