Con 23 años, quiere ser la mujer más joven de la historia en participar en el Rally Dakar de motociclismo
“El Dakar es como el Everest del motociclismo, una carrera extremadamente dura y que normalmente se realiza al final de tu vida deportiva".
Es la carrera de motos más dura del mundo y es consciente. Margot Llobera tiene solo 23 años, lo que la convertiría en la mujer más joven de la historia en someterse a una prueba de estas características.
No empezó a correr desde niña como suele ser habitual, sino a los 17 años, pero desde entonces asegura no haber parado. “Llevo casi seis sobre la moto y he tenido la grandísima suerte de haber podido entrenar con profesionales desde el principio, lo que me ha permitido avanzar con pasos de gigante”, afirma.
El “gusanillo de las motos” dice, le vino por instinto. En su familia no hay nadie que practique el motociclismo, en ninguna disciplina, a pesar de ser la sobrina de Albert Llovera, un asiduo en coches y camiones, además de pura motivación para ella. “Practicamos muchísimos deportes distintos, pero sólo a mí me ha dado por dar gas. Pensaron que se me pasaría, pero después de mucho insistir en casa he conseguido que sea mi deporte principal y al que me dedico en cuerpo y alma”, nos cuenta.
Su idea es debutar en 2020, para lo que busca patrocinadores que le permitan participar en una edición que esta vez pasa de Sudamérica a Arabia Saudí.
“El Dakar es una carrera que normalmente se realiza al final de tu vida deportiva ya que requiere madurez. Es extremadamente dura, como el Everest del motociclismo, por lo que la gente lo ve a largo plazo. No conozco a ninguna chica de mi edad que se lo esté planteando. En ese sentido sí, mi proyecto es muy particular. Mis amigas se preocupan de otras cosas, alucinan cuando me ven metida en este lío tan increíble”, comenta entre risas.
Asegura no haberse cuestionado “demasiado” lo que implica ser mujer en un deporte mayoritariamente masculino. “Simplemente hago lo que me gusta, como los chicos. Todos me tratan como una más y cuando nos ponemos el casco no hay demasiadas diferencias. En cuanto al tema de comunicación sí que tengo algo más de facilidad ya que soy “diferente” a la mayoría, las historias de chicas por ahora son noticia y esperemos que dejen de serlo”, apunta.
Compagina su trabajo como ingeniera de diseño industrial media jornada, con su preparación física y psicológica para la carrera. “La verdad es que el tema Dakar te lleva las 24h del día, es difícil transmitir la sensación de no tener tiempo para nada más. Veo a mis amigas yéndose de viaje, fiestas y de todo, pero yo siempre me quedo porque hay toneladas de trabajo por hacer, y la verdad es que estoy encantada y nunca me quejo. He decidido este camino y estoy disfrutando cada día, aunque sí que es cierto que supone renunciar a muchas cosas”, reconoce.“No paramos ni un solo momento de pensar en el día de la salida, el previo es una carrera dentro de la carrera. Estar en la primera etapa será un momentazo, tengo mucha confianza y también mucha expectación”.
No puede escoger un único referente deportivo, de todos ellos se queda con: la cabeza de Kilian Jornet, la superación de Nadal, la finura de Fernando Alonso, la templanza de Rosa Romero, la dureza de Laia Sanz, la metodicidad de Dani Oliveras, la felicidad de Gerard Farrés y la superación de su tío Albert. “Por encima de todo valoro el sacrificio personal y físico que han tenido que sufrir. Intentar dedicarse a un deporte de manera profesional es mucho más difícil de lo que la gente se imagina”, explica.
Es un sueño que se convirtió en un objetivo y ahora se ha vuelto una realidad. “Buscar patrocinio y conseguir cerrar presupuesto no es fácil”, pero a esta andorrana le sobran ganas y confianza para afrontar esta experiencia.