¿Cuánta comida se despilfarra?
España no cuenta con buenos datos sobre el despilfarro alimentario.
Hace unos meses Naciones Unidas incorporó la reducción del despilfarro de alimentos como uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En concreto, la meta recogida en el Objetivo 12.3 es “reducir a la mitad el despilfarro de comida y la pérdida alimentaria en el año 2030”. Un objetivo de justicia si tenemos en cuenta que este desperdicio alimentario sucede mientras casi 700 millones de personas pasan hambre. O dicho de forma más contundente: si todos los alimentos que producimos hoy en día se destinaran al consumo humano, no habría ninguna persona hambrienta en la Tierra.
Lógicamente, si lo que pretendemos es reducir el desperdicio de alimentos, un primer paso es saber a cuánto asciende esta locura. Solo de esta forma podemos tener una foto precisa de cuál es la situación actual del despilfarro y cómo evoluciona hasta 2030.
Un primer paso en esta dirección es la reciente publicación de The Food Waste Index Report 2021, un informe elaborado conjuntamente por UNEP (Programa para el Medio Ambiente de Naciones Unidas, en sus siglas en inglés) y WRAP. Dicho informe incluye datos agregados de 54 países y abarca el despilfarro que sucede en tres categorías: los hogares, el sector de la distribución de alimentos y los servicios alimentarios —restaurantes u hoteles—. Es importante recalcar que el estudio no incluye las pérdidas alimentarias que ocurren en origen, como es el caso de toda la fruta y verdura que se descarta por criterios estéticos. Como ya denunciamos en Los tomates de verdad son feos entre un 20% y 40% de frutas y verduras se descarta por culpa de esta dictadura de la estética.
¿Cuáles son las principales conclusiones del informe? La primera y más importante: en 2019 se despilfarraron 931 millones de toneladas de comida. ¿Cuánta gente podría dejar de pasar hambre si estos alimentos se distribuyeran de forma justa? Millones. Además, conviene recordar que el despilfarro de alimentos contribuye a la emisión de gases con efecto invernadero: según algunas estimaciones, “si despilfarrar comida fuera un país”, sería el tercero que más contamina solo por detrás de China y Estados Unidos.
Una segunda conclusión es que el desperdicio alimentario sucede tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo. Se trata, por tanto, de un problema global.
En el informe también se destaca la importancia de contar con buenos datos. De los 54 países analizados, no todos cuentan con información fiable sobre la cantidad de comida despilfarrada, especialmente en sectores tan importantes como la distribución alimentaria o la restauración. Así pues, las cifras recogidas en el informe son una buena aproximación, pero no dejan de ser una estimación con un cierto margen de error. Los propios autores del informe recalcan la importancia de mejorar la calidad de estos datos para poder seguir evaluando el desempeño de cada país, ya que, no lo olvidemos, el objetivo para el año 2030 es reducir a la mitad el desperdicio alimentario.
¿Qué dice el informe sobre España? Que no contamos con buenos datos. De las tres categorías analizadas en el informe —hogares, distribución de alimentos, servicios de alimentación— España solo provee información sobre el despilfarro en los hogares y los datos, para más inri, son “de confianza media”. Por supuesto, ni rastro de datos en el sector de la distribución o de los servicios de alimentación. Yo mismo he denunciado en muchas ocasiones que solo desde la transparencia con los datos de despilfarro de alimentos podemos diseñar medidas que permitan atajar el problema.
Sea como fuere, este informe constituye un muy buen primer paso para tener una radiografía más certera sobre las cifras reales de despilfarro de comida. Desde aquí, aplaudo la iniciativa y emplazo al Gobierno a tomarse en serio este asunto y que finalmente cumpla su promesa de aprobar una ley contra el despilfarro de alimentos.