No es la mejor, es la que tiene más votos: así se decide qué película gana el Goya
Varios académicos revelan a El HuffPost cómo es el proceso de votación. “La gente se vota a sí misma, evidentemente. Yo lo he hecho”.
El Goya es la meta. La medalla de oro. La rozan sólo los elegidos, los que han sabido mantener el ritmo en esta especie de carrera de fondo y, sobre todo, los que han sabido hacer campaña de sus películas.
Quizás Campeones no fue la mejor película de todas las que se presentaron en la edición de los Goya 2019, pero sí la que más votos recibió. Lo mismo podría decirse del título que el sábado se alce con el cabezón a Mejor película del año. La duda va a estar ahí siempre. ¿La ganadora es la mejor o es la que mejor se ha sabido promocionar?
Esto se puede trasladar a cualquiera de las 28 categorías. La calidad a veces pierde fuerza frente a las amistades, el nombre o los lobbies autonómicos, como reconocen a ElHuffPost varios miembros de la Academia.
“El que diga que las ha visto todas miente”
Aquí no hay coacciones ni cohechos, pero sí productoras y distribuidoras que trabajan con más ahínco que otras, probablemente porque tienen más dinero para invertir en esta larga carrera hacia el Goya que terminó, en realidad, el 3 de enero. Fue la fecha límite para que los académicos pudiesen emitir su voto, justo un mes después de conocerse la lista de nominados. Quien no lo hace en plazo se queda fuera; y hay casos, aunque no datos.
Ni siquiera los miembros de la Junta directiva saben cuántos miembros votan cada edición ni qué porcentaje de apoyos recibe la película que gana. Eso se queda para la notaria Eva Sanz. Sería divertido pero ese juego se queda en finales de realities.
A esta segunda y última ronda de votación han llegado este año 42 títulos, un poco menos de un tercio de las se presentaron como candidatas en la primera. De la primera salen los nominados; de la segunda, los ganadores.
“El que diga que ha visto todas las 146 candidatas, miente”, apunta una académica, que confiesa que se ha perdido alguna de las nominadas. “Aunque de las categorías principales las he visto todas”, aclara.
“Yo siempre me las veo porque me parece feo dejar alguna fuera, pero desconozco que hace el resto de académicos”, asegura Vicky Calavia, académica asociada.
“Son 150 candidatas y es un currazo. Parece que no, pero lo es. Es complicado”, añade el actor y académico Antonio de la Torre, para el que la visibilidad es clave para conseguir votos. Ahí es donde entra en juego el trabajo de las productoras.
Más dinero, más campaña, más votos
El paso más básico para las productoras, y también totalmente gratuito, es colgar las películas candidatas en la plataforma VEOMAC, a la que acceden todos los académicos con un código que les permite visualizarlas. No es obligatorio hacerlo y de hecho algunas productoras se lo saltan. Este año, por ejemplo, no estaba Liberté, de Albert Serra, que se presentó en dos categorías.
La campaña en realidad la hacen las productoras que alquilan salas para pases especiales con académicos, les mandan entradas dobles para que vayan al cine o hacen envíos promocionales.
Hoy los casi 1.800 miembros de la Academia tienen en su casa el DVD de Dolor y gloria, el CD con la banda sonora original y el libro del guion. La inversión de El Deseo ha sido brutal y no está al alcance de cualquiera. A esto hay que sumar otras tantas acciones como la presencia en redes y medios de comunicación nacionales y extranjeros. Antonio Banderas y Pedro Almodóvar dedicaron meses a ganar visibilidad con visitas a platós de televisión y entrevistas en todo tipo de medios de comunicación.
Los pases especiales tienen una doble misión. “Es una forma de garantizar que la película se vea con la mayor calidad posible”, explica la académica productora. “Cuando se hacen con tertulia buscan que se conozca al equipo, se empatice con este y sea más fácil tener presente la película al votar”, apunta otra académica, que este año no participa por llevar menos de seis meses en la Academia.
Amigos y conocidos
La visibilidad puede ser determinante en el voto y de ahí que, cuanto más tarde se estrene una película, más probabilidades tenga de que gane. Se entiende así que muchas productoras dejen sus títulos potentes para el último trimestre del año. “Hay películas que tuvieron mucho éxito en su estreno, pero al haber sido en febrero o marzo luego se olvidan en los Goya”, añade la productora.
Lo que nunca se escapa son los grandes nombres del cine español. “La gente vota lo más conocido. Por muy buena que sea una película si es poco conocida es más difícil que salga porque muchos académicos ni la ven”, señala Joaquín Vallet, que reconoce la existencia de votos “por amiguismo y confianza”. “De ahí que Amenábar esté siempre”, añade.
La lógica que funciona es: si me gustó antes, seguro que el siguiente trabajo también. Así se dan casos sospechosos como el de La artista y la modelo de Fernando Trueba, con 13 nominaciones y 0 premios, o La gran familia española de Daniel Sánchez-Arévalo, con 11 y solo 2 cabezones. Aunque también excepciones como La Soledad de Jaime Rosales. “Fue sorprendente porque era una película pequeña que se estrenó de tapadillo y se llevó tres Goya, entre ellos Mejor película y director”, recuerda Vallet.
El voto por amiguismo es otra cosa. “En esta profesión hay muchos grupos de amigos y cada uno vota a sus colegas”, apunta este académico. Luego, lógicamente, está el voto a uno mismo. “Almodóvar no va a votar este año a O que arde, puede hacerlo pero no lo va hacer”, asegura otra académica. “La gente se vota a sí misma, evidentemente. Yo lo he hecho”, confirma Antonio de la Torre, nominado a Mejor actor por La trinchera infinita.
“Quien determina los ganadores son los actores”
Los votos son todos iguales. Vale tanto el de uno de estos académicos como el de Mariano Barroso, presidente de la Academia, aunque el mayor peso lo tienen los actores. “Quien determina qué película gana es el colectivo de actores, representa la mitad de académicos”, asegura la académica y productora. Son alrededor de 900 y eso les da la llave.
Aunque no hay que perder de vista los lobbies autonómicos. “El vasco, el madrileño, el andaluz… Hay mucha gente que vota porque es de su región, no porque sea lo mejor”, apunta otra académica. El ejemplo este año es O que arde, de Óliver Laxe, que aunque viene avalada por el premio del jurado en Cannes, cuenta también con el respaldo de la potente industria de producción audiovisual gallega.