Desde un punto de vista genuinamente socialista o socialdemócrata, lo que debe primar es la calidad y potencia del pacto ciudadano, y no tanto la nación en cuestión. De hecho, las naciones, grandes o pequeñas, pueden y deben ser irrelevantes para aquellos que aspiramos a un auténtico espacio europeo de ciudadanía, y a un socialismo paneuropeo, empezando por un único y mismo partido socialista europeo para distintas naciones.