¿Cuántas naciones somos?
Según las mentes preclaras del PSOE oficial, España es una nación de naciones, cuya implicación práctica debe de ser que Euskadi y Navarra disfruten del Concierto Económico y del Convenio y que Cataluña aspire a un pacto fiscal que le permita dejar de pagar lo que le corresponde a la solidaridad interterritorial. Es obvio que los territorios no pagan impuestos, sino que lo hacen los ciudadanos... pero ustedes ya me entienden: el PSOE y casi todos los demás están dispuestos a ceder en casi todo y hoy las regiones de España son consideradas más importantes que los ciudadanos.
Además, entiendo que esa nación de naciones que el PSOE defiende ahora implicará que algunas comunidades autónomas puedan blindar determinadas competencias propias, de modo que, por ejemplo, Cataluña pueda aplicar la política lingüística que le venga en gana, como ya viene haciendo, es decir, la inmersión lingüística que vulnera derechos ciudadanos de millones, pero ya sin sentencias judiciales que incumplir. Por lo demás, esta noción de nación de naciones debe de implicar, por la vía de los hechos, las cesiones y los complejos, un federalismo asimétrico que blinde la desigualdad frente a la deseable igualdad ciudadana a la que millones de progresistas seguimos aspirando. Ya ni se les ocurre imaginar una reforma constitucional para que determinadas competencias vuelvan al Estado, que es lo que realmente necesita España, de modo que se blinde la igualdad y el bienestar de todos. Y es que el PSOE ha sustituido, parece que definitivamente, la defensa de la igualdad por la defensa de la identidad. Y ha dejado de ser un partido nacional que vertebra el Estado. Realmente, dejó de serlo hace mucho tiempo, por lo que, a día de hoy, es indispensable construir un proyecto político progresista que llene ese inmenso espacio vacío.
Javier Tajadura lo explica bien en Federal o plurinacional, donde nos recuerda que "la plurinacionalidad puede desembocar en el caos; no está en ninguna de las constituciones europeas". En este artículo, Javier Tajadura nos recuerda que "la nación política es soberana mientras que las naciones culturales no lo son" y que "la introducción del concepto de nacionalidades en el artículo segundo de la Constitución Española supuso ya reconocer la existencia de naciones culturales". ¿De qué habla el PSOE entonces? España no es ni puede ser un "Estado plurinacional" porque no está constituido por naciones sino por ciudadanos libres que constituyen la nación cívica, incompatible con cualquier definición del Estado como plurinacional.
La izquierda debería tener estos conceptos meridianamente claros: esa izquierda cívica preocupada por los derechos de ciudadanía y por la igualdad, alejada de nociones románticas de nación, que tanto echamos de menos. Que el PSOE defienda que España es una nación de naciones, el Estado plurinacional o el Estado federal asimétrico es un auténtico desastre para España... y un drama para millones de personas de izquierdas que se sienten sin representación en el Congreso de los Diputados. La nación política solo puede ser una, la conformada por ciudadanos libres e iguales y sustentada por la ley común que a todos nos afecta y que todos debemos cumplir.
Porque además, si España es una nación, ¿de cuántas naciones está compuesta? Y si Cataluña o Euskadi son una nación, ¿son también nación de naciones... o eso ya no? ¿Son Euskadi o Cataluña tan uniformemente iguales en cuestiones culturales que queda cerrada la posibilidad de que en su seno convivan otras naciones culturales? ¿Es igual Vitoria que Mondragón y Barcelona que Gerona? ¿O quizás haya tantas naciones culturales como ciudadanos residentes en un determinado territorio? Con algunos de mis amigos hablo en castellano... y con mi hija en euskera, ¿y cuánto importa esto si lo que realmente importa es que me afectan las mismas leyes que dan forma y sentido a mi ciudadanía?
Como dice José María Ruiz Soroa en Profetas regresivos, "no se trata tanto de discutir la corrección de las formulaciones librescas en torno a la idea de nación, sino de saber prevenidamente que ese es un camino estéril e improductivo en el campo normativo". Y que "el verdadero escollo reside en el hecho de que los nacionalistas periféricos se niegan a admitir que España sea una nación, pues para ellos es solo un Estado". En el fondo, hablan de "cuánto rinde al bolsillo ser nación". Cuánta razón. Y aquí volvemos al Concierto Económico vasco, el Convenio navarro, el posible pacto fiscal... y al mío es mío pero lo tuyo es de los dos, máxima de cualquier nacionalista mientras vive de serlo, al margen de fanáticos que incluso preferían morirse de hambre si es a cambio de ser independientes... como si hoy en el mundo actual pudiera alguien ser independiente.
La cuestión es la igualdad ciudadana. Y la ley común. Y el Estado de Derecho que nos confiere derechos en un país que se llama España. Si a la derecha nunca le importó, no hay izquierda que defienda la igualdad hasta las últimas consecuencias y se enfrente de verdad a quienes la atacan todos los días. Prefieren confraternizar con nacionalistas que promueven la ruptura del Estado, olvidando que sin Estado no puede haber Estado del Bienestar. Y que se trata de ampliar nuestro espacio de convivencia, no de reducirlo.
Así que aboguemos por lo que realmente importa: reforma constitucional para garantizar más igualdad y más bienestar para todos; mientras tanto, cumplimiento estricto de la legalidad vigente y de todos los artículos de la Constitución Española, incluido el 155.