Nueve cosas que no deberíamos olvidar de los juicios de Nuremberg contra la cúpula nazi
Este 20 de noviembre se cumplen 75 años de aquel histórico proceso.
Nadie se imaginaba que el 75º aniversario de los juicios de Nuremberg contra la cúpula nazi se celebraría de una manera tan atípica. En plena pandemia de coronavirus, la conmemoración del histórico proceso judicial contará este 20 de noviembre con la presencia del presidente alemán, Frank Walter Steinmeier, y aunque no tendrá asistencia de público se retransmitirá por internet, incluido un vídeo del último fiscal superviviente, Benjamin Ferenz, que ya ha cumplido los 100 años.
Alemania trata así de luchar contra el olvido del horror nazi y de conmemorar la derrota oficial del mismo en el llamado ‘juicio del siglo’, que comenzó tal día como hoy en 1945. Estas son las cosas que no deberíamos olvidar sobre los juicios de Nuremberg:
Qué fueron
Un histórico juicio contra la cúpula de los supervivientes del régimen nazi que fueron detenidos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y la derrota del nazismo en Alemania.
El 20 de noviembre de 1945, el presidente del tribunal, el magistrado británico Geoffrey Lawrence, describió la apertura de los procedimientos como un fenómeno “único en la historia de la jurisprudencia mundial, y de suprema importancia para millones de personas de todo el planeta”.
Quiénes eran los acusados
Frente a Lawrence se sentaban 24 personas de las más altas instancias del régimen nazi, comenzando por el considerado en su momento como el sucesor del dictador Adolf Hitler, el vicecanciller del Reich Hermann Goering, su asistente Rudolf Hess, su ministro de Exteriores, Joachim von Ribbentrop, el responsable de las leyes nazis de “depuración” racial Wilhelm Frick o el arquitecto y urbanista del régimen, además de ministro de Armamento, Albert Speer.
Hitler, Goebels y Himmler ya estaban muertos. Entre los acusados, los de mayor relevancia durante los años del nacionalsocialismo habían sido Hermann Göring y Joachim von Ribbentropp.
Quiénes los juzgaron
Los 24 acusados fueron juzgados por magistrados de Estados Unidos, Francia y la Unión Soviética.
Las bases jurídicas para el proceso habían sido fijadas por el Tratado de Londres de las potencias aliadas —EEUU, Reino Unido, Francia y la Unión Soviética—, en el que determinaron el estatuto para la creación del tribunal con fiscales y jueces de los cuatro países.
Durante 218 días, el tribunal escuchó a 236 testigos y examinó 200.000 declaraciones juradas y 5.230 documentos, entre ellos material fílmico.
Cómo acabó
El proceso judicial terminó casi un año más tarde, con la lectura de las sentencias el 1 de octubre de 1946.
Entre las condenas había 12 sentencias de muerte —entre ellas las dictadas contra Goering, Frick, Von Ribbentrop o contra el jefe de Operaciones de la Wehrmacht, Alfred Jodl—, tres condenas a cadena perpetua, otras cuatro largas condenas a prisión y tres absoluciones.
Qué fue de los condenados
Al final sólo 21 de los 24 acusados pudieron ser sometidos al proceso. El jerarca nazi Robert Ley se suicidó antes de que empezara; Martin Bormann, cuyo paradero se desconocía, fue juzgado y condenado a muerte en ausencia, y el industrial Gustav Krupp no pudo ser juzgado por razones de salud.
Göring, condenado a muerte, se suicidó en la cárcel antes de ser ahorcado. Su cadáver fue incinerado y las cenizas se arrojaron al río Isar, lo mismo que ocurrió con quienes fueron ejecutados, entre ellos Ribbentropp.
Los condenados a penas de prisión empezaron a purgar sus condenas en Nuremberg, pero en 1947 fueron trasladados a la prisión de Spandau en Berlín, que siguió en funcionamiento hasta 1987, cuando el último de los prisioneros, el jerarca nazi Rudolf Hess, que había condenado a cadena perpetua, se suicidó en la cárcel. Después, fue demolida.
Los procesos posteriores, realizados también en Nuremberg contra otros antiguos nazis —y que terminaron el 14 de abril de 1949—, fueron adelantados en solitario por las fuerzas de ocupación estadounidenses.
Qué supusieron estos juicios
Estos procedimientos sirvieron de piedra de toque para la configuración del actual Derecho Internacional y la persecución del genocidio y los crímenes de guerra.
El llamado estatuto de Londres está considerado como un precedente de lo que sería posteriormente el estatuto del Tribunal Internacional de la Haya.
“La idea del estatuto de Londres era que la prohibición de retroactividad de la ley es un principio jurídico importante, pero que podía haber crímenes tan graves que esa prohibición podía declararse fuera de vigor”, explica a Efe el historiador Arnd Bauerkämper.
Qué dijo la gente
Para la población alemana también tuvieron mucho significado, aunque fueron cobrando mayor relevancia a medida que pasó el tiempo.
En una encuesta realizada en la zona de ocupación estadounidense en noviembre de 1945, un 65% aseguraba haberse enterado con el proceso de Nuremberg de cosas que desconocían, entre ellas los campos de concentración y los planes de exterminio contra los judíos. En el verano del año siguiente la cifra había subido al 87%.
Los expertos apuntan que, al principio, los habitantes de la Alemania Occidental tendían a reprimir y a minimizar el recuerdo del pasado nazi, y que se necesitó una generación más critica para valorar el proceso de Nuremberg como el comienzo de la confrontación jurídica sobre el pasado nazi y como el punto de partida para crear una cultura de la memoria.
Por qué Núremberg
La elección de la ciudad de Nuremberg tenía un carácter profundamente simbólico, al ser considerada como la “cuna ceremonial” del Reich, como recordó el fiscal estadounidense Robert H. Jackson en su declaración inicial. “Demostraremos que los acusados son símbolos vivientes del odio racial, del terrorismo, de la violencia de la arrogancia y crueldad del poder, del nacionalismo feroz y del militarismo que ha aplastado Europa”, manifestó en su momento.
El proceso se desarrolló, concretamente, en la sala 600 del Palacio de Justicia de Nuremberg.
Y ahora, ¿qué?
75 años después de aquello, y con la amenaza de la ultraderecha y los neonazis sobrevolando Alemania y el mundo entero, la comunidad internacional ha aplaudido la conmemoración de unos eventos imprescindibles para concluir la narrativa de la Segunda Guerra Mundial.
“Sin justicia no hay paz”, ha manifestado el ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas. “Este era nuestro entendimiento al principio de los juicios, y lo sigue siendo ahora, 75 años después, en nuestro compromiso constante para luchar contra la impunidad a través del Tribunal Penal Internacional y de las reglas del Derecho Penal Internacional moderno. Un triunfo de la civilización sobre la inhumanidad”, ha añadido.