Crónica del mediodía en el que Lledoners pasó a ser historia
A las puertas de la cárcel: emoción, barullo, "gràcies", "independència, independència".
Eran las 12.06 de este miércoles 23 de junio. Y cruzaron la valla los siete perdonados de Lledoners: Oriol Junqueras, Raül Romeva, Jordi Sànchez, Jordi Turull, Josep Rull, Joaquim Forn y Jordi Cuixart. Libres, sin penas de cárcel, con un indulto debajo del brazo.
Se desata el barullo: el centenar de simpatizantes que les esperaban en las puertas y las decenas de periodistas que les esperaban se abalanzan sobre ellos nada más cruzar la verja Se trata de uno de los días más importantes y con mayor carga simbólica de la política española en los últimos 40 años. Esa imagen supone la apertura de un nuevo tiempo que nadie sabe cómo acabará.
Los presos han querido salir a pie de esa prisión que pisaron por primera vez hace más de 1.300 días. Abrazos, emoción pellizcos en las mejillas... Todos ellos visiblemente emocionados y a los que apenas les salía decir gràcies, gràcies.
Hace apenas unos días pensaban que su salida hoy sería simplemente para ir a la verbena de San Juan de manera provisional, pero la arriesgada decisión de Pedro Sánchez de aprobar de manera inminente los indultos, ha acelerado la libertad que tanto ansiaban.
En sus primeros minutos al aire libre se han encontrado con la intensa lluvia que caía sobre Lledoners y con las nubes casi a ras de suelo que venían desde Montserrat. Apenas podían andar, la gente no les dejaba, los Mossos sacaban un poco los codos al grito de: ”¡Abrid un cordón!”.
Oriol Junqueras era el más reclamado por todos. Con su sempiterno gesto melancólico, citaba por su nombre a casi todos los que se acercaban a saludarle. “Gracias, Lluis, gracias Amaia”. A su lado, como su guardián y su delfín lo custodiaba el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. Detrás se veía principalmente la emoción de Raül Romeva, Josep Rull y Jordi Cuxart. Precisamente el presidente de Ominum era el que enfilaba más rápido hacia el escenario austero, simplemente una plataforma negra y un candil encendido con lazos de la señera y amarillos en mitad del campo de la Barcelona profunda. Y entre fuertes medidas de seguridad desde los accesos cercanos a la prisión catalana.
“Ya era hora, ya era hora”, decía Romeva en el paseíllo de salida. Por debajo, decía Rull “muy contento, muy contento”, cuando le daban la enhorabuena en los primeros minutos. Las mascarillas hoy en día dicen mucho más que las palabras y el exconseller se ha puesto una llena de cohetes de Tintín.
Al grito de “independència, independència” se le unían los de “Visca Catalunya” y “amnistía”. Aunque algunos de los presentes también han querido dejar claro esto: “Lo volveremos a hacer”.
El calor del recibimiento venía precedido de algunas charlas a las puertas de la cárcel de simpatizantes y militantes independentistas: “La semana que viene empezará la trituradora”, “No van a cambiarnos la manera de pensar”, “La Constitución dice que la soberanía viene del pueblo”, “Esa mesa de diálogo es mentira”, “Somos una colonia”. Pero esas frases se olvidaron en cuanto aparecieron los indultados.
Esta mañana los siete de Lledoners ya tenían hechas las maletas desde primera hora. Faltaba la comunicación de Tribunal Supremo que ha llegado vía telemática y se les ha comunicado por parte de los responsables de instituciones penitenciarias de manera personal e individualizada. En los minutos antes de salir, según fuentes de su entorno, se han abrazado y se han dado muestras de cariño en el módulo 2 de la cárcel.
Detrás del escenario se han colocado todos como una piña, aunque apenas hablaban entre ellos y se centraban en escuchar al que estaba al micrófono. No obstante, les era difícil ya que muchos de los que han ido se han acercado mientras les pedían selfies y les decían cosas al oído. Cuixart ha sido uno de los más reclamados en estos corrillos. Y era el que sonreía más, en competición a ratos con Turull. Incluso han bromeado arriba, en la plataforma, y en el ‘backstage’.
Lo que sí tenían claro es que luego solo iban a hacer declaraciones a algunos medios catalanes (el único que ha accedido a pocas preguntas en castellano y generalistas ha sido Forn). Romeva, evitando contestar, le decía a la prensa durante la carrerilla: “Si seguimos así va a haber un accidente”. Junqueras, el único con chaqueta, se ha despedido entre aplausos y no dando tampoco respuesta ante los micrófonos se limitaba a dar gracias. Y volvía de nuevo tras la verja de Lledoners - ¿cómo?-, tranquilos, que iba solo al parking de visitas para recoger el coche. Eso sí, se podía observar que en su grupo, junto a él, sí había una cámara grabando en su entorno. ¿Estarán preparando un documental?
La lluvia decidía parar mientras ellos hablaban. Una señal meteorológica de ese nuevo tiempo que arranca. Lledoners pasa desde hoy a ser una historia lejana (siempre con condicionalidad, la letra pequeña de los indultos). Los perdonados tienen un objetivo para esta noche: pasar la verbena de San Juan con sus familias, según confesaban fuera de focos. Toca olvidar la hoguera de la política.